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Noroeste

Matan al Negro Cali, un pesado de Empalme Graneros

Al Negro Cali lo ultimaron anteanoche de varios tiros en el abdomen en su compraventa. El año pasado firmó abreviado a 45 días de cárcel tras secuestrar y golpear a dos hombres para intentar recuperar la moto que le habían robado a su mujer.


Carlos Alejandro Paz fue asesinado anteanoche mientras atendía a tres clientes en la vereda del galpón de compraventa que funciona delante de su casa y en el cual trabaja toda su familia, en Empalme Graneros. Descargaba cerámicos cuando un auto de color claro apareció en medio de la oscuridad y, desde la ventanilla, un desconocido le disparó varias veces. Llegó al hospital Alberdi agonizante y murió minutos después de su ingreso. Conocido como Negro Cali, tenía 44 años y había pasado más de una década desde que su nombre se vio vinculado con la célebre banda del Francés, dedicada al tráfico de drogas y liderada por un polaco con residencia en Misiones que está preso, de nuevo, por una causa similar. Es que en 2002 el Negro Cali había sido detenido en el norte de la provincia cuando custodiaba armado un camión que venía a Rosario con 280 kilos de marihuana, delito que le valió una condena a siete años de prisión, recordó un viejo detective. El año pasado volvió a ser detenido tras un oscuro episodio en el que fue acusado de secuestrar y extorsionar a un hombre y a su hijo en Nuevo Alberdi: cerró el caso con un abreviado a 45 días de prisión. Una venganza es la principal hipótesis del crimen.

Según contó un familiar, anteanoche alrededor de las 20.30 el Negro Cali estaba atendiendo a tres clientes en la vereda, en Schweitzer al 6800. En el amplio predio de compraventa se apilan distintas ofertas tanto en el interior del galpón como al aire libre. Sillas de hierro para el jardín, rejas para puertas y ventanas, una decena de bachas para el baño, conviven con un corral donde se crían caballos. Atrás, se levanta la vivienda en la que vivía con su mujer y sus tres hijos de 25, 22 y 15 años.

De acuerdo con esta versión, uno de los vendedores que había llegado a su puerta le estaba ofreciendo unos cerámicos cuando apareció el auto. Un desconocido bajó la ventanilla y apuntó con un arma derecho hacía él.

Enseguida, los vecinos escucharon varios disparos y el hombre de 44 años cayó herido. Patricia, la mujer con la que compartió casi toda su vida, estaba a media cuadra en la iglesia evangelista del barrio cuando un vecino llegó corriendo para avisarle que habían atacado a su esposo. Enseguida, lo subieron a un auto y lo llevaron al hospital Alberdi. Entró a las 20.50 con múltiples heridas de arma de fuego en el abdomen y murió apenas 25 minutos después.

“Arruinaron una familia. Patricia y los chicos están destrozados”, dijo ayer su cuñada y agregó: “Hablamos toda la noche con mi hermana tratando de entender. Él no tenía un problema con alguien como para que vos pienses que podía pasar esto. Era nacido y criado en este barrio, todos lo conocían”.

“Trabajó siempre acá: primero tuvo un flete y hace tres años abrió el negocio de compraventa; también criaba caballos y los hijos lo ayudaban en todo. No sé que vamos a hacer ahora”, dijo la mujer.

La Banda del Francés

Hace 14 años, en septiembre de 2002, el Negro Cali cayó detenido en la localidad de Malabrigo, en el norte provincial, junto con Walter Daniel Jure, rememoró ayer un veterano investigador. Los dos hombres custodiaban armados un camión que transportaba 280 kilos de marihuana que venía a Rosario. En ese entonces, la Dirección de Drogas Peligrosas provincial tenía en la mira la carga en el marco de una investigación llamada Viento Sur que había permitido el año anterior el decomiso de una cantidad similar de esta droga en Venado Tuerto.

Ese operativo desbarató la  Banda del Francés, denominada de esta forma por una de las nacionalidades de Slawomir Polus, polaco de nacimiento y conocido como el Francés Thierry. Polus volvería a ser detenido en 2013 en Misiones y el entonces secretario del Ministerio de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, lo definió como el Rey de la Marihuana, que contrabandeaba cannabis y que incluso la exportaba a Chile, previo paso por Granadero Baigorria, donde vive su mujer y donde Polus alternaba con su domicilio en Puerto Mado (Misiones), en la frontera con Paraguay.

Tras aquella detención en 2003 Cali fue condenado a siete años de prisión acusado de custodiar con armas nueve milímetros el camión interceptado un año antes. En ese juicio también recibieron penas el Francés y Jure, quien volvería a las crónicas policiales como imputado en la megacausa Monos y quien el año pasado marchó preso como líder de otra banda narco con pata policial.

“Conmigo no se jode”

En noviembre del año pasado, al Negro Cali le imputaron haber irrumpido en una casa en compañía de su hijo y otros dos pistoleros en busca de un joven al que acusaban de haberle robado la moto a su mujer. La vivienda estaba en la zona rural de Nuevo Alberdi y como no encontraron al joven que buscaban como sospechoso, secuestraron a punta pistola al padre del chico y a un vecino con el objetivo de que el muchacho apuntando apareciera, o bien que alguien devolviera la moto sustraída o pusiera veinte mil pesos en concepto de indemnización, siempre según la imputación.

“La escena terminó cuando el mensaje parecía haber sido dado: conmigo no se jode”, describió una fuente de la investigación sobre el momento en que el verdugueo de golpes y cortes con armas blancas sobre las dos víctimas acabó en el galpón de compraventa a donde habían llevado a los cautivos, el mismo en el que Cali fue ultimado anteanoche.

Según trascendió en la audiencia imputativa, luego de una negociación por dinero que no dio frutos –ya que quien estaba del otro lado de la línea, tío del muchacho sospechado en el robo del rodado, informó que debían esperar hasta la apertura de los bancos–, los captores dejaron ir a las víctimas bajo promesa de entregar el dinero a primera hora de la mañana. Mientras tanto, la Policía había sido alertada y arrestó al Negro Cali y a su hijo en el mencionado galpón. El caso terminó con un abreviado por el cual Carlos Alejandro Paz recibió 45 días de prisión efectiva, dijo un vocero allegado a la causa.

Vínculos con los acusados de matar al Pájaro Cantero y también con Esteban Alvarado

A fines de marzo pasado, una decena de personas fue detenida en lo que se conoció como Operación Guaraní. Se basó en varios allanamientos realizados tras el secuestro de 100 kilos de marihuana en un utilitario procedente de Corrientes que fue interceptado en la autopista Rosario-Santa Fe. La banda, según se conoció en los procesamientos de once personas dictados semanas más tarde, tenía como base de operaciones un complejo de canchas de fútbol en Sorrento al 1400, y en ella tenía un rol fundamental Facundo “Macaco” Muñoz, preso en la cárcel de Piñero por el crimen del líder de los Monos Claudio “Pájaro” Cantero. Según el fallo del juez Marcelo Bailaque, uno de los lugares allanados fue la chatarrería del Negro Cali de Schweitzer entre Colombia y Bolivia, donde la Policía Federal se incautó de 17 envoltorios de marihuana y detuvo a un empleado del Negro Cali. Aunque también estaba mencionado en el expediente, Carlos Alejandro Paz nunca fue acusado.

Pese a esta conexión con la banda acusada de matar al Pájaro Cantero, otro episodio vinculó al Negro Cali con otro jugador de peso en el mundo del hampa local: Esteban Alvarado, condenado a seis años y medio de cárcel en el Gran Buenos Aires como líder de una banda que robaba autos en aquella jurisdicción y los desguazaba o doblaba sus guarismo en Rosario. Es que fuentes de la investigación de un secuestro extorsivo ocurrido en barrio Ludueña dos años atrás, que tuvo por víctima a un vendedor de autos apodado Pilín que tiene familiares condenados por narcotráfico, sospechaba del Negro Cali, con quien la víctima, que fue liberada sin que se pagara rescate, tenía una deuda. Describió de esta manera un vocero de la Policía Federal ese hecho: “El clan de Pilín, asentado en barrio Tango, se pasó del bando del Esteban a los Monos y por eso lo secuestraron a este hombre para que hiciera un pago por ese cambio. Pedían dos millones de pesos. Pero como la mujer denunció enseguida y habíamos descubierto dónde lo tenían secuestrado lo dejaron ir justo cuando el juez dio la orden de irrumpir”. Nunca hubo pruebas para imputar al Negro Cali por este hecho.

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