Ciudad

Caballos afuera

Lanzan movida para preservar la equinoterapia en el ex 121

La actividad, de la que participan 120 chicos con discapacidad, se hace en el ex Batallón. Pero el plan urbanístico no la incluye.


Más de un centenar de chicos con discapacidad que practican una disciplina con caballos, y la veintena de profesionales que generaron la terapia, los asisten y realizan el seguimiento están a punto de quedarse sin lugar para hacerlo. Se trata de una práctica que se conoce como equinoterapia y que se ofrece pocos lugares del país. Rosario es ciudad pionera al contar con la actividad, que se viene realizando en el ex Batallón 121.

Pero el predio, que por sus características aparece como ideal, está sujeto a un proceso de reconversión urbana que incluirá viviendas para sectores medios, comercios, un museo y áreas para el emplazamiento de empresas TIC –tecnologías de la información y comunicaciones– pero nada dice de la equinoterapia. Ante ello, desde hoy los padres y familiares de los pacientes, junto con ONGs que trabajan sobre discapacidad y voluntarios lanzarán una movida de difusión y recolección de firmas para poder continuar con la práctica en el mismo lugar donde la vienen desarrollando desde 2011.

La Asociación de Equitación Integral (Adeir) es una organización no gubernamental sin fines de lucro que funciona desde 2011 en el predio del ex Batallón 121, ubicado en Lamadrid al 500. Según su propia definición, el objetivo central de la entidad es “integrar a personas con discapacidad al mundo hípico”, práctica que se conoce como equinoterapia y que “tiene la particularidad” de que pueden realizarla personas con distintas tipos de patologías, incluso algunas que les impiden realizar otro tipo de actividad. “Una persona con parálisis cerebral comparte una clase con un niño ciego o con una persona con retraso mental y también con una persona convencional”, puntualizan desde Adeir, que funciona a modo de escuela. “Somos pioneros en la ciudad. Trabajamos en recreación, integración social y deporte”, explican.

Silvia Rodríguez es la mamá de Emanuel –un chico de 14 años que padece síndrome de Dravet, una encefalopatía epiléptica de grado muy severo que se inicia en el primer año de vida– y es uno de los tantos chicos que concurre al lugar. Hoy, ella junto con otros voluntarios, iniciarán la campaña para permanecer en el lugar: de 10 a 12 instalarán una mesa en bulevar Oroño y avenida Rivadavia, en el marco de Calle Recreativa, para juntar firmas de apoyo, ya que el nuevo Plan de Reordenamiento Urbanístico del ex 121 no contempla ni la continuidad ni reubicación de la Escuela de Equinoterapia, lo que genera una gran preocupación entre los padres e integrantes de la actividad.

“En este momento hay más de 120 chicos y 22 profesionales entre kinesiólogos, maestros especiales, acompañantes terapéuticos, psicólogos, profesores de educación física, psicopedagogos, entre otros. Los chicos son evaluados permanentemente para corroborar si notan cambios, si hay algo que agregar; y por fuera de todo eso está la alegría de los chicos”, contó Silvia.

Rodríguez relató que en un principio contaban con seis caballos y hoy tienen 25. Y agregó que el proyecto “siempre fue de inclusión social”, donde chicos con discapacidad física, motriz y mental puedan hacer un trabajo de reinserción social con caballos, acompañados por profesionales.

“Cada chico cuando sube a un caballo tiene un equipo profesional que lo acompaña, de acuerdo con las características del tratamiento que necesite. También hay talleres por fuera de los caballos, como por ejemplo, talleres de música. Todos son iguales y todos hacen lo mismo”, explicó la mujer.

Rodríguez detalló que los caballos “hacen magia” con los chicos, se ponen al servicio de cada uno de ellos, para que su malestar diario se transforme, sus dolores disminuyan, sus músculos se fortalezcan, para que su vida sea, por un rato, muy distinta de lo que es cotidianamente.

También puntualizó que les ofrecieron un espacio dentro del club Fábrica de Armas que cuenta con 7 mil metros cuadrados, la tercera parte de la superficie del terreno de dos hectáreas que hoy utilizan en el ex predio militar. “En el Club (fábrica) de Armas los caballos no podrían estar sueltos y tendrían que estar en boxes. Y los animales estando allí tienen un alto grado de estrés”, explicó.

En la práctica, una de las consecuencias es que “un chico no se podrá subir al momento que sacan al caballo”, sino que debería esperar una hora y media “para que el animal baje el estrés” y después soporte la montura. “Además comerían tres veces más de lo que comen habitualmente”, resaltó.

Rodríguez advirtió que en el caso que se trasladen al Club Fábrica de Armas, los primeros cinco años serían gratis, pero luego la provincia se comprometería a pagar el alquiler del lugar, aunque no de manera directa. “Esa fue la propuesta y nosotros la rechazamos porque no es viable. Hasta consultamos con una arquitecta para ver la posibilidad de que la actividad de los chicos siguiera donde está sin molestar al proyecto urbanístico”, indicó la mujer. Pero no: según refirió, ya comenzaron las obras para el Museo del Deporte, y con ellas también su desplazamiento: “Las pistas son especiales. Para el caballo no es lo mismo caminar sobre esa pista que sobre el cemento. Tenemos una gran angustia: sería terrible para los chicos desarraigarlos de ese lugar. No es un capricho, hay una cuestión de salud de por medio, de calidad de vida de los chicos”, resaltó la mujer.

Y concluyó: “El cambio de los chicos estando en el lugar es increíble: ellos se apropiaron del espacio, es parte de su vida. Queremos juntar 6 mil firmas y anexarlas a un pedido a la Cámara de Diputados de la provincia. Necesitamos que nos escuchen”.

Una terapia que progresa clase a clase

Según explica la Asociación de Equitación Integral de Rosario (Adeir), la equinoterapia “es un método terapéutico-educacional en el cual se utiliza al caballo dentro de un abordaje interdisciplinario en las áreas de salud, educación y deporte, mejorando el desarrollo biopsicosocial de los pacientes”.

En ese marco, define su práctica como una coterapia en la que el paciente y el terapeuta se integran dentro de un sistema de actividades secuénciales, “siendo el caballo facilitador, mediador y agente activo en los diferentes programas o niveles de la actividad”, en la que de acuerdo con el trabajo indicado por el equipo interdisciplinario se implementan diferentes técnicas como volteo, equitación, adiestramiento o salto y diferentes programas como equinoterapia activa o pasiva.

Según marca Adeir, la actividad genera beneficios de rehabilitación, integración, educación, contacto con la naturaleza e incluso la posibilidad de participar en competencia, además de un deporte recreativo.

Para las personas con distintas patologías, la terapia se hace clase por clase, a partir de una planificación semanal y mensual del equipo interdisciplinario. En ese marco, la primera clase es personalizada con los tres integrantes del equipo médico, profesionales de educación física y el profesor de equitación. Después, en base al plan propuesto, se van incorporando actividades diferentes para cada caso. Para conocer o comunicarse con la asociación, se puede completar el formulario de contacto en el sitio http://adeir.freeflux.net.

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