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Ciencia y Tecnología

“La evaluación de los científicos es un problema complejo y resistido”

El funcionario defendió el mecanismo que tiene más en cuenta la relevancia social de una investigación que la posible fama.


Ante las críticas que trabajadores de las ciencias vertieron en relación al sistema de evaluación de investigadores de las ciencias y de las que El Ciudadano se hiciera eco en un artículo publicado recientemente, ameritaba dar a conocer la visión del doctor Alejandro Ceccatto, quien es el actual presidente del directorio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y viene de ser secretario de Articulación Científico Tecnológica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación durante el período 2008-2015. “La evaluación de los científicos es un problema complejo y resistido sistemáticamente”, comenzó diciendo Ceccatto, quien recibió a este diario en las oficinas del CCT (Centro Científico y Tecnológico Rosario), donde funciona la delegación local del Conicet. “No estamos frente a un hecho nuevo”, aclaró.

Ceccatto sostiene que lo que el tema requiere es una constante discusión para ajustar técnicas metodologías y reformular las maneras de evaluar. “Lo que sí tenemos en claro es que se debe discutir, hacia afuera, un nuevo convenio internacional en el que participen las sociedades académicas y científicas, tarea que deberá hacerse junto a los otros países; no podemos unilateralmente encarar ningún tipo de modificación. Y mucho menos desconocer ése instrumento de evaluación. Esto se logra alcanzando consensos internacionales”, explicó el científico y funcionario.

La evaluación a través de marcadores bibliométricos se realiza en todo el mundo. “En lo personal –aclara el presidente del Conicet– no creo que sea el método perfecto, ya que la evaluación está en manos de jueces y árbitros de revistas de alto impacto, las que dejan, muchas veces de lado, el análisis exhaustivo y meduloso del trabajo del investigador”.

Más adelante en la charla, Ceccatto argumentará que la actual evaluación “es un sistema perfectible”, haciendo un llamado a llevar adelante “una discusión interna que de alguna manera se acople a esta discusión en el orden internacional”.

“Siempre teniendo en cuenta que no podemos abandonar el sistema de evaluación que tenemos antes de tener otro que lo perfeccione”, completa.

“Yo comparto muchas de las críticas al sistema de evaluación que tenemos”, afirma Ceccatto. “Yo mismo me he involucrado para poder posibilitar que los proyectos tecnológicos tengan otra forma de ser evaluados,  acorde a su propia dinámica. Ahora, nosotros, regionalmente, fomentamos los llamados proyectos de desarrollo tecnológico y social, un programa que impulsé desde la Secretaria de Articulación cuando estaba en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, y que contemplaba una salvedad para el grupo que trabaja en uno de esos proyectos para ser evaluado por el impacto de su resultado en la sociedad. Y no por la publicación en revistas”.

Las evaluaciones

Conicet tiene 10.000 investigadores y se evalúan unos 6.000 informes de los mismos cada año. Hay tres niveles de evaluación, la primera es cuando se intenta acceder a la carrera de investigador; otro tipo de evaluación es para la permanencia; todos los años, en el caso del investigador asistente, tiene que someter lo que hace a revisión para permanecer en la carrera. Además de hacer un contralor del trabajo realizado por el investigador, una tercera se da para la promoción dentro de la carrera de investigador.

“Lo que quiero destacar es la cantidad de evaluaciones que se hacen y dentro de este contexto”, argumenta Ceccatto, y sostiene: “Lo que juega en estas evaluaciones también son las apreciaciones con su carga subjetiva y, además, los criterios y necesidades de las diferentes comunidades. La comunidad de ciencias sociales tiene su criterio sustentando en que la trasmisión del conocimiento en su área se debe hacer a través de libros y no a través de publicaciones en revistas especializadas, a las que están más acostumbrados los científicos de las áreas de física, matemática y biología. Y de esta manera se evalúan sus trabajos, de acuerdo a la revista y su nivel de impacto. También influyen la cantidad de trabajos y las veces que los mismos son referenciados por otros investigadores.

En cambio, en áreas más dinámicas como son la ingeniería y la computación existen diferencias de criterios, ya que en esas áreas el conocimiento cambia rápidamente, por lo que prefieren que se evalúen sus trabajos en las presentaciones que los científicos hacen en los congresos internacionales de cada una de sus especialidades, ya que su presentación en revistas especializadas lleva mucho tiempo en trámites burocráticos.

“Lo que es difícil –marca Ceccatto– es que se acepte este proceso de cambio paulatino en el que vamos incorporando otras áreas a la ponderación”.

Se escuchan algunas voces críticas, desde la comunidad de científicos, que sostienen que este modelo de evaluación apunta a ser selectivo y elitista, y que persigue un sesgo productivista-racionalista.

Ante este cuestionamiento, Alejandro Ceccatto sostiene: “En última instancia, son cientistas sociales quienes evalúan a cientistas sociales; como son los físicos que evalúan a los físicos; de alguna forma, lo que es tradicional a una comunidad está presente en el proceso de evaluación. Podrá haber alguna discusión adicional cuando interviene la Junta de Calificaciones, ya que en la misma están representadas todas las disciplinas juntas –que  de todos modos tratan de homogeneizar criterios para que no haya diferencias en las apreciaciones entre una disciplina y otra–  pero en las Comisiones Disciplinares, cada área evalúa a sus  integrantes”.

Política científica en Argentina

—¿Qué diferencias hay con la política de ciencia del gobierno anterior?

—En lo que respecta a mi área, al Conicet no se le recortó el presupuesto sino que conseguimos 815 millones de pesos adicionales para hacer frente a los compromisos asumidos. A fines del año pasado se designaron investigadores, se aprobaron becas y desde noviembre comenzamos a pagar un decreto de jerarquización que ampliaba las escalas salariales que estaban aplanadas dentro de la carrera, para lo cual nos hacía falta un presupuesto mayor que el votado en  el Congreso entre septiembre y octubre del año pasado. Necesitábamos ese adicional y lo solicitamos al jefe de Gabinete. Fuimos escuchados y nos han garantizado los recursos para hacer frente a nuestras necesidades. Por otro lado, no veo una política de retracción en ciencia y tecnología. No hay recortes en ciencia y tecnología. Por otro lado, en Conicet, desde el 1º de abril se han incorporado todos los becarios propuestos en la convocatoria de 2015. Estamos incorporando a todos los investigadores de la convocatoria del año pasado. No ha habido un solo despido de una institución que cuenta con un plantel de 25 mil personas. Es oportuno aclarar que Conicet es el organismo más grande del Estado nacional, fuera de las Fuerzas Armadas y de seguridad. No hay signos de recortes dentro de Conicet”.

La ciencia, vista del Conicet

—¿Cuáles son sus objetivos en el corto y mediano plazo?

—La respuesta se la doy desde mi cargo en el Conicet: mi prioridad en estos seis meses han sido los instrumentos, es decir los subsidios, la forma de generar recursos humanos que son los que definen la direccionalidad en el desarrollo científico del país. Históricamente, estos instrumentos han sido “dispersivos”, no concentran masa crítica en la investigación científica. Se incentivaba a gente joven, de incipiente formación, para que armasen sus propios grupos. Las becas para formar nuevos científicos se las otorgaban de un modo individual a un director de beca en un proyecto individual. Es decir, estos instrumentos se direccionan hacia la diversidad, pero atentan contra la formación de masa crítica en los grupos de investigación y generan una dispersión excesiva de los recursos. Para hacerle frente a esta tendencia hemos desarrollado líneas priorizadas dentro de las unidades ejecutoras de Conicet –que cuenta con 234 institutos de investigación en el país– y les hemos pedido que busquen integrar sus proyectos y hacerlos más ambiciosos. En lugar de la disgregación, concentrar esfuerzos y proyectos y generar capacidades que no existían.

—¿Y cuál ha sido el resultado, si es que lo han podido evaluar?

—Hemos logrado que, de los 234 institutos que podían elevar ideas y proyectos y cuya presentación fue voluntaria, nos llegaran 276 propuestas, de las cuales seleccionamos 136 proyectos que ya están en proceso de elaboración definitiva. Les vamos a dar subsidios a 5 años en lugar de 2 a 3 años, con lo cual tendrán un horizonte a más largo plazo; van a comprender hasta 4 becarios, con lo cual se incrementa el número de recursos humanos en estas líneas priorizadas. Además vamos a adosar si es necesario personal técnico o profesionales de apoyo a la investigación asociados a las líneas priorizadas. Por simple que parezca, esta acción es de un cambio fundamental, ya que tuerce una tendencia con estos institutos a los que denominamos unidades ejecutoras los que ahora internamente tendrán mayor capacidad de cooperación para ir generando proyectos más ambiciosos”.

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