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Alumnos universitarios son cada vez menos autónomos

Por Laura Hintze.- En la UNR sostienen que es una tendencia en alza la influencia paterna hasta por lo menos el tercer año de cursado.


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En una librería céntrica una mujer le pide al vendedor una serie de artículos: goma de borrar blanca, lápices 4H, una escuadra, cinta blanca. El muchacho le hace preguntas que ella no sabe responder, y entonces saca un folleto de la UNR donde figura una lista de útiles necesarios para los nuevos alumnos de la Facultad de Ingeniería. “No sé, me lo pasó mi hijo, estoy comprando las cosas para él”, se excusa. Este caso no es el único. Con la llegada de los cursillos y el comienzo del primer año de las carreras universitarias, un ejército de padres y madres se apostan en las puertas de las facultades para llevar o ir a buscar a sus hijos de clase. También se los puede ver en las oficinas haciendo los trámites de inscripción, en las puertas de las aulas pidiendo a los docentes que no sean tan estrictos y den una semana más para el parcial. El escenario se repite, crece de a poco, pero sin pausa año a año. Las autoridades no son ajenas a estos nuevos personajes que están asomando en la vida universitaria: “La adolescencia se prolongó y ya no tenemos estudiantes autónomos”, resumió Enrique Barés, secretario Académico de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), quien además admitió que la nueva tendencia “no se ve con buenos ojos” entre las autoridades.

“Este es un fenómeno que trasciende las fronteras, un tema de orden cultural y tiene que ver con la extensión de la adolescencia. Años atrás se esperaba que la secundaria les enseñara a los chicos a ser autónomos, que a los 17 años fueran capaces de afrontar la vida adulta. Eso ya no pasa y hasta es impensable. En algún momento recibíamos jóvenes autónomos, capaces de organizar su tiempo, su espacio y sus vínculos. Ahora ya no, recién empiezan a verse en tercer año”, analizó Barés. Desde su perspectiva –que no es, precisamente, la del visto bueno– gran parte del problema está en que los padres no se animan a ver crecer a los hijos. “Los niños crecen cuando los padres pueden soportar la angustia de verlos crecer solos. Por eso tienen que hacer tripa corazón y aguantárselas, animarse, si no sus hijos serán niños hasta los 25 años”.

Tendencia

Andrea Espinosa, a cargo de la dirección de Orientación Estudiantil de la UNR, admitió: “Es una tendencia que creció lentamente. La visión de los padres es que los chicos siguen yendo a la escuela: los llevan y los van a buscar, hacen los trámites, interpelan a docentes ante algún examen, cosas por el estilo. Pero esas cosas no se admiten en la UNR. Para la Universidad, el estudiante universitario es un adulto joven y autónomo, y los padres cortan eso”. Además, señaló: “A partir de la exigencia que implica esta relación con los padres, el alumno ve afectada su calidad de estudio y la organización de su vida cotidiana y universitaria”.

Con esto, se da una situación de constante puja para el alumno: qué tipo de vida llevar, de qué manera vivir la universidad, estudiar, relacionarse con los compañeros. La UNR, como gran parte de las casas de estudios del país y Latinoamérica, comenzó a incorporar distintos dispositivos para que, ante la problemática, no deje de ser la universidad la que acompañe al estudiante.

“En función de esta preocupación incorporamos a las charlas de ingreso un taller con padres para que puedan canalizar miedos y mitos. Sin embargo, cada facultad implementa diferentes herramientas, siempre orientadas a lograr la permanencia y el egreso”, explicó Espinosa.

Tutorías

Entre esas herramientas con las que cuenta la UNR, el rol más importante lo cumple el sistema de tutorías: acompañamiento de los jóvenes y ayuda para organizarse, aprender a estudiar, entre otras tareas. En ese marco, la Dirección de Orientación Estudiantil de la UNR, a cargo de las tutorías, tiene entre sus principales objetivos funcionar como “portal de entrada y mediación a la universidad y  articular la mayor cantidad de áreas disponibles para el mejoramiento del bienestar estudiantil”, y se ocupa de “acompañar a los futuros ingresantes y estudiantes ayudando a resolver las distintas dificultades que pudieran surgir en el proceso de transición entre la finalización de los estudios de la escuela media y el ingreso a la universidad, como así también en las dificultades inherentes al proceso formativo dentro de la misma”.

Entre las diversas propuestas que ofrece la Dirección, y a modo de “apaciguar” la situación, se ofrecen charlas informativas a los colegios secundarios sobre oferta académica de grado, talleres de orientación y reorientación vocacional, y un programa orientación y acompañamiento psicopedagógico universitario. Éste último incluye ítems como orientación educativa, preparación para la vida universitaria, acompañamiento y contención familiar, inserción en la vida universitaria, orientación y planificación general de la carrera y métodos, técnicas y estrategias de aprendizaje.

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