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Sociedad

Marfil, un negocio imparable

Pese a la prohibición internacional para comercializarlo, la caza furtiva no para y unos 30.000 elefantes africanos mueren cada año por el preciado colmillo. El continente asiático es el principal comprador del llamado “oro blanco”.


En 1989 se prohibió el comercio internacional de marfil y con ello parecía haberse evitado la extinción del emblemático elefante africano. Las poblaciones se recuperaron después de una década de masacres, en la que se había reducido a la mitad el número de ejemplares en todo el mundo.

Sin embargo, un cuarto de siglo más tarde, todavía hay un comercio floreciente de marfil y la Unión Europea es uno de sus principales actores mediante la exportación del codiciado material al creciente mercado asiático.

Los ecologistas dicen que esta situación socava la prohibición y alimenta el comercio ilegal, dadas los recientes aumentos de caza furtiva, que cada año dan lugar a 30.000 víctimas nuevas de elefantes africanos.

“Cualquier mercado comercial de marfil ofrece una oportunidad para el tráfico ilegal, ya que es difícil de controlar si una pieza es legal o no”,z explica Will Travers, presidente de la organización internacional para la conservación y los derechos de los animales Born Free. “Cualquier forma de comercio anima a los cazadores furtivos”, añade. Ellos mismos se dicen: “Si existe un mercado, vamos a tratar de usarlo”.

Demasiadas lagunas legales

Según los ecologistas, parte del problema son las lagunas legales de la prohibición. En 1989, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (también conocida como Convenio Cites, en sus siglas en inglés de The Convention on International Trade in Endangered Species of  Wild Fauna and Flora), uno de los mayores acuerdos internacionales sobre protección de especies, prohibió el comercio internacional de marfil pero le siguió dando vía libre a la venta del mismo en el mercado nacional.

Además, existen otras excepciones. Por ejemplo, está permitido exportar marfil a “efectos personales” para fines no comerciales. Asimismo, a los cazadores de caza mayor también les está permitido llevarse dientes de marfil a su casa como trofeo de alguna expedición.

También es legal la venta de antigüedades previas al Convenio Cites, que data de 1976, fecha en la que los elefantes africanos se clasificaron como especie amenazada, así como el comercio de marfil de mamut.

Elena Tennigkeit, propietaria de la empresa alemana Ox-Gallstone GmbH, que comercia con marfil y otras materias primas, explica que su compañía compra colmillos de elefante procedentes de colecciones privadas y de subastas, por ejemplo, trofeos de caza heredados por una generación a la que no se le ocurre colgarlos en la pared. “En Europa nadie quiere más marfil. A la gente no le gusta”, añade.

En gran parte de Asia, sin embargo, es un codiciado objeto de lujo y está considerado como “oro blanco”. Tennigkeit afirma que el marfil antiguo de Europa satisface una demanda limitada, y elitista, en Asia, que de otro modo sería satisfecha por la caza furtiva.

“Si Europa destruye el marfil que tiene, no va a mejorar la situación de los elefantes”, afirma Tennigkeit.

Efecto de una señal

Algunos conservacionistas no están de acuerdo. Dicen que destruir las existencias de marfil, tal y como lo han hecho países como Kenia, Estados Unidos y China desde 1989, envía un claro mensaje de que el comercio de marfil es inaceptable.

Y este tipo de señales son importantes. Travers dice que la experiencia reciente ha demostrado que el comercio legal de marfil no mitiga la caza furtiva, sino todo lo contrario, envía un mensaje de que el marfil sigue siendo un mercado muy interesante.

Cuando Botsuana, Namibia, Zimbabue y Sudáfrica se movilizaron con éxito para reducir el estado de amenaza de sus poblaciones de elefantes, abrieron el camino para una libre, y extraordinaria, liquidación de las reservas de marfil en 1999 y 2008. Pero, como resultado, aumentó la caza furtiva.

Marfil sangriento

Entre 30.000 y 50.000 elefantes fueron anualmente asesinados después de la venta extraordinaria por liquidación de marfil africano a China, que tuvo lugar en 2008. Sólo Tanzania perdió una media de más de 1.000 elefantes al mes entre 2009 y finales de 2014.

“Tal y como predijimos, esto avivó la demanda, enviando un mensaje claro de que el comercio de marfil todavía estaba vivo y, además, era atractivo”, dice Travers. “Creo que sólo se puede llegar a la conclusión de que estas ventas fueron el detonante de esta escalada masiva de caza furtiva, que hasta ese momento se había reducido bastante”.

Por otra parte, activistas como Daniela Freyer, del grupo de conservación Pro Wildlife, de Múnich, están preocupados por el “blanqueo” de marfil cazado furtivamente a través del comercio legal. “En realidad, nadie puede determinar la antigüedad del marfil”, critica Freyer.

El marfil pre-Convenio sólo puede ser exportado con un certificado de antigüedad y la comerciante de marfil Tennigkeit insiste en que conseguir ese certificado es un proceso complejo y costoso, lo que deja poco lugar para la duda en cuanto al origen del marfil.

Por el contrario, Freyer argumenta que los certificados pueden ser falsificados. Asimismo, otro de los temores es que incluso los certificados auténticos pueden ser manipulados después de haber sido usados en el mercado asiático y reutilizarse para importar marfil ilegal.

Lecciones aprendidas

Los conservacionistas Travers y Freyer dicen que se ha aprendido de la lección con las “ventas extraordinarias” y que hay un nuevo impulso para acabar con el comercio de marfil.

En enero, Hong Kong, un importante centro de distribución en el comercio internacional de marfil, anunció que prohibiría las importaciones y exportaciones de este bien, y tomaría medidas para el cierre gradual de su mercado interno. Este comunicado se produjo poco después de similares compromisos entre los Estados Unidos y China en un acuerdo conjunto firmado el año pasado. China es el principal cliente final de marfil y, de acuerdo con algunas estimaciones, los Estados Unidos ocupan el segundo lugar. La Unión Europea, el mayor exportador de marfil del mundo antes de la Convención, por el contrario, se está quedando atrás.

“La UE tiene que enviar una señal política. Cada vez más países destruyen sus existencias de marfil y prohíben su comercio interno. En este sentido, se echa de menos la voz de la UE en estos acuerdos internacionales. Europa simplemente continúa con su comercio de marfil”, critica Freyer.

La presión pública

Francia, Alemania, el Reino Unido, Austria, Suecia y los Países Bajos ya han prohibido la exportación de marfil pre-Convenio y han pedido a otros Estados miembro de la UE que hagan lo mismo.

Pero debido a que todavía es posible transportar marfil dentro de la UE, el material proveniente de países con una prohibición de exportación aún encuentra su camino hacia el mercado internacional. Por ello, muchos sostienen que es necesario establecer restricciones en el ámbito europeo.

La Comisión Europea, por su parte, afirma que no tiene ninguna evidencia que sugiera que el comercio legal de objetos antiguos de marfil en la UE se utilice para “blanquear” el marfil ilegal. Sin embargo, su portavoz, Enrico Brivio, dijo que a partir de marzo un nuevo plan de acción de la UE contra el tráfico ilegal de vida silvestre contemplaría los grandes volúmenes de marfil pre-Convenio exportados desde Europa.

“Queremos asegurarnos de que esta situación no alimente la demanda asiática de marfil, que ha crecido considerablemente en la última década”, explica Brivio.

Queda por ver si el plan sentará las bases para la prohibición del comercio de marfil restante en Europa. Pero Travers, que trajo un camión cargado de peticiones firmadas a la Asamblea de 1989, año que marcó el comienzo de la prohibición internacional de comercio, afirma que las personas preocupadas por la situación de los elefantes hoy en día tienen más influencia que nunca.

“Con el desarrollo de las redes sociales hoy en día todos podemos informarnos y tomar parte. Podemos, por ejemplo, contactarnos con nuestros parlamentarios y apoyar iniciativas de proyecto con solo apretar un botón. Eso es innovador en toda la democratización de este proceso”, concluye.

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