Ciudad

Juicio por Emi y Facu

“Nunca tuve la posibilidad de pedir disculpas a la familia”

En el día de los alegatos, durante 40 minutos Federico Gómez relató su versión del choque en el que murieron sus amigos. El miércoles de la próxima semana se conocerá la sentencia del juez José Luis Suárez.


“Nunca tuve la posibilidad de poder pedir disculpas o hablar con las familias. Ni cuando estaba medicado y no entendía nada, ni cuando entré en razón”. Federico Gómez, de 19 años, concluyó así su testimonio de casi 45 minutos. Fue el último en las audiencias de debate por el juicio en el que se lo acusa de homicidio culposo agravado. En febrero de 2014, Federico manejaba su Fiat Uno blanco junto a Emiliano Cáceres Ferreyra, Facundo Aguirre y dos chicos más. Volvían de una fiesta en Funes cuando al bajar del viaducto Che Guevara chocaron contra un camión que estaba estacionado por avenida Pellegrini hacia el este, apenas pasada la intersección con Provincias Unidas. Emiliano y Facundo murieron en el acto. El juicio para probar la culpabilidad o no de Federico en el siniestro inició hace diez días.

Ayer se expusieron los alegatos y Gómez, con previo aviso de no responder ninguna pregunta, dio su testimonio de los hechos. La Fiscalía pidió cuatro años de prisión efectiva y diez de inhabilitación para manejar. Los abogados de la querella consideraron una pena de cinco años de prisión efectiva y diez de inhabilitación para manejar. La defensa, por su parte, pidió la absolución del joven. El miércoles será la audiencia en la que se conozca  la decisión del juez José Luis Suárez.

Federico Gómez habló sin pausa. Los hechos que describió fueron los que se escucharon reiteradamente; los mismos nombres y pasajes destinados a probar el consumo o no de alcohol del joven, la velocidad a la que manejaba y, en consecuencia, su culpabilidad o no en el siniestro. La diferencia del testimonio es que fue Federico el que habló, el foco del debate durante las audiencias. Al tomar la decisión de declarar, Gómez se expuso a la posibilidad de hablar ante un público y ser interpelado. En este juicio, las intervenciones del público sucedieron más de una vez. Pero ayer, los testigos presentes, en su mayoría familiares y amigos de las víctimas, guardaron un respetuoso e intenso silencio. Sólo se intercambiaron miradas y gestos.

El imputado se mostró, tal como lo hicieron sus compañeros que también testificaron, como un chico de 19 años. Recordó, así, que en la estación de servicio ubicada en San Martín y Uriburu hicieron un evento en Facebook invitando a la fiesta del 22 de febrero, previa al siniestro. Dijo que estaban contentos. Federico se acordó que días anteriores al evento, Facundo repitió de año. Y que por eso y por algunas horas pararon la venta de entradas y fueron con él a un quiosco, a tomar una Coca. “Nos apañábamos”, especificó.

Según su relato, el día de la fiesta su mamá le preparó la cena y él no llegó a comer. Recordó la fiesta y que a las cuatro y media de la madrugada empezaron a bajar la música. En algún momento de la noche, declaró, tomó dos o tres tragos de una cerveza. Contó que a la hora de volver, el padre a cargo en el evento y también testigo del juicio, les acercó unas cervezas que habían sobrado, para que las guarden y se las repartan. Un amigo de Federico le preguntó si estaba bien para manejar, él aseguró que sí. El joven sólo había manejado a Funes por este evento. El amigo sentado al lado suyo en el auto le ayudaba a recordar el camino, que no tiene señalización. Decidieron ir hacia el lado de Pellegrini y Federico admitió que no conocía el recorrido. “Íbamos con las ventanillas cerradas, cantábamos. Se abrió una cerveza, creo”, detalló.

El joven recordó un pozo en la intersección de la autopista con Provincias Unidas. Su acompañante dijo “¡Uh!”. “Como diciendo, ‘nos lo comimos’”, explicó.  Después, nombró dos camiones: uno circulando por el carril izquierdo, una maniobra para esquivarlo, y el otro estacionado. Y el choque.

“Hacía un calor terrible en el auto, sentía que iba a explotar. Les dije a todos que bajaran. Vi el techo del auto abollado y pensé que en mi casa iban a matarme. Después les avisé a mis amigos que les dijeran a Facu y Emi que se bajaran. Uno se asomó al auto, miró y se agarró la cabeza”. Federico repitió incesablemente la palabra “lloraba”: dijo que él lloraba, que sus amigos lloraban y que la gente que se acercaba al lugar del hecho también lloraba.

La escena que describió se limitó a esa angustia. En la sala de audiencias se sintió con un silencio sumamente intenso. Luego Federico contó los exámenes médicos que le hicieron y el tratamiento psiquiátrico que comenzó. Dijo que en septiembre le bajaron la dosis de medicación y empezó a entrar en razón. “No sabía bien qué pasaba afuera, estaba en mi casa. Me enteré después de que me trataban de asesino y esas cosas. Yo le preguntaba a mi mamá y ella me decía que no pasaba nada, no me contaba. Yo quería ir a visitarlos y ella me decía que no podía. Y fue así. Nunca tuve la posibilidad para poder pedir disculpas o hablar con la familia. Ni cuando estaba  medicado y no entendía nada, ni cuando entré en razón”.

Solicitaron sentencias desde 5 años a absolución

Las primeras tres horas de la audiencia de ayer correspondieron a los alegatos finales de la causa. La Fiscalía y la querella coincidieron en que lograron probarse las que ellos consideraron las causas del siniestro: que Federico Gómez estaba alcoholizado y conducía a alta velocidad. Las pericias, el video de la cámara de seguridad, el examen de alcoholuria y los testimonios de los jóvenes que estuvieron en la fiesta fueron las pruebas determinantes para la fiscalía y los abogados de las familias de las víctimas.

“Federico Gómez violó un deber de cuidado fundamental, el de respetar el límite de velocidad”, señaló el fiscal Walter Jurado.  Desde la Fiscalía consideraron que se probó la autoría del joven en el homicidio culposo agravado y que no corresponde una pena condicional, sino prisión efectiva. También solicitaron diez años de inhabilitación para manejar.

Ignacio Carbone, el abogado de la familia de Emiliano Cáceres, señaló que no hay dudas de la conducta de Gómez y de dos factores determinantes: la alta velocidad y el abuso de alcohol. Carbone pidió al juez cinco años de prisión efectiva y diez de inhabilitación del carné. En los alegatos iniciales, la querella había pedido cuatro años. El abogado consideró que esta pena significaría una reparación para este caso y para la sociedad. En ese sentido, recordó que en 2014 hubo más de un muerto por día por siniestros viales en Santa Fe.

“No pedimos venganza, sí una pena ejemplificadora que baje estas estadísticas”, remarcó. Además, solicitó que se abra una investigación por falso testimonio al padre que estaba a cargo en la fiesta. Germán Francesio, abogado de la familia de Facundo Aguirre, alegó en el mismo sentido que Carbone y la fiscalía. También pidió cinco años de prisión efectiva, uno más de la pena que solicitó a principio del juicio.

La defensa del imputado pidió la absolución para el joven. En caso de que el juez considere responsabilidad penal, solicitó una condena mínima tanto para prisión como para la inhabilitación El abogado Jorge Bedouret consideró que no pudo acreditarse ni la velocidad a la que manejaba el joven ni su estado de ebriedad. Sí que pudieron constatarse las que él consideró trampas reales: un badén que afectó la velocidad y estabilidad de un automóvil, un camión transitando por el carril izquierdo y otro mal estacionado. Por eso señaló un nexo de causalidad interrumpido, partiendo de la base que entre el conductor y el siniestro hubo tres “obstáculos”: el badén y los camiones.

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