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Alem y Gaboto

La Vigil fue “un gran ejemplo de las capacidades colectivas”

Así lo señaló Natalia García, docente e investigadora del Conicet, en el marco de la presentación de un libro sobre la institución que fue intervenida durante la última dictadura cívico militar.


La docente e investigadora del Conicet Natalia García presentó en la tarde de hoy un libro sobre la Biblioteca Vigil, institución que fue intervenida durante la última dictadura cívico militar por haber sido “un gran ejemplo de las capacidades colectivas”.

La Biblioteca Vigil “representó la posibilidad de que alguna vez los vecinos, los universitarios, los trabajadores y la vanguardia estuvieron juntos en un proyecto que los trascendía e incluso superaba la diversidad de colores políticos partidarios”, afirmó García, en el marco de la presentación del libro El caso Vigil. Historia sociocultural política y educativa de la Biblioteca Vigil (1933-1981), llevado a cabo en el teatro recientemente recuperado por la institución, ubicado en Alem 3086.

La Biblioteca “Constancio C. Vigil” funcionó en Rosario durante las décadas del 60 y 70 como uno de los proyectos de educación popular más valorados en América Latina. Contaba con escuelas primarias y secundarias, una universidad popular, cursos de oficios gratuitos, cientos de talleres de artes, un observatorio astronómico muy importante, un museo de ciencias naturales, una editorial que imprimió más de 90 títulos, un club y financiaba viviendas sociales.

El 25 de febrero de 1977, fue intervenida por la dictadura y ocho integrantes de su Comisión Directiva fueron secuestrados y torturados en el centro clandestino de detención conocido como El Pozo, ubicado en Dorrego y San Lorenzo, que dependía del servicio de informaciones de la Jefatura de Policía de Rosario.

En noviembre de 2012, el Senado de Santa Fe aprobó la restitución de los bienes de la biblioteca y, desde ese momento, vecinos y antiguos socios comenzaron a reactivarla y recuperarla, hasta lograr su reapertura en febrero de 2014.

“Es una liquidación de más de 30 años que comienza en 1977 y continua liquidando bienes durante la democracia. La destrucción es más propiamente de la dictadura pero la desidia, que también es destructiva, es de la democracia”, sostuvo García.

“El vaciamiento se dio de forma muy distinta en cada ámbito, en algunos fueron a la destrucción lisa y llana, como la quema de 70 mil libros, pero también tomaban objetos como obras de arte y piezas de museo que ponían a circular clandestinamente armando un negocio paralelo”, explicó.

García opinó que “la magnitud en que se dieron los delitos económicos y las asociaciones ilícitas civiles de personas que todavía ocupan cargos e hicieron grandes negocios hace que este caso sea muy particular”.

Consultada por la actualidad de la causa judicial por los delitos de lesa humanidad que se cometieron en la Vigil, la investigadora expresó que “está avanzando”. Y en ese marco, señaló que “si la biblioteca llega a tener la reparación histórica y simbólica que merece, sentaría jurisprudencia porque trae con ella una agenda nueva de reparaciones en derechos humanos con énfasis en las complicidades civiles”, subrayó.

“La investigación llevada a cabo para el libro fue incorporada como un corpus fundamental en la causa judicial por lo que me siento muy orgullosa”, añadió la investigadora becaria del Conicet y docente del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

“Esta investigación fue posible por los avances en ciencia y técnica en el país, sumado a la fuerza que toman las políticas de memoria y por el valor del trabajo en la universidad”, terminó diciendo.

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