Edición Impresa

Sociedad

Manuel Ugarte y su lucha por la unidad latinoamericana

Denunció la invasión de EE.UU. a Cuba y por su militancia antiimperialista fue expulsado por el Partido Socialista.


Nacido el 27 de febrero de 1875 en el seno de una familia aristócrata, desde joven mostró una vocación literaria. Su maravillosa prosa fue reconocida en toda Europa y América latina, llegando a ser codirector de la revista Monde junto a Miguel de Unamuno. No obstante ello, durante años Manuel Ugarte fue un absoluto desconocido en nuestro país.

Por su incansable militancia por la unidad latinoamericana, fue expulsado del Partido Socialista y condenado al silencio y al olvido, se le negó el Premio Nacional de Literatura y hasta un mísero cargo de profesor. Ya en sus primeros pasos como publicista, Ugarte revindica la cultura nacional y la hermandad entre los intelectuales hispanoamericanos.

Desde sus primeras posiciones públicas, se manifiesta en Ugarte lo que será la lucha de su vida: la reconstrucción de la Patria Grande y la lucha antiimperialista.

Cuando en 1898 EE.UU. invade Cuba, Ugarte comienza a vislumbrar el peligro yanqui, ya que el coloso del norte comenzaba a construir una política expansionista y agresiva hacia los países latinoamericanos.

A partir de entonces se sumerge definitivamente en la lucha política, revindicándose socialista y seguidor de Jean Jaurés, cautivado por sus posiciones sobre un socialismo humanitario y reformista y, principalmente, por sus argumentaciones a favor del desarrollo nacional del socialismo, respetando las condiciones específicas de las respectivas realidades nacionales.

“Los grandes imperios son la negación de la libertad”, dirá por esos años, agregando que “los EE.UU. continuarán siendo el único y verdadero peligro que amenaza a las repúblicas latinoamericanas”, advirtiendo a su vez de la necesidad de la unidad latinoamericana ya que “la América del Sur sólo podrá salvarse a condición de unificar su esfuerzo”.

A mediados del año 1901, aparece en El País, de Buenos aires, “El peligro yanqui”, el que será el primer artículo antiimperialista de Manuel Ugarte. En él ya se puede apreciar la máxima preocupación de Ugarte, la unión de los países latinoamericanos, la reconstrucción de la Patria Grande: “Si vemos que las repúblicas hermanas van cayendo lenta y paulatinamente bajo la dominación o influencia de una nación poderosa, ¿aguardaremos para defendernos que la agresión sea personal? ¿Cómo suponer que la invasión se detendrá al llegar a nuestras fronteras? La prudencia más elemental aconsejaría hacer causa común con el primer atacado. Somos débiles y sólo podemos mantenernos apoyándonos los unos sobre los otros. La única defensa de los quince gemelos contra la rapacidad es la solidaridad”.

Por el año 1903 Ugarte adhiere públicamente al Partido Socialista convencido de la necesidad de operar una transformación en la sociedad de manera de acabar con las desigualdades, la miseria y la opresión.

Advirtiendo a la vez que “no hay manera posible de transformar una realidad, si previamente no se ha logrado adquirir un conocimiento detenido y minucioso de la misma”, para lo que es necesario un pensamiento creador, liberándose de fórmulas salvadoras y ajenas. Desde esta concepción sostendrá la necesidad de que los socialistas sean patriotas, pero no con un “patriotismo brutal y egoísta que arrastra a las multitudes a la frontera para sojuzgar a otros pueblos”, sino con aquel que se expresa en la defensa contra las intromisiones. Estas posiciones nacionalistas de Ugarte lo llevaron a confrontar con la dirección del Partido Socialista argentino, el que a través de La Vanguardia (órgano oficial del Partido) afirmaba que “la intervención o conquista de las repúblicas de Centroamérica por los Estados Unidos puede ser de beneficios positivos para el adelanto de las mismas”. Esta desafortunada declaración de La Vanguardia, se ubicaba en las antípodas del pensamiento de Ugarte.

En medio de esta confrontación emprende una gira por los países latinoamericanos, llevando su discurso de la necesidad de la unión latinoamericana para hacer frente al imperialismo. Entonces gritará en cada tribuna que disponga: “Unámonos. Unámonos a tiempo, que todos nuestros corazones palpiten como si fuesen uno solo y así unidos, unidas nuestras veinte capitales, se trocaran en otros tantos centinelas que al divisar al orgulloso enemigo, cuando éste les pregunte: ¿quién vive?, les respondan unánimes, con toda la fuerza de los pulmones: ¡La América latina!”.

Mientras tanto La Vanguardia, nuevamente contradiciendo todo el discurso de Ugarte, saldrá a elogiar fervorosamente el zarpazo yanqui sobre el canal de Panamá ya que para el Partido Socialista argentino “contribuirá probablemente al progreso de Colombia”. La ruptura de Ugarte con el partido sea vuelve inevitable.

Alejado del Partido Socialista, Ugarte continua su predica por la unidad latinoamericana y la lucha antiimperialista, unificando en una sólo bandera la lucha social de los trabajadores y la nacional de los países sometidos. Y ahí estará el eje su pensamiento: la unión de esos dos ismos que para algunos es irreconciliable: el socialismo y el nacionalismo.

Dirá Ugarte al respecto: “Si aceptamos que hay pueblos inferiores dentro del mundo, tendríamos que aceptar que hay clases inferiores dentro de la sociedad y el mismo olvido egoísta se transformaría en arma contra nosotros mismos. Por eso, se une de manera estrecha la causa del proletariado con la causa de la defensa latinoamericana… luchemos no sólo para que los ciudadanos puedan gobernar dentro de la nación, si no para que las naciones puedan disponer de sí mismas dentro de las luchas del mundo, acabando con las dos autocracias, la que nacionalmente se llama tiranía y la que internacionalmente se llama imperialismo”. En ésta definición sobresale lo más importante del pensamiento ugarteano, y el legado dejado a las generaciones futuras, marcando un camino a seguir: la unificación en una sola bandera de la lucha nacional antiimperialista y la lucha de los trabajadores contra sus explotadores, y la necesidad de la unidad latinoamericana a los efectos de desembarazarse del poder imperialista y reconstruirse como la Gran Patria Latinoamericana, objetivo que sólo puede alcanzarse con las clases humildes al frente de la lucha.

Comentarios