Espectáculos

Los abrazos llegan al agua

El periodista, productor y docente Juan Mascardi contó qué mirada le imprimió a “Abrazos de agua”, el film que lo tiene como director y que forma parte de un megaproyecto transmedia que involucra múltiples soportes y plataformas. Estrena el viernes en El Cairo.


“Yo nunca me despego de mi figura de cronista audiovisual: no me considero ni cineasta, ni documentalista”, dice el periodista, productor audiovisual y docente Juan Mascardi, quien esta tarde, a las 18, en el cine El Cairo (Santa Fe 1120), dará a conocer Abrazos de agua, la película, un film que forma parte de un proyecto transmedia que lo tiene como director y coordinador de un equipo de realizadores.
El año pasado, en el marco del Festival Latinoamericano de Video, Mascardi mostró un adelanto de su proyecto. El film busca documentar, en colaboración con sus protagonistas, la experiencia comunitaria que rodea al grupo de natación Los Tiburones, de Arroyo Seco, y la epopeya del cruce a nado del río Uruguay que realizaron en 2012.
En diálogo con El Ciudadano, Mascardi, mentor de proyectos como Sustancias elementales y Querido doctor, contó la realidad actual de Abrazos de agua, donde se articulan contenidos generados desde diversos soportes como internet, podcasts, crónicas digitales, infovisualizaciones, redes sociales y, por supuesto, registro audiovisual.
—Desde el último año a esta parte, ¿cómo fue evolucionando el abordaje narrativo del proyecto además de la historia y el contexto de los personajes que allí se describen?
—Desde que lanzamos el portal web y el proyecto transmedia, la película tuvo una evolución en cuanto a las experiencias compartidas con Los Tiburones. Dentro de esas experiencias están los talleres de entrenamiento que le dimos al grupo para que sepan gestionar ellos mismos las redes sociales y algunos talleres de realización audiovisual. El dilema narrativo fue cómo construir la película con el gran volumen de material producido, en función de encontrar una coherencia interna a todo el relato; ésa fue la gran clave.
—¿Cómo lo trabajaron?
—A la película la dividimos en tres ejes: la previa a la prueba dentro de la cual aparecen alguno de los personajes más representativos, un segundo eje con los talleres de entrenamiento y algunas vivencias compartidas con el grupo, y un tercer eje con la prueba en sí. La película es caótica pero tiene momentos muy divertidos y de mucha emoción.
—¿Mantiene un hilo narrativo a partir de esos personajes?
—Ellos le dan la estructura y el sentido de unidad y coherencia interna. Después hay saltos temporales: aparecerán cosas que hicimos posteriormente y ciertos momentos del cruce que fueron antes pero que, en el desarrollo cronológico que nos impone la narrativa cinematográfica, aparecen alterados. Queremos llegar al momento del cruce y que los espectadores sientan identificación y conozcan más a los personajes afuera del agua.
—A nivel visual y de rodaje, ¿cómo se desarrolló ese proceso? ¿Continúan filmando?
—Grabamos en dos ejes y con dos equipos; eso en la estética se verá porque un eje lo orientamos a la narración documental para mostrar a los personajes y, por el otro lado, armamos una unidad de registro transmedia que tiene otra impronta más relacionada con mostrar el acompañamiento. De esto último hay algo en la película y mucho que no está. Hay materiales que vamos a seguir editando después de que la película se proyecte.
—Es un proyecto con fecha de inicio pero sin una de finalización…
—Es verdad. Nuestra idea original era que, una vez que presentáramos la película, los mismos Tiburones se hicieran cargo de la administración de las redes sociales. Eso será de forma más progresiva porque vimos que el proyecto creció bastante y tenemos un volumen de material súper interesante. Ahora, por ejemplo, previo al estreno, hicimos una alianza con LT3 y el programa En Acción (Canal 5, LT3), para que, durante estas últimas dos semanas podamos mostrar algunos podcast (archivos multimedia) al aire. El segundo estreno será en Colón (Buenos Aires, de donde es oriundo Mascardi), y allí estamos generando una alianza con el canal de cable local para que también ponga esos micros días antes del estreno. Esto no tiene una fecha de cierre tajante: supongo que vamos a ir despegándonos progresivamente. Antes te hablaba de experiencia, el proyecto transmedia tiene mucho de compartir.
—El espectador antes estaba frente a la posibilidad de que una película le guste o no pero su relación con ella acababa al salir del cine. Ahora, el transmedia parece ofrecer una invitación a participar de un espacio colectivo. La figura del espectador quedó desdibujada. Desde tu experiencia, ¿cómo funciona lo transmedia en tanto recepción?
—Tal cual; pero yo creo que ambas facetas son complementarias. Confiamos en la mirada tradicional del espectador de cine porque también tenés todo el derecho de ver la película y no saber nada previo: salir y tener una opinión formada de ese producto. Cada uno de los elementos que componen esta ecología narrativa pueden ser evaluados también de forma separada. Eso es lo interesante del transmedia. No es un rompecabezas donde cada pieza tiene que encastrar con otra; a mí me gusta más hablar de un recorrido laberíntico donde cada usuario puede hacer el tránsito que desee.
—¿Se enfrentaron a la masividad?
—Recién creo que estamos entrando en esa etapa porque, hasta ahora, fue mucho de construcción, de compartir y de generar comunidad. Los Tiburones lo compartían con otras organizaciones, nosotros le dimos una impronta más académica contando cómo se hizo el proyecto y circulando por congresos nacionales e internacionales. Ahora estamos dando ese salto donde nos vamos a encontrar con el espectador de cine. Y nos interesa ver cómo será esa recepción.
—¿Cuál fue la experiencia cosechada en los diferentes espacios académicos habida cuenta que lo transmedia todavía no es masivo a nivel documental?
—Y menos usual lo es en el periodismo. El transmedia es muy usual como estrategia de marketing en el plano de la ficción. Nosotros, en esta era de los híbridos, quisimos combinar periodismo social en términos de lo que plantea Alicia Cytrynblum en su libro Periodismo Social, una nueva disciplina (propone que al periodismo ya no le alcanza con narrar una historia, y busca internarse en la realidad, y tener herramientas para transformarla) y combinarlo con el audiovisual y el transmedia. Nuestros ejes vectores, cuando pensamos el proyecto, fueron esos. Y al pensar en audiovisual, además de pantallas como Youtube o Vimeo, pensamos en televisión y en cine. Yo nunca me despego de mi figura de cronista audiovisual: no me considero ni cineasta, ni documentalista. Mi pregunta y desafío es por qué una crónica no puede llegar al cine. En la crónica narrativa hay libros y el cronista que escribe goza de cierto prestigio, pero el cronista televisivo es como que está embarcado en una cuestión de efectismo, sensiblería y morbo. Y cuando se hace con calidad narrativa pasa a ser considerado documental.
—¿Esto lo pensás también como un acto de justicia?
—En lo particular es eso: revalidar la figura del cronista audiovisual. Veremos una película pero que sigue siendo una crónica.

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