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Informe Especial

Michael Schumacher: querida prudencia

En medio de las recurrentes versiones de su estado de salud y con su recuperación bajo un estricto hermetismo, una novedosa iniciativa lo vuelve a poner en el foco.


Otra vez. Aunque esta vez tiene un significado sensiblemente diferente: Michael Schumacher vuelve a ser noticia; pero no a raíz de algún rumor pasajero o, tal vez, por alguna mentira de alguien que, disfrazado en su aburrimiento o mala intención, lanza alguna versión sobre su salud con la efímera propiedad de perdurar lo mismo que la estela de un avión a chorro sobre un cielo diáfano.

Semanas atrás, los fanáticos del piloto alemán, heptacampeón del mundo de Fórmula 1, se desayunaron con la novedad de la sorpresiva apertura de dos cuentas oficiales de Instagram y Facebook, a la que posteriormente se le sumó otra de Twitter. “Bienvenidos al paddock de Michael”, rezaba el mensaje en sus redes sociales, lo cual decantó un aluvión de seguidores a las pocas horas de la noticia.

Y esto generó renovadas expectativas. Más aún con la desinformación reinante que la propia familia, con derecho lógico, viene llevando adelante desde que Schumacher ingresó al hospital de Grenoble, luego de que se produjera el accidente mientras esquiaba sobre los Alpes franceses, que le deparó una grave lesión en su cráneo, hace ya casi tres años atrás; y además, cuando su recuperación inició una fase crucial en su híper vigilada mansión en Ginebra, Suiza; en una estadía donde casi nada más se pudo saber de su condición.

Ante tal estricto hermetismo, el año pasado, la portavoz Sabina Khem se vio forzada a cesar temporalmente su trabajo: una decisión lógica que fue bien recibida por la esposa de Michael, Corinna, quien naturalmente continúa al frente de todas las decisiones. En su momento, Khem se expresó al respecto mediante un comunicado explicando los motivos por los cuales su presencia, en aquel momento, se había vuelto estéril. Esta medida, frente a una multitud ávida de novedades, se tradujo a una sensación de desesperanza; de un desaliento en caída libre.

Pasaron los meses; y a partir de ellos sólo se conocieron versiones de todos los hombres que, en su momento, compartieron los instantes más exitosos de la carrera del piloto alemán. Detrás de todos estos dichos desfilaron nombres como Jean Todt, antiguo director del equipo Ferrari, hoy presidente de la FIA; Ross Brawn, jefe técnico en Benetton, Ferrari y Mercedes; también apareció la silueta de Luca Cordero di Montezemolo, otrora presidente de Ferrari y de Bernie Ecclestone, figura comercial más importante de la F1: todos ellos hablando de lo bien y de lo mal que lo veían. Estas noticias alcanzaron su pico máximo en las redes sociales, e incluso volaron con la misma rapidez de un cóndor sobre los picos más altos de las publicaciones especializadas a nivel mundial.

Pero todas estas interpretaciones estaban cocidas bajo un maquiavélico proceso de producción necesario para la industria periodística más retorcida, a luz de una vidriera amarillista, ciertamente, tan carente de buen gusto como de honestidad. Cada vez que algo por el estilo irrumpía en algún titular, días posteriores, los mismos actores de reparto se mostraban moralmente “obligados” a desmentir tales hechos de ficción. Y así sucesivamente; hasta el hartazgo.

No hace mucho, me convencí que todos ellos, al igual que el resto que queremos volver a ver a Michael Schumacher recuperado, nos habíamos convertido en los rehenes de la esperanza. Ya sea por cercanía o por ansiedad, acudimos al papel de ser protagonistas centrales de un auditorio teatral, con una proclive y desilusionante ausencia de una obra en cuestión. Intentando evitar ser la reiterada presa, supe escribir que era necesario dejar a un lado los egoísmos generados por el cariño idílico por esta leyenda del deporte, o interés mediático, y esperar, con suma paciencia, que desde el seno familiar, en algún momento, quizá, nos dejen oír eso que tanto deseamos oír.

Y por estos días llegaron algunas novedades: la noticia partió desde sus allegados y tiene que ver con una iniciativa sin fines de lucro encumbrada en una cuenta de Twitter bajo la analogía del hashtag #NeverGiveUp (Nunca rendirse) #KeepFighting (continúa luchando), con origen en la web (www.keepfighting.ms). Estas acciones están destinadas a propiciar “actitudes positivas que fomenten el hecho a otras personas a no rendirse nunca”, según expresó su esposa Corinna, en una de sus contadas apariciones públicas. Sabine Khem, en tanto, dejó saber que la intención de la iniciativa Keep Fighting es expandir el convencimiento de cada individuo. “Es un mensaje que no sólo es válido por las carreras. De esta forma queremos transformar un evento terrible en algo positivo. La iniciativa es sobre coraje, esperanza y la confianza en uno mismo”, comunicó.

Al mismo tiempo, su vocera volvió a repetir que no hablará por el momento de la salud del propio Schumacher, pidiendo la compresión de todos: “La familia eligió llevar la convalecencia de Michael en privado y debo respetarlo, así que es difícil para mí decir mucho más”, le dijo Khem a la BBC.

Y aunque todo parece no cambiar, algo ya ha cambiado. La creación de un puente comunicacional oficial bien puede ser, en sí mismo, y a la manera de ver del eterno Marshall McLuhan: el mensaje. Se podría interpretar que con Sabine Khem nuevamente activa en sus funciones, podría haber alguna novedad que comunicar en algún plazo no tan lejano; aunque también podría aún restar una creciente y paciente espera. Cuando algo es imposible de controlar, no suena tan descabellado plegarse a las olas de un océano esperando que la tormenta, de una vez por todas, llegue a su fin.

Un mensaje de calma y prudencia: un repelente eficaz y provocador ante la reinante ansiedad de los fanáticos; y también del periodismo.

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