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“Leer para creer” y la magia irremplazable de los cuentos

La actriz y directora Agustina Toia habla de la película “Leer para creer”, heredera de la obra teatral homónima, que cuenta las aventuras de Malena. La película, que sumó a un importante equipo de artistas locales, es una creación de Kashimà Producciones.


Malena es una nena que vive en un pueblo cercano a la ciudad y cada noche, antes de ir a dormir, juega con su tablet. Es así como se saca fotos, mira películas o juega con aplicaciones, porque todo está ahí. Pero una noche sucede algo extraño: un libro mágico aparece en su habitación. Desde entonces, Malena comienza a vivir una serie de aventuras con bailarinas, piratas y hasta se convierte en un dibujito animado para luego volver a la realidad con mucho para contar.

La película rosarina Leer para creer tendrá su estreno oficial este sábado, a partir de las 16, en la sala Arteón, de Sarmiento 778

Bajo el título Leer para creer, la historia de Malena fue primero una obra teatral, pero a pedido del público (sobre todo del infantil), que quería volver a verla “en casa”, Agustina Toia, directora del proyecto original y del film, junto a un equipo de artistas locales, decidió llevar la historia al cine. El film, una creación de Kashimà Producciones se estrenará este viernes en Arteón, y cuenta con las actuaciones de Laura Wulfson, Julia Rovere y Agustina Toia.

Un cambio de lenguaje

“Planteamos y proponemos no estar en contra de la tecnología, porque en su justa medida es muy útil y los niños de esta generación deben conocer este lenguaje”, dijo Toia a El Ciudadano sobre los detalles de esta “trasformación”, que de la obra teatral dio paso a la película. Y agregó: “Malena, el personaje del film, que nació en una época donde la tecnología controla casi todo, ve que su mundo pasa por la tablet, con la que juega, se saca fotos, mira películas, se divierte gran parte del día. En cambio, la lógica de la lectura te pide que inventes, activa la imaginación. Malena se está adaptando a este nuevo espacio, el de los cuentos, que se van materializando en el film de acuerdo a sus inventos. Los niños pueden vivir sus propias aventuras, pero todo necesita de un poco de trabajo para poder activar la imaginación”.

La directora analizó también la jugada que implicó el rodaje del film, dado que se trata de una producción independiente. “Leer para creer, en el cine, surgió por pedido del público, mucho de ellos niños. Una vez, en el teatro La Manzana (donde se presentó la obra), un grupo de niños le pidió a sus padres que querían «llevarse la obra» para verla en su casa. Fue ahí que surgió la idea de poder trasladar este material al lenguaje audiovisual. De hecho ellos, después de la obra teatral, se van a casa con un libro para poder seguir con esta tarea de fomentar su capacidad creativa. Hoy creemos que fue una gran idea y por suerte contamos con la colaboración de la Municipalidad de Cañada de Gómez y el auspicio de la Municipalidad de Rosario, la Escuela Provincial de Teatro de Títeres, Librería Buchín y la Escuela Provincial de Cine y Televisión”, evaluó la actriz y realizadora acerca del film cuyo sonido estuvo a cargo de Fernanda Villa, la fotografía fue de Alejandra Bocardo, la música original es de Ariel Migliorelli y las animaciones de Maia Ferro y Florencia Evdemon.

Volver sobre el recorrido

“Con la versión teatral, trabajamos mucho en las escuelas; también la presentamos en bibliotecas, festivales de teatro, jardines de infante y hasta en escuelas nocturnas. Y ahora podremos llevar la película para que otros chicos conozcan la historia de Malena y puedan sumarse y desarrollar sus propias aventuras”, expresó Toia. Y agregó: “Por otro lado, lo audiovisual nos permitió abrir el juego con esa imaginación que caracteriza al personaje, porque en el teatro hay situaciones en las que Malena crea sus momentos, pero son instancias donde no se ve qué está pasando. Y en la película podemos mostrarlo: hay una escena del pirata en la que se atraviesa un puente, llega a un precipicio, pasa por una jungla, se cruza un río; eso en el teatro fue invisible, pero en la película podemos mostrarlo paso a paso gracias a los lugares que tiene Cañada de Gómez y el río Carcarañá”.