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Bajo las estrellas

Paisajes sonoros inagotables

La cantante Charo Bogarín, integrante de Tonolec junto al músico Diego Pérez, habla de la singular propuesta del grupo que fusiona lo ancestral con lo contemporáneo, y del compromiso ideológico que atraviesa toda su propuesta.


Un puente al pasado con la impronta del presente en medio de paisajes sonoros de estremecedora belleza y profundidad es el que construye el grupo Tonolec en cada una de sus presentaciones, que a poco de su visita anterior, con motivo de los festejos por su primera década de recorrido (se presentaron con La Celebración, en octubre, en La Comedia), volverá esta noche a pisar suelo local, esta vez en su formato más tradicional, con un show que tendrá lugar, desde las 21, en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito (Parque Urquiza), con entrada gratuita, en el marco del ciclo Rosario Bajo las Estrellas, y con la participación del talentoso percusionista local Carlo Seminara.

El singularísimo dúo de trascendencia internacional, integrado por la cantautora Charo Bogarín y el músico Diego Pérez, desde hace algo más de una década explora en la cosmogonía de la cultura qom a través de un recorrido antropológico que ha sabido dosificar sensibilidad con inteligencia y lo ancestral con lo contemporáneo en relación con las nuevas tecnologías y los modos de componer música, algo que de algún modo está en el código genético de Bogarín, artista de una presencia escénica enigmática, y tataranieta del cacique guaraní Guayraré.

“A diferencia del show de octubre que fue junto a un octeto y con un formato más grande y acústico, el de esta noche será el show más clásico de Tonolec; llevamos un formato de trío electrónico donde también hay un recorrido por las canciones de siempre pero poniendo de relieve esta pata que compone Tonolec, que son los sonidos, los paisajes sonoros que surgen de las nuevas tecnologías”, adelantó Bogarín en el marco de una distendida charla.

—¿Cuáles sentís que fueron los aportes de Tonolec en estos años a sumar a un redescubrimiento de las sonoridades de las culturas ancestrales latinoamericanas?

—Claramente, lo que nos pasó como sociedad es que nos dimos cuenta de que existían los pueblos originarios, porque quienes no conocían estas culturas por una proximidad geográfica, tenían una cultura muy de libro, y hasta incluso muy romántica, imaginándolos con taparrabos o desnudos por la selva o el bosque. Y nuestro trabajo musical ha tenido que ver con este cambio en el tejido social en relación con la mirada que se tiene sobre estos pueblos, visibilizándolos, sabiendo y tomando conciencia de que ellos son parte viva del tejido social y de nuestra cultura. Creo que también ha sumado el hecho de exponerlos desde una mirada no lastimosa o de pena sino desde el orgullo, y diciendo que ellos están, que su cultura está viva y que tienen mucho para enseñarnos; por encima de todo, más allá de su arte y su cultura, tienen para enseñarnos sus valores.

—Más allá del éxito en el país, han recorrido otros continentes. ¿Cómo son recibidos en esos otros países con culturas tan diferentes?

—Siempre llamamos mucho la atención; en principio, porque nuestra propuesta es estética: hay un trabajo desde el escenario, desde los movimientos, de todo lo que aporta el vestuario y la puesta en escena; proponemos un viaje que no sólo se realiza a través del sonido sino también a través de lo estético, de lo visual. Siento que, como pasa con la comida, primero entramos por los ojos y después no pueden creer la profundidad del universo sonoro que aparece con nuestra música: una lectura nueva, una resignificación de lo que es nuestra cultura más antigua, y ahí nomás empiezan a interesarse por nuestros ancestros y todo eso se genera desde una canción cantada en lengua qom o en lengua guaraní. Siempre es algo fabuloso porque la música vuelve a todo un lenguaje universal. De las artes, la música es la herramienta más poderosa que tenemos, y la prueba está en la emoción de la gente sin importar si estamos en Argentina, Estados Unidos o en cualquier país de Europa. Hay una misma fibra sensible en todos los seres humanos que es universal, que se conmueve cuando la propuesta es verdadera, algo que al mismo tiempo nos llena de orgullo y responsabilidad. Por eso, la idea es tener siempre muy en claro que no somos un grupo que entretiene y que “adorna” su propuesta musical con un vestuario, sino que, por el contrario, estamos dejando un mensaje, una voz.

—Desde afuera se percibe que la búsqueda de Tonolec es algo que tuvo un comienzo pero que, por el momento, no tiene un final cercano, ¿es así?

—Es claro que arrancamos hace unos quince años, junto con Diego (Pérez, quien la acompaña musicalmente), un recorrido para empezar a descubrir una cultura que es milenaria; buscamos investigar y tratamos de comprender a través de la música el mensaje de estos pueblos, su cosmogonía, es decir de qué manera ellos entienden el mundo. Todo eso nos ha ido transformando, porque Tononlec no sólo ha sido una transformación para nosotros a nivel artístico sino sobre todo a nivel personal. Ya no somos los mismos, tenemos otra manera de vivir y de ver el mundo. El tiempo para nosotros ahora tiene otro valor, resaltamos la figura de los ancianos como los sabios; entendimos que el silencio también es una nota musical. Hay que aprender que muchas veces uno no tiene que decir nada, y eso se puede volver algo perfecto. Por eso siempre digo que Tonolec es una puerta que se abre y que en quince años apenas si pudimos divisar el picaporte.

Una larga militancia desde el arte y la cultura

Charo Bogarín nació en Clorinda (Formosa) en 1972. En 1976, su padre, un congresista peronista de las ligas agrarias, fue secuestrado y desaparecido por la última dictadura cívico-militar, por lo que se mudó junto con su madre, maestra de frontera, y su hermana, a la ciudad de Resistencia (Chaco), donde comenzó su formación artística.

En estos años, Tonolec, palabra de origen qom que refiere a un ave de canto hipnótico del monte chaqueño, ha tenido una férrea postura en defensa de los derechos humanos. Es por esto que la cantante y bailarina habló de lo que sucede en el país por estos días y, entre otras cosas, opinó acerca de las declaraciones del ministro de Cultura porteño, Darío Lopérfido, quien dijo que en la Argentina “no hubo 30 mil desaparecidos”. “Como la mitad de los argentinos, no puedo comprender estos pasos que se dan para atrás y este tipo de declaraciones en los tiempos que corren. Es algo que me llena de preocupación y, como a muchos argentinos, me mantiene en un estado de alerta, y no sólo me preocupan las declaraciones sino también las acciones que se emprenden a través de decretos, siendo que este gobierno llegó al poder democráticamente, por el voto popular. Y por otro lado, y frente a todo lo que pasa, me llena de orgullo el empoderamiento que ha tenido la sociedad. La mitad de la sociedad no está dispuesta a aceptar cualquier tipo de acción, cualquier tipo de gobierno antipopular que se quiera ejercer, y eso es maravilloso”.

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