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Aniversario

La madrugada que alumbró a Nasser

En las primeras horas del 23 de julio de 1952, la logia de los Oficiales Libres, liderada por un joven coronel, tomó el poder en Egipto.


Al despuntar la madrugada del miércoles 23 de julio de 1952, mientras los habitantes de El Cairo se reponían al cobijo del manto nocturno de una agobiante jornada de verano, la cofradía de los Oficiales Libres, liderada por el joven coronel Gamal Abdel Nasser, dio a luz la revolución que, tres días después, destronó al rey Faruk I y puso fin a un gobierno dependiente de la corona británica.

Tras décadas de colonialismo, humillación y miseria en la región, los líderes del levantamiento militar emergieron como los arquitectos de un gran proyecto de sociedad para Egipto y para el resto de las naciones árabes y a la vez se constituyeron en uno de los motores de la incipiente Organización de Países No Alineados del Tercer Mundo.

A las 3.30 de la madrugada de aquel 23 de julio del 52, la revolución había estallado en todo el país y media hora después un auto blindado se detenía ante la puerta de una residencia en las afueras de la capital. De él descendió un oficial en mangas de camisa: el coronel Nasser, de 34 años, jefe de la revolución victoriosa, iba a pedir al general Mohamed Naguib –figura aglutinante dentro del ejército y que había sido desplazado de la jefatura de la fuerza meses antes– que presidiera la junta de gobierno.

“La esfinge, tocada suavemente por una luna que ya se marchaba, trocó su altiva adustez por una sonrisa. Egipto comenzaba a renacer”, escribió un periodista egipcio afín a los sublevados.

En esos tiempos, el 85 por ciento de los egipcios no poseía ningún bien; el 40 por ciento de la tierra cultivable estaba en manos del 0,5 por ciento de la población; el 50 por ciento de la renta nacional engrosaba las arcas del 1,5 por ciento de los egipcios y el ingreso medio anual rozaba los 87 dólares. Un analfabetismo que alcanzaba al 75 por ciento de la población y un promedio de vida de 37 años completaban la herencia de años de dominación colonial y monarquía servil.

En ese propicio caldo de cultivo, el movimiento de los Oficiales Libres agrupó a militares modestos provenientes de los sectores medios, resentidos por la derrota de Palestina en 1948, y decepcionados por la monarquía y por el gobernante partido Wafd, expresión de la clase alta.

La sociedad secreta lideró el malestar de oficiales sin cohesión ideológica: unos se inspiraban en los islámicos Hermanos Musulmanes, otros en el comunismo o el neofascismo.

Tras la caída del rey Faruk I, Naguib se convirtió en presidente y primer ministro de la república, que fue proclamada en 1953. Pero, en 1954, Nasser derrocó a Naguib y asumió ambos cargos. Dos años más tarde una nueva Constitución fue aprobada por un plebiscito en el que Nasser resultó electo presidente, tras lo cual negoció un tratado con Londres que puso fin a 72 años de control británico sobre Egipto.

El nuevo gobierno abrió un inédito proceso político en el país que incluyó la reforma agraria, la redistribución de la riqueza, la estatización de la banca y la nacionalización del canal de Suez.

Pero, al mismo tiempo, desarrolló un temible Estado militarpolicial que reprimió con dureza a los opositores.

Nasser propuso un sistema económico conocido como socialismo árabe, que buscaba una mayor igualdad social y el crecimiento económico.

Sus principales realizaciones fueron las fábricas textiles de Kafr-el-Dawwar, las siderúrgicas de Heluan y la construcción de la represa de Asuán –por entonces la más grande del mundo–, que incrementó en un 30% la superficie cultivable.

La retirada de la intervención anglo-francesa en el canal de Suez, en 1956, y la supervivencia de Nasser al ataque de Francia, Gran Bretaña e Israel, marcó un punto de inflexión en la influencia de la política árabe de Egipto. A partir de allí, Nasser explotó el temor de Occidente: se acercó a la Unión Soviética y abrazó el “neutralismo”.

El nasserismo se colocó en la cúspide de los movimientos nacionales al lograr el reconocimiento oficial de la entidad palestina, la creación en 1958 de la República Árabe Unida y la Unidad Socialista Árabe en 1967, e impulsar la Organización de Países No Alineados, junto a la Yugoslavia del mariscal Tito y la Cuba de Fidel Castro.

En 1967, tras la fulminante derrota a manos de Israel en la Guerra de los Seis Días, Nasser asumió la responsabilidad del desastre y renunció, pero masivas manifestaciones en su apoyo hicieron que continuara en el poder hasta su muerte. El lunes 28 de setiembre de 1970, Nasser falleció víctima de un ataque al corazón y fue reemplazado por Anwar el Sadat, dejando un legado que aún hoy sigue dividiendo las aguas entre los habitantes del país del Nilo.

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