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Panorama Político

Luna de miel interrumpida por causas de fuerza mayor

Puede que no se conozcan exactamente las motivaciones que llevaron al presidente a decir lo que dijo sobre el gobierno de Santa Fe, pero lo que sí queda claro es que en adelante las cosas ya no serán como eran.


Puede que no se conozcan exactamente las motivaciones que llevaron al presidente a decir lo que dijo sobre el gobierno de Santa Fe, pero lo que sí queda claro es que en adelante las cosas ya no serán como eran.

El fin de la luna de miel tiene motivaciones políticas, por más que el presidente haya elegido explicitarlo con el argumento “de falta de voluntad para trabajar en equipo”.

Macri no la está pasando bien. Su gobierno hizo promesas que se prorrogan en el tiempo; la inflación sube en lugar de bajar; el tarifazo terminó en un papelón sin antecedentes ni atenuantes, y no hay signos de reactivación económica.

En ese contexto los socialistas santafesinos meten el dedo en la llaga: presionan por el pago de la millonaria deuda histórica de coparticipación (el gobierno ni siquiera armó la comisión negociadora); protestan por la apertura de importaciones; por las suspensiones de trabajadores; exhiben los daños a los entenados del modelo; protestan por el tarifazo; reprochan la falta de asistencia para la inundación, y las obras públicas nacionales se reactivan en cuentagotas.

El cortocircuito que abrió el presidente no es el primer incidente. Ya los hubo en diciembre durante la cacería de los prófugos de General Alvear y en febrero cuando Presidencia intentó bajar al gobernador de la lista de oradores del acto por la batalla de San Lorenzo. En esa oportunidad Macri llegó a Fisherton y se pegó la vuelta.

La Casa Rosada acusa un doble estándar de los socialistas. Dice que Lifschitz pone la mejor cara cuando va a Buenos Aires a gestionar, presentar proyectos y pedir colaboración; pero luego Antonio Bonfatti, Rubén Galassi o el mismo ministro de la Producción Luis Contigiani vuelcan críticas en materia de gestión y marcan distancias políticas. Ni hablar de cuando Hermes Binner apuntó directo al presidente de la Nación: “En el socialismo no hay personas que tengan empresas off shore sino gente de trabajo”.

La pulseada con Santa Fe puede representar un dolor de cabeza para el macrismo. La provincia tiene autonomía económica y la gobernabilidad pasa por el justicialismo y no por el PRO, que se revela como un jugador marginal, con siete bancas de diputados sobre cincuenta, ninguna en el Senado y tres intendencias medianas tirando a pequeñas.

Quizás este punto explique la diferenciación que Macri hizo entre la “actitud” de Lifschitz y la intendenta Mónica Fein, a quien evocó como más abierta al trabajo en equipo.

En realidad la intendenta, por las propias necesidades de gobernabilidad de la ciudad, tuvo que construir otro nivel de diálogo. Los concejales del PRO proveyeron votos cruciales para que el Palacio de los Leones pueda destrabar los asuntos más críticos en lo que va de 2016.

El frente radical

El contexto del cruce entre Macri y Lifschitz se completa con la UCR santafesina, convertida en territorio de disputa entre socialistas y PRO.

Los primeros cuidan a los radicales para conservar entero el Frente Progresista; el PRO los tironea para romperlo y que se sumen a Cambiemos como en otras provincias.

Pero los radicales santafesinos están bastante cómodos como están. Los senadores tienen buena atención del Ejecutivo, recursos económicos y son mimados por Lifschitz. Los intendentes y presidentes comunales otro tanto: les es mucho más importante llevarse bien con el gobierno provincial que con el nacional, y más aún con el de Macri, que a siete meses de gestión aún no termina de poner en marcha la obra pública. Es el caso del propio José Corral: la Casa Rosada le provee vidriera y protagonismo. La Casa Gris se lo retacea, pero en su lugar volcó varios miles de millones de pesos en la ciudad.

Equivoca el análisis quien no entienda que se está hablando de los radicales y no de la UCR. Cada sector –son esencialmente tres– se posicionó de acuerdo a su conveniencia y esto para los socialistas en ocasiones de proyectar armados políticos-electorales resulta una ventaja, pero a la hora de contener a todos se les complica.

Corral, más cerca del gobierno, consigue proyección política personal, pero su grupo carece de peso legislativo  y su influencia partidaria es escasa fuera de la capital provincial.

El MAR es el del equilibrio eterno, que juega a tener una doble vida paralela como el marido infiel: una con el Frente Progresista y otra con Cambiemos.

Y por último el NEO, de mayor presencia territorial, es el menos entusiasta con Cambiemos. El proyecto de poder de quienes forman parte de esta fracción radical está atado a la suerte del gobierno del Frente Progresista y la posibilidad de asociarse al PRO es una carta que se evaluará cuando llegue el momento.

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