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Dos bandos

La matan de un tiro en el oeste

Una mujer que hace un año se reencontró con una hermana a la que nunca había conocido y dejó el conurbano bonaerense para asentarse en Rosario en busca de tranquilidad recibió un disparo fatal que estaba dirigido a un vecino por parte de dos jinetes.


Alejandra Alba Gorosito llegó a Rosario hace menos de un año para reencontrase con una hermana que nunca había conocido y vivir en un lugar más tranquilo que el conurbano bonaerense. Casi en el límite con Pérez, en una zona rural olvidada y de extrema pobreza, armaron la casa con su esposo Luis Eduardo y sus cinco hijos. Pero la tranquilidad del campo duró poco. Anteanoche, los problemas entre dos familias la pusieron en la línea de fuego y murió de un disparo que era para su vecino. Hace menos de un mes, en un descampado cercano encontraron el cuerpo de un chico de 16 años mutilado con más de 20 puñaladas y su asesinato fue atribuido a estas disputas.

Alejandra y Luis Eduardo se conocieron en un baile que se hacía en un boliche de jubilados en Temperley, en el sur del conurbano bonaerense. Él tenía 26 años y ella seis menos. Enseguida se enamoraron y se juntaron. Alejandra había llegado sola al Gran Buenos Aires desde Santiago del Estero cuando recién salía de la adolescencia. Luis Eduardo había trabajado de sereno, hasta que cerró la empresa que lo empleaba y empezó a cartonear. Tuvieron cinco hijos, que hoy tienen entre 2 y 17 años, y se mudaron a Villa Luján, en Quilmes, donde él trabajaba juntando cartones y chatarra y ella cuidaba a los chicos.

“El año pasado Alejandra conoció a una hermana que vive en Cabín 9 y que la estaba buscando desde hace 20 años. La encontró por internet y nos dijo que nos vengamos a vivir a Rosario. Ellos tenían un terreno acá y nos vinimos”, contó Luis Eduardo.

La familia se instaló en la zona rural de 27 de Febrero (al 8400) y Camino de los Indios. Con la ayuda de los parientes de Cabín 9, levantaron una casa con chapas, con el baño afuera. En el patio, donde se crían gatos, perros y chanchos a la par, Luis Eduardo tiene la chatarra y los cartones para vender y también ladrillos, que cocina ahí mismo.

Alrededor, campo y tres o cuatro familias vecinas. Los terrenos se separan con algunos alambres y más chatarra. Algunos llegaron a la zona hace poco, como ellos. Otros, están instalados desde hace años, como su vecino lindero, Cristian M.

“Yo me iba enterando de a poquito de los problemas entre ellos”, contó Luis Eduardo en relación con una vieja disputa que mantiene su vecino con otra familia de la zona. “Ellos se criaron todos juntos, pero un día hubo un problema por unos caballos que uno le robó a otro y desde ahí no se pueden ni ver. Hasta dicen que se comieron uno de los caballos”, dijo una vecina.

Lo cierto es que anteanoche, alrededor de las 21, dos jinetes llegaron a la entrada del terreno de Alejandra y llamaron a Cristian. Nadie respondió. Luis Eduardo y Alejandra estaban sentados en unos baldes en el patio. Ella salía de bañarse y él hacía un asado para cenar. Estaba muy oscuro y Luis Eduardo escuchó tres disparos y a los caballos galopar. Cuando se dio cuenta, su mujer estaba herida. Uno de los tiros la había alcanzado en el pecho. Llamaron a la Policía y a la ambulancia, que demoraron más de media hora. Una vecina llegó para auxiliarla, pero no había nada para hacer. Alejandra murió casi en el acto.

Durante la madrugada, la Policía detuvo a tres personas de la zona. Juan Carlos G., Sergio Daniel B., ambos de 29 años, y Verónica V., de 39. Sin embargo, si bien se presume que los dos primeros están vinculados con la causa, el fiscal Adrián Spelta afirmó que ninguno es el autor de los disparos, quien está identificado y se encuentra prófugo.

El crimen de Miguel

En el marco de la disputa entre estas dos familias, a fines de enero pasado encontraron en un descampado el cuerpo de un chico mutilado y con 21 puñaladas. Se llamaba Miguel Jorge Cantero y pese a ser un adolescente de 16 años tenía un retraso madurativo que lo hacía razonar como un niño. El día del hallazgo, su familia aseguró que las personas que lo habían matado eran los hermanos Cristian y Darío M., junto con Eduardo S. y Ezequiel S. Cristian es el vecino de Alejandra a quien anteanoche iban dirigidos los disparos y uno de los detenidos de ayer, Juan Carlos G., es tío del adolescente asesinado.

Una vecina que se mudó a ese sector de la ciudad hace algunos meses sostuvo que todos en la zona viven a merced de la disputa entre estas dos familias. “Acá mandan ellos. No hay gobierno ni Policía que se meta en estos caminos de tierra. Esta parte de la ciudad no le importa a nadie. Valemos una bala, ese es nuestro precio”, dijo enojada.

“Nos vinimos a vivir acá por los chicos, para que vivan en un lugar más tranquilo, con menos violencia que Villa Luján. Pero al final estábamos más tranquilos allá”, dijo Luis Eduardo y agregó: “El que hizo esto me sacó la única vida que tenía ¿Qué puedo pedir? Justicia acaso, justicia para que ella descanse en paz. Es lo único que se me ocurre”.

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