Ciudad

para pensar

La compleja trama del Estado

La investigadora Marta Bonaudo escribió un libro sobre cómo se construyeron las representaciones de los gobiernos nacional, provincial y municipal durante el siglo XIX y explicó que hoy algunas prácticas políticas serían “incomprensibles”.


Un abordaje de la problemática de las experiencias de los estados desde mediados del siglo XIX al siglo XX se plasma en el libro “Representaciones de la política: Provincias, territorios y municipios (1860-1955)”. La publicación nació de la investigadora Marta Bonaudo de Conicet y propone continuar el debate y el diálogo sobre las representaciones a través del tiempo y el espacio en Argentina. “¿De qué modo se fue construyendo esa institucionalidad que llamamos Estado y cómo se fue configurando al mismo tiempo una sociedad civil con la agregación de esos ciudadanos?” Volver a reflexionar sobre esos problemas, trabajando desde una perspectiva de historia social y cultural de la política, es el principal aporte del libro” indica Bonaudo y añade: “La idea era volver a reflexionar sobre lo político y la política, sobre ejes muy significativos como la legitimidad y la representación”.

“Es un juego en escalas, donde se ve cómo lo político y la política se expresan en distintos niveles y cómo los actores pugnan por su lugar, en un espacio, por un lado de legitimación de sus acciones y de la colocación de sus agendas públicas y a su vez de representación”, señala Bonaudo. El libro contó con aportes de los investigadores del Conicet Diego Mauro y Diego Roldán. Ambos integran el instituto Investigaciones Socio-Históricas Regionales (ISHiR), que dirige Bonaudo. También aportaron desde Conicet Tucumán, María Cecilia Bravo y Diana Ferullo, y de Buenos Aires, Lisandro Gallucci.

Aportes

En el campo de la investigación histórica, como señala Bonaudo, los estudios se complejizaron e incrementaron de manera significativa a partir del proceso de recuperación democrática de Argentina. “Creo que hubo una necesidad en las distintas disciplinas de lo social, entre los politólogos, los sociólogos, los antropólogos políticos, los historiadores, de volver a reflexionar un poco a partir de lo que pasó con el proceso militar, y explorar las claves del porqué resultaba tan difícil construir en la realidad argentina una comunidad democrática, esta era una de las asignaturas pendientes de esta sociedad”, asegura Bonaudo.

Por el otro lado, los autores del libro se enfrentaban al hecho de que se hablaba de una historia política nacional, pensada fundamentalmente a partir del área que había desarrollado mayor cantidad de estudios, que era Buenos Aires. “Las experiencias de esa realidad se proyectaban como un todo y se convertían en una especie de historia política nacional”, asegura Bonaudo.

Territorios del desierto

El libro intenta poner en diálogo experiencias provinciales diferentes. Una es la de Santa Fe desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Otra es la de Tucumán del siglo XIX. Y otra es la experiencia de los denominados Territorios Nacionales, gestados organizativamente a partir de la década del 1880, momento en el cual dejaron de depender de espacios provinciales, como lo había establecido inicialmente la Constitución Nacional de 1853. “Fueron espacios organizativos a los que no se les consideraba con atributos de poder y dependían directamente del Estado central”, dice Bonaudo.

“Comprendían el área del Chaco, La Pampa y toda la Patagonia. En la mayoría de los casos estaban ocupados por comunidades aborígenes. En la lectura de los liberales de la segunda mitad del siglo XIX esos espacios eran considerados el desierto, por eso Tulio Halperín Donghi tituló su análisis sobre la organización nacional: «Una Nación para el desierto argentino». Indudablemente no se los reconocía como espacios poblados y mucho menos con capacidad para crear comunidades políticas e instituciones estaduales”, comparte Bonaudo y añade que permanecieron bajo el control de los gobiernos centrales desde 1884 hasta el primer peronismo. En la década de 1950 modificó la situación y se crearon las 24 provincias.

“En el proceso de construcción de las representaciones, tanto nacionales como provinciales, no hay una linealidad. Es sumamente complejo e intervienen dinámica y dialécticamente actores del poder central, como de los espacios provinciales o de los territorios. No tienen atributos de poder, pero sí reconocen la esfera municipal, o sea, los poderes locales”, cuenta Bonaudo. La doctora explica que si reunían entre 1.500 y 5 mil personas se podían generar municipios. Tenían gobernadores que eran designados por el poder central. Para explicar, Bonaudo cuenta: “Desde 1853 a 1884 se fue configurando una nueva clase dominante de dimensiones nacionales a partir de la interacción de grupos de notables en distintos espacios provinciales. Para el siglo XX eran incomprensibles”. La doctora agrega que por ejemplo un miembro de una familia notable de Santa Fe era ex funcionario y se convertía en gobernador en Córdoba o en los territorios nacionales. “Hoy se sabe que los liderazgos se construyen fundamentalmente a partir del espacio y desde ese espacio se proyectan”, explica la doctora.