Espectáculos

Estreno teatro

Pasan los años, pasan los gobiernos, pasan las pandemias, quedan les artistas

Andrea Fiorino y Claudia Schujman, dos de las mejores actrices rosarinas de todos los tiempos, se juntaron por primera vez en escena para poder contar su “Crónica de una debacle”, comedia hija de la distopía del presente que viernes y sábados se presenta en Espacio Bravo  

Fotos: Claudio Perrin

Construir desde lo despoblado, desde la distancia y la falta de encuentros; construir a pesar de todo, sostener, apuntalar, apoyar, seguir habitando el teatro más allá de la distopía pandémica que se resiste a partir.

Andrea Fiorino y Claudia Schujman, dos de las mejores actrices de todos los tiempos que ha dado Rosario, se juntaron por primera vez en escena para poder contar su Crónica de una debacle, el principio y el fin de todo y una mirada hacia adentro del teatro que, como decía sabiamente Pirandello, va a llegar el día en que sólo hablará de sí mismo.

Estrenado el pasado fin de semana en Espacio Bravo, el material es el resultado de un largo sueño postergado por la pandemia de compartir escena y de un reencuentro reciente donde la necesidad de actuar se puso por delante de todo.

En realidad, la necesidad de la presencialidad, porque eso es el teatro, presencia, hizo que la postergación se esfume y el material se concrete en medio de una fusión entre ficción y realidad que aparecen “mezcladas en una comedia reflexiva que propone una mirada sobre la realidad artística de una ciudad”, adelantan ambas actrices que concretaron este proyecto rodeadas de compañeros y compañeras del ámbito teatral y del apoyo de Espacio Bravo, un lugar de contención y pertenencia para ambas.

“La idea de hacer algo juntas la tenemos con Claudia desde mediados de 2017; nos habíamos empezado a juntar y a pensar algo a partir de textos de un libro que tengo, que es de 1973, de un autor hebreo, Efraim Kishón (escritor, humorista, dramaturgo y cineasta israelí), que escribe sobre actores y actrices, en particular sobre el oficio de la actuación, con cierto humor y en tono de farsa. Siempre me había interesado adaptar esos textos, se lo propuse a Claudia y nos pusimos a trabajar juntas en la adaptación escénica. En aquél momento, la obra se iba a llamar Preludio; después, por el trabajo de ambas, Claudia con dos películas, yo con el ciclo de tevé Ningunas locas y finalmente la pandemia, no pudimos concretar ese proyecto. Cuando surgió la posibilidad de hacer enero en Espacio Bravo traté de retomar esa idea, volvimos a esos textos que habíamos adaptado pero ahora están atravesados por todo lo que nos pasó en este tiempo”, expresó Fiorino a modo de racconto de esta propuesta escénica donde se juntan, un poco más un poco menos, tres décadas de recorrido teatral de ambas transitado en Rosario.

“El proyecto original se truncó en el camino por los trabajos de cada una y porque a veces el tiempo y sus vaivenes no acompaña para construir. Pero a fines del año pasado, Andrea me propuso volver con ese proyecto, ahora, sin dudas, atravesado por la pandemia que vivimos y el hecho de volver a actuar después de dos años sin trabajar. Crónica de una debacle involucra en su idea todo este proceso”, destacó Schujman. Y sumó: “En lo personal, desde siempre, sentí admiración y respeto por Andrea, por su enorme talento y su trabajo, así que esta obra con ella implica un gran desafío y de alguna manera también cumplir el sueño de trabajar con ella, que además es mi amiga y compañera, y de la cual estoy aprendiendo muchísimo, tanto en los ensayos como en cada función; estoy muy contenta y agradecida por eso”.

Repensar lo pensado

En la idea de “debacle” se filtra algo del mundo del presente: la distopía que vive la humanidad por la pandemia, pero quizás también la otra pandemia aniquiladora que fue en los años anteriores el paso del macrismo, que agudizó la crisis del arte independiente en todas sus formas y contenidos.

“Claramente, esta obra ya no es aquél «preludio» sino un relato acerca de la debacle que nos tocó atravesar a los seres humanos en este tiempo que por supuesto no es una sola, y que en este país venimos atravesando desde hace rato, en este caso focalizada en los artistas escénicos, en el teatro autogestivo, nuestra propia debacle como uno de los sectores más vulnerados no sólo por la pandemia sino por otras coyunturas que nos han afectado mucho”, dijo Fiorino.

Y Schujman aportó: “En la obra hay un cruce permanente entre la realidad y la ficción; es insoslayable la presencia de la pandemia como la vulnerabilidad de nuestro trabajo en estos tiempos de peste, y aunque no hacemos mención directa es un hecho que los cuatro años de macrismo sumados a la pandemia han profundizado como nunca la precarización de nuestro trabajo”.

Una crónica de actrices  

Ambas actrices con formaciones y recorridos diferentes, sin la mirada, más allá de las y los colegas que acompañaron, de un director o directora, abordaron una idea de personaje que, en ciernes, tiene mucho de lo propio y de otros personajes conocidos o transitados en el tiempo.

“A esta crónica la van contando dos actrices que son los personajes, dos actrices de esta ciudad. Y si bien venimos de ámbitos teatrales y de recorridos diferentes y nunca habíamos trabajado juntas, somos muy amigas, coincidimos en un montón de cosas; nuestras miradas acerca del teatro, del cine y de lo ideológico es muy cercana. Para este trabajo, nos apoyamos mucho en eso, en esos puntos de coincidencia, aunque ya desde 2017, cuando empezamos a armar este trabajo, sabíamos que el tono iba a ser comedia. Nos coordinamos entre nosotras con la ayuda de un par de amigos que fueron viendo el proceso, después el acompañamiento de Romina (Mazzadi Arro, directora y docente), y por eso el estreno era algo tan importante, porque cuando una obra de teatro se va generando de este modo, donde trabajamos bastante en solitario y en un momento con distanciamiento, el estreno fue la confirmación de que el público la recepciona del modo en que nosotras la habíamos pensado”, contó Fiorino.

“En cierto modo –siguió Schujman –, los personajes somos nosotras, actuamos determinadas escenas de ficción cruzadas con situaciones autobiográficas; quienes nos conocen las sabrán adivinar y quienes no, podrán percibir y disfrutar de una verdad particular en cada escena. El trabajo fue en conjunto, fuimos armando la obra de manera colectiva y fluida. Y en las dos funciones que hicimos, pudimos comprobar que el público lo recibe con placer. Hay empatía inmediata, desde el primer momento hasta el final de la obra, lo cual es de un enorme placer a la hora de actuar”.

“Este último, fue un proceso corto pero intenso, donde potenciamos la mirada compartida en muchas cosas y hay algo que es troncal y es lo que queríamos visibilizar: la obra es una crónica acerca de cómo la pasamos las y los artistas de una ciudad que no es la capital del país en diversas coyunturas de este tiempo”, sumó Fiorino.

Del humor al drama, y viceversa  

Caracterizadas en sus trayectorias personales por el humor y el drama o la tragedia, en el primer género Fiorino y en los restantes Schujman, ambas han incursionado con éxito en esas otras poéticas en las que el público no configura a primera vista sus vastos recorridos profesionales.

“Si bien cada una tiene su recorrido, más allá de que Claudia había incursionado en el humor y yo en el drama, sabíamos que esto iba a ser una comedia con todos los momentos que si bien no son dramáticos son muy ciertos y al mismo tiempo con esa cuota de drama que esta comedia amerita, pero coincidimos que lo que teníamos para decir, dicho con humor, iba a ser más soportable, más reflexivo. Buscamos que sea una invitación un poco más amable a la hora de visibilizarlo”, expresó Fiorino.

A lo que Schujman aportó: “Cada una de nosotras aborda su actuación desde un lugar que alguna vez ya había abordado o vivido en el teatro, ya sea hace poco como en otros tiempos, cuando fuimos más jóvenes. Jugamos con ese material que está grabado en el cuerpo de cada una con la sana intención de reírnos de nosotras mismas y de los procesos vividos. Por eso fue muy gratificante el proceso de ensayos y armado de esta «crónica». Hay paridad, equilibrio, respeto y sororidad en el trabajo con Andrea, y esto se ve, se percibe en la obra, y el público que la ha visto nos devuelve eso, con una idea de disfrute del dúo”.

El teatro es presencia

Finalmente, ambas ofrecieron su mirada en relación con esta vuelta a la presencialidad en un tiempo en el que la crisis y el distanciamiento por la pandemia dejaron expuesta, en primer plano, la fragilidad que caracteriza al movimiento teatral rosarino.

“Esta es una vuelta con heridas. Pero la precarización de nuestro trabajo, sobre todo en esta ciudad, ya es vieja, la pandemia sólo llegó para darle una extraordinaria y hasta pasmosa claridad. Y como siempre, está en nosotros, los hacedores del teatro, defender nuestros espacios, nuestro trabajo, resistir. La pandemia aún no terminó, y tenemos muy claro que debemos cuidarnos y cuidar a los demás para poder seguir trabajando. Porque los actores y las actrices sólo queremos trabajar. Los espectadores deben saber que las funciones las hacemos con el cuidado necesario, el uso del barbijo y el Pase Sanitario es indispensable y necesario para ingresar a la sala; así nos cuidamos todos y todas”, evaluó Schujman.

Y Fiorino sumó a modo de cierre: “Esta temporada es el día a día y la transitamos como podemos, porque jamás imaginamos que nos íbamos a encontrar con un enero como el que estamos atravesando; es algo muy difícil. El día del estreno, además del aforo reducido, las reservas que estaban confirmadas empezaron a avisar que estaban aislados o con síntomas, por lo tanto fue un estreno con muy poca gente. Estos son los tiempos que corren, nos enteramos de un montón de otros casos cercanos en estas últimas horas y estamos trabajando para seguir con las funciones previstas, porque tanto nosotras como las compañeras que llevan adelante Espacio Bravo, que es como haber estrenado en nuestra casa, queremos militar la idea de que no sea siempre el teatro lo primero que cierra como viene pasando. Hemos visto abrir bares, gimnasios y nosotros, los del teatro, siempre los últimos, por lo tanto queremos sostener los teatros abiertos, con Pase Sanitario y protocolos, porque de otro modo no se puede ingresar, pero abiertos todo el tiempo que se pueda; habrá que ver si nos acompaña o no la realidad”.

Para agendar

Crónica de una debacle, con las actuaciones de Claudia Schujman y Andrea Fiorino, puesta de luces es de Romina Mazzadi Arro, el diseño gráfico y edición de sonido de Fabio Sbergamo y la fotografía de Claudio Perrin, con la colaboración de Piero Arsanto, Vilma Echeverría, David Gastelú y Sergio Escobar, se presenta los viernes y sábados, a las 21, en Espacio Bravo (Catamarca 3624). La reserva de entradas se realiza a través del WhatsApp +54 341 5876600. La obra se ofrece con protocolos vigentes y se solicita en el ingreso el Pase Sanitario.

 

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