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Panorama Político

La transición se puso en marcha

Terminado el proceso electoral, oficializados los resultados y consagrados los ganadores, Santa Fe inició la etapa de transición.


Terminado el proceso electoral, oficializados los resultados y consagrados los ganadores, Santa Fe inició la etapa de transición. En el caso de Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz los seis meses que restan hasta el 11 de diciembre son tiempo suficiente para renovar equipos y planificar el cierre de lo que le interesa al que se va con la puesta en marcha de lo prometido por el electo. En el caso de Rosario, Mónica Fein no tiene que traspasar el mando, pero superado el traumático año electoral está abocada a delinear cambios y afinar el funcionamiento del Frente Progresista. En la oposición, mientras el PRO lame sus heridas y cavila el futuro, el peronismo prende velas a San Perotti para el choque de titanes con Carlos Reutemann y Hermes Binner.

Fein capítulo dos

Después de haber recibido el llamado del último contendiente que restaba, Ana Laura Martínez, felicitándola por el triunfo electoral (ya lo habían hecho Roberto Sukerman y Alejandro Grandinetti), Mónica Fein se concentra en la conformación de los “equipos
de transición”.

Mañana se instalará en Buenos Aires munida de un listado de proyectos y gestiones pendientes de respuesta del gobierno nacional.

El viaje busca sacarle provecho al clima distendido que dejó el fin de la compulsa electoral, con un resultado local que no fue el ideal pero que conforma al gobierno nacional (no ganó Sukerman, pero la victoria del Frente le cerró paso al PRO), a lo que se suma la aceitada organización de las tres jornadas de celebración del Día de la Bandera.

Los retoques al gabinete municipal se cocinarán todavía unos días más. Según fuentes consultadas, la intendenta piensa en dos etapas; una a corto plazo y la otra en diciembre.

Su prioridad es pulir el funcionamiento del Frente Progresista en el Concejo: a su regreso de Buenos Aires, el martes, recibirá a los 9 que integrarán el interbloque a partir del 10 de diciembre. “Quiere consolidar esa unidad pero atendiendo las individualidades de cada concejal”, resumió la fuente. Se da por hecho que la relación Ejecutivo-bancada oficialista tiene que ser lo opuesto a lo que fue los últimos cuatro años: empezó con sectores del oficialismo aliándose a opositores para impedir la voluntad de la intendenta sobre la Presidencia del Concejo, siguió con un permanente tire y afloje público ante cada proyecto en discusión, y terminó con el desastre electoral de las primarias.

Es ardua la tarea por delante del oficialismo: necesita sesiones de autocrítica en términos de gestión (desde no poder resolver el tema de las veredas intransitables a los problemas de seguridad pública) y en términos de política. Lo primero es especial responsabilidad del Ejecutivo, lo segundo de todos los socios de la alianza.

Se calzó la bota

Miguel Lifschitz ya mantuvo reuniones con los intendentes de Santa Fe y Rosario.

También acordó con Bonfatti el diseño conjunto del proyecto de Presupuesto 2016, que se elabora entre julio y septiembre. Contemplará compromisos asumidos en campaña, como la reparación de la red vial. Y falta definir la estrategia para solicitar endeudamiento de largo plazo y dentro del ejercicio anual.

Con respecto al gabinete, lo único seguro son las vacantes y al menos dos continuidades.

Dejarán el gobierno Rubén Galassi, Ángel Sciara, Chiqui González, Antonio Ciancio, Carlos Fascendini y Raúl Lamberto. Continuarán Claudia Balagué en Educación y Gustavo Leone en la Secretaría de Hábitat. Tiene chances Julio Genesini en Trabajo.

La escasa diferencia de votos sobre Del Sel obligó al gobernador electo a responder una y otra vez sobre una supuesta debilidad de origen de su gobierno. Basta repasar las experiencias de 2003 del propio Lifschitz (llegó con 5 mil votos de diferencia) y de Néstor Kirchner para darse cuenta de que la gobernabilidad y fortaleza se cuecen en otra olla.

Lifschitz, además, tendrá mayor respaldo institucional que sus antecesores, ya que por primera vez el Frente Progresista controlará la Asamblea Legislativa.

Hoy por hoy, los interrogantes para el futuro gobierno los plantean el peronismo y un puñado de entidades dedicadas al lobby empresario.

Peronismo y expectativas

El peronismo aguarda el desempeño de Omar Perotti como candidato a senador. Si es satisfactorio, tendrá lo primero que necesitaba para reconstruir sus expectativas de poder: un conductor y candidato que ordene la estrategia de oposición en la Legislatura y de movilización en el territorio para ser alternativa en 2019.

La potencial llegada a la presidencia de Daniel Scioli es otro factor que podría reagrupar peronistas. Sin embargo la prudencia se impone en todas las tiendas del PJ santafesino: primero hay que pasar la elección nacional y después ver en qué términos se desarrolla y hasta cuándo la convivencia entre Scioli y el kirchnerismo.

Apostadores a perdedor

En cuanto a las entidades de lobby empresario, días pasados un documento firmado por Fundación Libertad (abiertamente alineada con el macrismo), Fundación Ciudad de Rosario, Foro Regional Rosario, Trascender y Fundación Rosario Cocina Ideas salió a la luz cuando ya concluía el escrutinio provisorio y se agotaba la estrategia de prolongar el reconocimiento de la derrota por parte del PRO.

Hablaba de “un clima enrarecido” y pedía “el recuento total de votos” porque “sólo así quien resulte vencedor podrá gobernar la provincia, aunque con los consensos necesarios, porque no deberá olvidar que, en principio, sólo representa a un tercio de la población”. No quedó claro si se trató de una amenaza a futuro o era la interpretación de quienes ignoran la letra de la Constitución de Santa Fe.

El gobierno respondió directo y sin ambigüedades, quizás intuyendo que la áspera prosa utilizada y una línea argumentativa idéntica a la del PRO, resultaban inequívoca señal de que los firmantes estaban decididos a quemar las naves.

El dato a tener en cuenta es que algunas de esas entidades hasta no hace mucho trabajaban codo a codo con los gobiernos de Rosario y Santa Fe, que en algún caso hasta alentaron su nacimiento.

Esto implica que más allá de lo burdo del momento elegido y los objetivos disimulados, es indicativo de un vínculo que en otros tiempos funcionó dentro de los carriles de lo institucional y ahora se agrietó. De todos modos no es un drama para Lifschitz: no es el único sector empresario ni el más representativo como pueden ser Cámara de Supermercadistas, Asociación Empresaria, los industriales de Fisfe, entre otros.

El gobernador electo tomó nota de la jugada de los cinco firmantes. Su respuesta no llegará desde el atril sino que se irá conociendo en la medida que tenga que tomar decisiones referidas a proyectos de negocios, emprendimientos, subsidios o creación de regímenes tributarios especiales como los que promueven esos grupos de lobby. Y entonces, quizás, se lamentarán por haber apostado a perdedor.

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