Espectáculos

Memoria sobre el llamado “amor prohibido” de Perón

Narrado por uno de los protagonistas, el libro de Zavala cuenta el amorío del líder con una adolescente y sus consecuencias.


HISTORIA
Amor y violencia. La verdadera historia de amor entre Nelly Rivas y Perón
Juan Ovidio Zavala
Editorial Planeta, 312 páginas

Uno de los casos más complejos del peronismo, hacia el fin de su primer gobierno, fue la relación de Juan Domingo Perón con Nélida Rivas, la joven de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) que “El General” conoció en la Quinta de Olivos en sus criticados paseos en motocicleta. Desde la oposición se utilizó ese romance para acusar al líder político de una serie de imputaciones que van desde la perversidad hasta la hipótesis del “envejecimiento prematuro de Perón”, en 1953. Tras haber transcurrido 60 años, un hombre –protagonista en primera línea– se atreve a narrar esa historia e intentar ponerla en un marco más verosímil. Sin embargo, con su libro Amor y violencia. La verdadera historia de Perón y Nelly Rivas, Juan Ovidio Zavala entrecruza su propia historia de vida porque fue el abogado de la familia Rivas luego de haber sido un perseguido político del gobierno iniciado en 1946. A modo de reconciliación, en su texto, el autor cuestiona a los golpistas de la autodenominada Revolución Libertadora porque usaron a una “menor” para desprestigiar e intentar liquidar a su oponente.

Dos vidas

Con el pretexto de terminar con persecuciones políticas, entre otras persecuciones, en el golpe de Estado de 1955 deponen a Juan Domingo Perón y se impone el gobierno de la Revolución Libertadora que inició otra forma de persecución, en este caso a todo lo que sonara a peronismo. En ese giro histórico se cruzan dos historias, la de una mujer peronista y la de un hombre antiperonista cuyas experiencias marcan y describen el sentido de la época.
Por un lado está Nélida Haydée Rivas, una joven estudiante de secundaria, hija de obreros, que participa de las actividades culturales y deportivas de la UES en la Quinta de Olivos. Allí, con 14 años, conoce a Perón en 1953.
“Sí, claro que (Nelly) era menor y el contacto social con Perón empezó a los 14 años. Ella era muy inteligente y tenía mucha personalidad. Tenía mucha relación con sus padres porque era hija única, hija de obreros y su grupo familiar era muy concentrado. Perón a su vez era un hombre muy llamativo en su apariencia, era inteligente y mentía mucho, y sabía manejar distintas situaciones”, señala Zavala.
Como muchas mujeres de esa época, Nelly se enamora del presidente y sobre eso el autor sostiene que fue “amor verdadero, no tengo ninguna duda. Ella tenía un metejón y actuó como una mujer enamorada. Incluso empezó a actuar con mucha seriedad, como cualquier mujer enamorada. No creo que haya mucha diferencia entre las mujeres en esa situación. Él también se enamoró. En las cartas de Perón, cuando se va en la cañonera paraguaya, le dijo que era lo único querido que le quedaba”.
Nelly cumplió sus quince años en la Mansión Unzué (la entonces residencia presidencial, hoy Biblioteca Nacional) y, como pareja de Perón, tuvo el privilegio de asistir al primer Festival de Cine de Mar del Plata de 1954, donde pudo también codearse con artistas internacionales. Pero la joven no ocupó el mismo espacio de Eva Duarte de Perón, sino que adoptó otra postura junto al presidente. Nelly adoptó el rol de un ama de casa, de una mujer silenciosa al lado del líder.
“Ella tenía poco juego en el quehacer cotidiano (en el sentido de lo político) y entonces se ocupaba de las cosas a las que ella tenía acceso. En ese sentido ella fue el pretexto. La situación de Nelly fue corrompida por la acción de la Libertadora” –señala Zavala–, que la utilizó para juzgar a Perón.

Las cartas de Perón

Cuando estalló el golpe de Estado que impuso al gobierno de la Revolución Libertadora, empezó un itinerario trágico para Nelly. Ante el peligro que corría el depuesto presidente, la joven se fue con sus padres y Perón le envió cartas de amor y de decepción con la situación que lo desgarraba planeando con ella un reencuentro, una vida futura en el exilio. Incluso Perón mandó a buscarla, pero Nelly y las cartas cayeron en manos de la Policía Federal y de oficiales de la Marina, quienes en una requisa a la casa de la joven entraron al grito de “¿Así que vos sos la putita?, llevándose dinero y objetos que nunca fueron recuperados. Según Zavala, la misma actitud habían tenido las fuerzas policiales antes con los antiperonistas, y de un día para otro, la arremetida fue hacia los peronistas. Los policías y marinos tomaron a golpes al padre de la joven. Así empezó el proceso judicial de la Libertadora contra Nelly y su familia, un verdadero calvario y una caza de brujas mediada por una injustificada moral social.
“Cuando me consultaron y me contaron la historia, yo les dije que tenían la obligación moral de defender a la familia Rivas y termino tomando el caso. Yo estaba con cuatro estudiantes más en un comité que promovía la candidatura de Arturo Frondizi y tenía que enfrentar la situación que se me presentó. Agarré el teléfono y le dije a Frondizi que estaba a punto de tomar un caso pero quería evitar afectar su candidatura presidencial. Frondizi me dijo que el abogado que cumple con su deber no le hace mal a la causa del partido. Asumo que fue una experiencia enorme con la que aprendí mucho”, cuenta Zavala sobre cuando se convirtió en abogado defensor de los Rivas a pesar de haber sido preso político durante el peronismo, período donde también confiesa  haber sufrido torturas.
En ese marco los padres de Nelly fueron acusados de facilitar el “estupro”, y su hija fue a parar al asilo San José, junto a meretrices menores de edad, entre otras presas. Luego de un desgastante proceso judicial, los Rivas son sentenciados a tres años de cárcel en 1958 que, aconsejados por personal de la Justicia, deciden no cumplir hasta que la causa prescribe. Para entonces el daño ya estaba hecho. La relación de Nelly con Perón se opacó porque el líder pensó que ella había entregado las cartas –y con ellas su confianza y afecto–, como había mentido a la sociedad a través de las noticias el gobierno de la Libertadora.
“Ella se quedó muy afectada con respecto a la relación. El matrimonio fue una alternativa común que se tomaba en la época, y ella la tomó para no ser excluida. No todos los segundos matrimonios son buenos. El muchacho con el que se casó era una buena persona, era un empleado de la Embajada norteamericana y fue despedido inmediatamente cuando se enteraron que se casaba con Nelly”, contó Zavala.
De esa forma Nelly intentó reconstruir su vida y posteriormente, al regreso de Perón a la Argentina, pudo reencontrarse con él. Pero el encuentro fue muy frío. En tanto, Zavala rememora: “Dos veces volví a ver a Nelly Rivas, antes de que el entorno familiar se cerrara sobre ella, acaso intentando preservarla (o preservarse) de nuevas intromisiones en su vida privada. Fue en aquella primavera, la del 89 (…) cuando pensé que un libro sobre su historia con Perón sería otra manera de hacerle justicia”.

Zavala, un paso por la cárcel y la tortura 

“Me hicieron agachar la cabeza para engañarme, pues no es necesario hacerlo al entrar en la pieza de las torturas, que tiene una puerta normal. Queda a tres o cuatro pasos del primer calabozo y de día se la usa como oficina de los trabajos de rutina. Dos mesas, una junta a la otra, constituyen el caballete de tortura y la dínamo, cordones eléctricos, picana, mordaza, algodones y ligaduras se guardan en una muy manuable valija. Había en la pieza cuatro o cinco personas más que esperaban. Me desnudaron. El silencio reinante hacía el clima propicio mi miedo”, relató Zavala sobre su dramático paso por las cárceles argentinas, a la vez que equipara su sufrimiento al que sufrió Nelly Rivas. En 1955, Zavala fue designado director nacional de Institutos Penales, puesto que ocupó por pocos días por rechazar practicar la tortura. Al año siguiente, acepta ser el abogado de los Rivas. Posteriormente, Zavala forma parte del gobierno del presidente Arturo Frondizi tomando la gestión del transporte porteño.
El hecho de haber pasado por la cárcel del gobierno peronista y, posteriormente, haber defendido a una persona del riñón más íntimo del peronismo, le otorgan una importante ventaja a Zavala para narrar y opinar sobre lo acontecido tanto a Nelly Rivas como a la Argentina. Su relato resulta sumamente perturbador, por momentos incómodo, aunque al mismo tiempo necesario. Más que detalles de sus vidas, la historia presenta los resortes de la Argentina durante y posterior al peronismo, de quien el escritor se permite opinar libremente.
Tal vez, el autor no lo quiso destacar pero se asoma el papel de la prensa ya en ese entonces. La verdadera caza de brujas, el puñal para herir de muerte al peronismo, fue planeado de ese modo por la Libertadora. El gobierno militar montó un escenario con su principal actriz dramática, y para dar mayor difusión, se llamó a cinco periodistas extranjeros de Associated Press para “entrevistar” o interrogar a Nelly, que por entonces seguía siendo menor.

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