Le ponen la firma

Reflexiones

Para genuflexos que usan a la ligera esa misma palabra

Por suerte, tenemos periodistas con una honestidad tan inmensa capaces de reconocer que muchos de sus colegas son genuflexos, es decir, que son capaces de hincarse ante el más vil de todos los símbolos, la billetera.


Por suerte, tenemos periodistas con una honestidad tan inmensa capaces de reconocer que muchos de sus colegas son genuflexos, es decir, que son capaces de hincarse ante el más vil de todos los símbolos, la billetera.

Esta raza con ínfulas intelectuales, en muchos casos demuestra un desconocimiento absoluto de la realidad y de los alcances de los temas que difunden pero cobran por recitar el libreto que les brinda el anunciante. Ellos repiten con seriedad y sin vergüenza, como la cotorra monótona.

Es necesario recontar la realidad para demostrar la falta de idoneidad y de compromiso intelectual de muchos asalariados con uniforme de periodista, o falso economista, o locutor. Un ejemplo las loas que le ofrecen a un Arturo Illía muerto y defenestrado, y en esas notas encendidas de gloria no se atreven a mencionar a los golpistas que física e ideológicamente le quitaron su rango presidencial. Los diarios que apodaron a Illía “La Tortuga” y donde aparecían las caricaturas de Landrú y Lino Palacios, el bicho cascarudo con la cabeza de Don Arturo o Mariano Grondona –redactor de los discursos de Juan Carlos Onganía–, por citar a algunos de quienes operaron en su momento, propiciaron el golpe de Estado contra todos los argentinos y en su momento destituyeron a Illía.

Las privatizaciones se pudieron hacer gracias al trabajo realizado por la difusión de propuestas a cambio de pautas publicitarias. Radios diarios y televisores cantaban bondades y promesas que traerían aparejadas la “iniciativa privada”, justamente esas iniciativas que dejaron privados de trabajo a millones de argentinos, miles de empresas cerradas.

No es casual que el gobierno oscuro de los siniestros como Jorge Rafael Videla y sus cómplices gozaran del beneplácito de bocalandros que repetían sus propuestas oscuras. Vaya casualidad, bien se puede repetir aquellos nombres con el refuerzo de Bernardo Neustadt, por citar alguno de quienes operaron en su momento.

Alfredo Martínez de Hoz contó entre sus principales difusores a los verdaderos ganadores de su modelo perverso. Las empresas favorecidas, las que pagaban las propagandas para enriquecerse y con esos ingresos ponían de rodillas a obsecuentes capaces de entregar su honor y mentir a cambio de sucios honorarios, y a los medios que encontraban en los ganadores a fuertes anunciantes.

Horacio Tomás Liendo –delincuente con causa prescripta por el megacanje– dijo que sin las AFJP se acababan las carreras de auto porque desaparecía la pauta publicitaria de las AFJP. A este delincuente civil y a muchos otros no le preocupaba si había plata para los jubilados, querían plata para propaganda, plata para comprar genuflexos capaces de vender mentiras por unos sucios honorarios.

Estos hombres capaces de repetir falacias, se cansaron de hablar del “derrame” (inexistente de la riqueza de ricos hacia pobres) que vendría después de perder trescientas empresas y cerrar más de doscientos bancos. Pero esos discursos no lo hacían más que por otro principio que el de saciar su ambición. La misma avidez que generalmente eran monedas frente a ganancias multimillonarias de sus patrones, pero la obsecuencia es así, se conforma con las migajas y en nombre de las migajas para sí se favorece al enemigo del país.

Un periodista muy necio decía “las empresas a las que les interesa el país” y juntos se metieron el país en sus bolsillos.

En esta ristra de mentiras, todas en busca del provecho individual, se benefició a minorías perjudicando a la inmensa mayoría del país, en este caso, y también en casos similares en todo el mundo.

Todavía tengo en mis oídos las inoportunas palabras del periodista Gustavo Sierra, de Clarín y radio Mitre, gritando exultante el ingreso de las tropas yanquis –Ejército nefasto en concepto y actitud– a Bagdad. Exultante por la matanza, exultante por el avasallamiento de un país por un ejército fascista o nazi o asesino o mercenario como quiera llamarse, cualquier nombre pero siempre asociado a masacres injustas. Para mí, el denominador más apropiado es “nazi”, por ese hábito que tienen de mirar desde la superioridad.

El periodismo sueña con noticias para vender y llenar las horas de radio, minutos de televisión, páginas de diario. No importa la verdad, solo imparta vender, lucrar, como la carroña comer y desgarrar y desangrar.

Hoy la prensa publica solicitadas en contra de los intereses del país y a favor del financista Paul Singer, quien esta más preocupado en las ganancias de sus amigos que en la felicidad y subsistencia de millones de argentinos. Otra vez encontrará a cientos de periodistas y locutores y, medios genuflexos que dirán “su” verdad. La quiere escuchar Paul Singer y por esas noticias será que cobraran en efectivo y sobre todo, con la sangre de millones de los nuestros.

El mundo está lleno de babosos que se relamen por unos sucios pesos, pero los falsos economistas, muchos periodistas y locutores deberían replantear sus actitudes, poner el pecho a la honestidad y, sobre todo, poner la cara sin sentir asco de uno mismo frente al único instrumento que ha inventado hasta el momento para ver nuestro propio rostro, el espejo.

* Contador Público Nacional y autor de los libros El paraíso sobre tus zapatos y El maratonista

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