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Reflexiones

Los “me toos”: la mayoría viejos y conocidos buitres

Se sabe ahora que la mayoría de los tenedores de deuda en default desde 2001 que se sumaron a los reclamos de los acreedores que vencieron en la primera, y definitiva, etapa del “juicio del siglo” entre la Argentina y los fondos buitre son en su mayoría las mismas casas de inversión que figuran en la causa original.


Lentamente, a una semana de cerrarse la confección del listado oficial en el juzgado de Thomas Griesa, se va conociendo la radiografía de los “me toos” (yo también). Se sabe ahora que la mayoría de los tenedores de deuda en default desde 2001 que se sumaron a los reclamos de los acreedores que vencieron en la primera, y definitiva, etapa del “juicio del siglo” entre la Argentina y los fondos buitre son en su mayoría las mismas casas de inversión que figuran en la causa original. Entre otros, se presentaron primero ante el special master Daniel Pollack (que confeccionó el listado original) y luego ante Griesa; fondos buitre como Elliott, Aurelius, Olifant, ACP Master, Old Castle y Blue Angel, todos beneficiados por el fallo del juez norteamericano de 2012, que luego fue avalado por la Cámara de Apelaciones de Nueva York y finalmente por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos.

A éstos se suma el reclamo de Kenneth Dart, el fondo buitre que hizo además de buitre de los primeros demandantes. Su fondo NM es el que originalmente más títulos públicos argentinos en default detenta (se calcula una demanda de no menos de 800 millones de dólares nominales que se podrían transformar en más de 1.400 millones cuando Griesa actualice sus acreencias. Dart compró esos bonos por no más de 200 millones entre noviembre de 2001 y marzo de 2002).

Según datos extraoficiales de fuentes con acceso al bufete de Pollack, más del 80 por ciento de los reclamos de los “me toos” son propiedad de los mismos fondos buitre (más Dart) que ganaron el “juicio del siglo”. Sin embargo, no adquirieron esos bonos antes de la caída de la Argentina en default, sino que lo fueron haciendo desde 2006, cuando la causa ante Griesa se fue abriendo y formalizando en su tribunal de Nueva York. Luego, a medida de que el caso iba creciendo en intensidad, pero antes del fallo positivo de 2012, fueron comprando más deuda en default a bancos privados e inversores particulares que querían escapar de la tenencia de los títulos públicos argentinos impagos; más aún, luego de que muchos de ellos rechazaran las condiciones del canje de 2010.

Si bien son pocos los fondos desconocidos hasta ahora, dentro del listado de los “me toos” hay varios nombres importantes que se van sumando, todos muy lejanos a los originales jubilados que lloraban en aquel 2002 en canales de televisión por sus ahorros en default o de las mutuales religiosas que aseguraban que no podían atender a sus feligreses por la deuda argentina impaga.

Uno de ellos es el GMO LLC, con sede en Boston y creado en 1977 por la sociedad entre el inglés Jeremy Grantham, el norteamericano Richard Mayo y el holandés Eijk Alexander de Mol van Otterloo.

Se trata de una firma con una imagen absolutamente conservadora, que en general apuesta a inversiones de largo plazo. En total reclama por unos 253 millones de dólares, que con la actualización que aplicaría Griesa podrían transformarse en unos 400 millones.

Se especulaba entre los abogados del estudio que representa a la Argentina –Cleary Gotlieb Steen & Hamilton (CGS&H)– que es deuda comprada en el período 2008-2010 a tenedores de bonos en default de la Argentina, Estados Unidos y Europa (especialmente Alemania), y a bancos e inversores particulares cansados de esperar una resolución favorable en los tribunales de los Estados Unidos. El monto de la tenencia de deuda argentina en default es más que ínfimo frente al dinero que maneja en toda su cartera GMO, el que, según su propia página de internet, supera los 64.000 millones de dólares.

Acepta sólo inversores institucionales que lleguen con 10 millones de mínimo aporte o particulares con 5 millones de base. Trabaja financieramente asociado al banco Wells Fargo, uno de los pocos que salió fortalecido luego de la crisis de 2008.

A diferencia de la pésima fama de los dueños de fondos buitre como Paul Singer, Keneth Dart o Mark Brodsky, los propietarios de GMO son más que respetados en el mundo financiero y social norteamericano. Grantham es economista graduado en Sheffield, con un máster en Harvard y estudioso de la teoría de las curvas financieras; desarrolló incluso una tesis sobre los comportamientos de los activos durante siete años.

Según su visión, cuando una inversión en commodities o en futuros crece constantemente durante ese período, seguramente estará al término de ese tiempo en lo que se considera una “burbuja”. Considera que las mejores inversiones son las de largo plazo y obtuvo mucho reconocimiento al haber sorteado la crisis de 2008 saliendo a tiempo de las inversiones inmobiliarias y las hipotecas “subprime”. En 2007, había criticado abiertamente este tipo de inversiones y recomendaba mayor prudencia al resto de los fondos.

Similar fama positiva tiene Van Otterloo. Ex hombre de Shell y también de raíz conservadora para las inversiones, es uno de los principales privados que apostaron al desarrollo inmobiliario en Florida durante la década del 90, y salió de ese negocio a comienzo del siglo pasado, sorteando también la crisis de 2007.

Sin embargo, es más conocido en los Estados Unidos como el mayor coleccionista privado de arte flamenco a nivel mundial, ya que compró durante años obras de Rembrandt, Franz Hals, Jacob van Ruisdael, Jan Brueghel the Elder y Jan Steen, por más de 400 millones de dólares.

Es, además, el mayor coleccionista mundial de carruajes antiguos, aportante del Boston Museum of Fine Arts y del Smithsonian, además de dirigir una fundación de ayuda al desarrollo de granjas alternativas en África y en la India.

Otro fondo que aparece en el listado de los “mee toos” es el Bracebridge Capital LLC, un curioso inversor que se promociona como una “cooperativa” de sus propios trabajadores.

También con sede en Boston, asegura a sus inversores una “estrategia de rentabilidad absoluta” (nunca pierde dinero quien le entrega sus ahorros), ya que combina inversiones en opciones conservadoras, cruzadas con “valores con dificultades”. Obviamente, la deuda argentina entra en esta última calificación.

También figura en el listado en poder de Griesa el fondo Lightwater Partners, con sede en Toronto, Canadá, y especializado, según su página de internet, en “rentabilidades absolutas”. Lightwater promete “rendimientos anuales de entre el 10 por ciento y el 12 por ciento anual”, una enormidad para el muy conservador mercado canadiense de inversiones.

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