Espectáculos

Para Abel Pintos, somos una expresión de amor

Lo dijo el cantautor Abel Pintos, el músico argentino más convocante de la actualidad, que presentará su último disco, “Abel”, en dos megashows locales. Antes, recibió a El Ciudadano para hablar de su mundo interno, de las canciones y de las ideas. Premiado por segundo año consecutivo con el Gardel de Oro, el músico se presentará hoy y mañana en Metropolitano


En 2013 eligió la ciudad para mostrar por primera vez en vivo un set de canciones de Abel, su noveno trabajo de estudio. Ahora, a un año de aquel show, Abel Pintos, el músico argentino más convocante de la actualidad, volverá a Metropolitano (Alto Rosario) para presentar oficialmente ese material con el que trata de pensarse a sí mismo y donde “alma”, “fe” y “amor” se convierten en pilares esenciales para tratar de habitar el mundo sin artificios, ser protagonista de su presente, conocer, vivir y sentir genuinamente, con sus propias reglas.
Diplomado por segundo año consecutivo con el Gardel de Oro, además de otras cuatro importantes distinciones, todas por Abel, el músico se presentará esta noche y mañana a las 21.30. Pero antes recibió a El Ciudadano para contar cómo vive su presente y repasar la experiencia de su flamante gira española. Además, y en tono filosófico, guardó tiempo para hablar de cómo germinan las ideas y las canciones, referirse al tiempo, la rutina y la autosuperación pero también a lo más importante: el amor que, dijo, “es la raíz de todo”.
—¿Cómo serán los recitales en Rosario?, ¿qué recuerdos tenés del año pasado?
—El concierto del año pasado fue revelador porque hasta ese momento sólo había tocado en teatros y Metropolitano me dio una experiencia nueva donde se pudo vivir la intimidad pero también la euforia de los lugares grandes. Allí aprovechamos para estrenar algunas canciones. Este show es completamente distinto al del año pasado. Acá hay dos partes: una dedicada a Abel en el orden del disco y otra con aquellas canciones de toda mi carrera. Es un show de casi dos horas.
—Cuando los artistas tienen una carrera como la tuya donde tocan tanto, ¿existe la costumbre o algo que juegue en contra de la espontaneidad?
—No llego a acostumbrarme; de repente hay cosas como la rutina del propio concierto pero que tampoco es cansador porque, en cada lugar, el público lo vive de forma distinta y a mí me llega eso. Ese carácter me sugiere distintos estadios. Y de frente a ellos el mismo tema de la noche anterior sale de otra manera.
—Cuando se llega a un nivel como el tuyo, donde tenés un reconocimiento impresionante en todos los niveles, ¿existe un pulso de autosuperación?
—Es un regocijo muy grande para mí el reconocimiento y agradezco todo lo que vivo pero nunca pierdo de vista lo que deseo aprender. La necesidad siempre es de autosuperación desde el desarrollo humano, cosas mías que quiero desarrollar y que luego voy a comunicar. Primero siento algo y lo desarrollo, y luego trabajo mucho para comunicarlo de la forma más certera para que provoque determinado efecto. Pero no hago las cosas pensando en el efecto.
—¿Cómo nacen tus canciones?
—Mis canciones, hasta el día de hoy, respeto que nazcan como lo hizo el primer tema que es “Sueño dorado”, que nace en 15 minutos. Empiezo a cantarlas de la nada, letra y música. Enseguida voy encontrando las palabras clave. Cuando tengo esa primera idea que es como un brote viene el trabajo de estructuración. La idea viene, no la provoca uno concientemente.
—¿De dónde viene?
—Viene… (silencio)… no sé. Ni siquiera estamos en condiciones de afirmar que una idea venga propiamente del cerebro, quizá venga del alma. Depende de lo que piense cada uno. Yo creo que viene del alma, de las emociones. Porque la sensación es de algo que brota: como llorar de emoción o reírse desmedidamente.
—“Abel” es un disco que pone en juego las variables “alma” y “amor”; y este último concepto entendido como algo casi revolucionario para accionar sobre el mundo…
—Esa es mi verdadera filosofía de vida. Pienso realmente que el amor es la raíz de todo y que después tenemos distintas formas de abordarlo y de expresarlo, de encontrarlo o de no encontrarlo y no expresarlo. Realmente considero que, de ahí, nace todo.
—El amor como acción, también política, no partidaria, sino de deseo de cambiar algo…
—Sí. Pienso que nosotros somos una expresión de amor. De hecho, venimos de una expresión de amor, de un encuentro de amor. Más terrenal o más superficial pero son encuentros de amor. De ahí venimos. Luego, como seres humanos, tenemos la capacidad de hacer un montón de cosas; por eso pienso que todo lo que podamos hacer, en un punto, tiene conexión con lo que somos.
—A un año de haber editado “Abel”, ¿se reconfiguraron las canciones?, ¿encontraste nuevos colores?
—El disco salió hace un año pero hace cuatro meses que estoy de gira, que estoy descubriéndolo. Es lo lindo de esto. Estoy reinterpretando las canciones constantemente.
—Recientemente tuviste contacto con públicos del viejo continente. ¿Cómo fue la gira por España?
—La experiencia fue buenísima, muy sorpresiva porque el disco se editó en febrero, fui cuatro días en marzo a hacer promoción y después directamente a tocar. No teníamos idea de lo que podía suceder. Tocamos en recintos de entre cien y ciento cincuenta personas en Valencia, Zaragoza y Barcelona. En Madrid lo hice en un lugar más grande, algo así como un Willie Dixon de acá para que la gente pueda ubicarse. Y llené. Fue muy revelador. La mitad de la sala eran argentinos, la otra mitad españoles. Eso me hizo entender que, con trabajo, la conexión con el público de allá es posible. Vamos a volver en mayo y junio.
—Con una hermosa reversión de la canción “Cactus” te acercaste a Cerati. ¿Tenés pensado volver sobre su obra?
—Ahora mismo no. En mi casa tengo una lista de canciones que escucho y a las que se las juré, pero quiero esperar el momento en que tenga la necesidad conceptual de abordarlas. De Gustavo está “Deja vú”; pero también hay otras como “Gente maravillosa” de José Luis Perales, o “A Tout Le Monde”, de Megadeth.
—¿Estábamos locos los que protegíamos el valor de la fe y creíamos en la recuperación de Cerati?
—Yo tuve mucha fe durante cuatro años. Frente a un panorama físicamente desalentador, creo que nunca había experimentado socialmente una sensación tan grande de fe. Finalmente, tuvo el desenlace que tuvo, y se sintió la tristeza. Es un artista que se va a extrañar mucho por todo lo que hizo y lo que sentimos tenía todavía por hacer. El tratamiento que la familia de Gustavo tuvo de frente a la situación aportó a la esperanza: esto de mantener el respeto y no dar margen a que se especule. Gustavo estaba en un mundo que ninguno de nosotros sabía qué estaba pasando. El amor nos decía que podría estar recuperándose.
—¿Estás trabajando en un nuevo disco?
—Estoy componiendo mucho pero como algo circunstancial. Voy a ponerme a pensar cómo voy a dar ese paso cuando sienta cuál es el paso. Todavía no llegó ese gesto disparador que me diga qué es lo que necesito.
—Todo a tu ritmo…
—Ni aún en la adolescencia, que es el momento de mayor pico de ansiedad, me apuré; si no lo hice antes no lo voy a hacer ahora que estoy más grande, que tengo más aplomo por la experiencia y que sé que, por apurarme, tampoco me aseguro de llegar a donde quiero.
—Cuando este año ganaste por segunda vez el Gardel de Oro, desde algunos sectores de la prensa se te criticó por la supuesta oposición que, dijeron, existe entre industria de la música y propuesta artística. ¿Qué pensás al respecto?
—Para mí no tiene nada que ver. Y lo puedo decir porque hace quince años que edito discos con la misma compañía discográfica que es Sony, salvo uno que hice con BMG. Siempre la compañía trabajó acompañándome y nunca me empujó a nada. Sería muy ingrato diciendo que la industria es algo contrario a la música. Al contrario, la industria permite el desarrollo comercial de la música. Si a vos no te interesa, probablemente regales tus discos y hagas shows gratis pero no veo a ningún artista haciendo eso ni aun a los que llevan las banderas más independentistas.
—Imagino en quién pensás…
—No es una crítica. Hacer tu propio camino y crear tus propias estructuras me parece grandioso, pero es lo que hacemos todos. Nada más que yo no tengo, por ejemplo, el tiempo, ni la necesidad, ni la energía de crear una estructura discográfica. No me parece más loable hacerlo o no hacerlo. No considero que la industria sea una afrenta, me parece que se puede trabajar en conjunto. Luego, que la industria pueda tener intereses distintos a los del artista, por supuesto; pero todos los intereses de nosotros en esta sala son distintos frente a la vida misma. Criticarnos es muy cruel.

Comentarios