Ciudad

De memoria

La Belgrano cumplió 80 años de renovadas ideas educativas

La escuela secundaria que nació al amparo del brillo comercial e industrial de la región sigue proponiendo nuevas fórmulas.


Tarde de sol. Tarde de juegos en la kermesse y de reflexión en el aula con Los tres cosmonautas, de Umberto Eco, y El verdadero valor del anillo, de Jorge Bucay.
Con alegría y pensando en la igualdad, así se festejó en la Escuela General Manuel Belgrano, el 80 aniversario de su creación, con algunos días de posterioridad, el pasado jueves 3 de julio. Todo había sido preparado y planificado con más pasión y compromiso que tiempo real disponible. Alumnos, profesores, directivos y asistentes escolares, todos quisieron decir presente y homenajear a su escuela, porque la sienten como propia, porque tiene un pasado y un presente de amor y compromiso social.

Nacida al amparo del brillo comercial e industrial de nuestra zona, allá en la década del 30, “La Belgrano” surgió para capacitar a los jóvenes en las técnicas mercantiles. Por este motivo, el rector del Colegio Nacional N°2 creó formalmente, el 25 de junio de 1934, los cursos de auxiliares de comercio, que un año después se convertirían en la Escuela Nacional de Comercio de Rosario. Con el tiempo, llegó a ser la más destacada escuela en la ciudad.

En la década del 80, con el regreso de la democracia, marchó a la vanguardia con la palabra, la expresión y la innovación educativa. Así surgieron proyectos, de la mano de la directora de aquella época, Mireya Bottone, que hoy están reconocidos como imprescindibles en toda institución escolar. De ese modo y en este espacio nacieron el gabinete psicopedagógico, talleres de investigación de la propia práctica docente, talleres de expresión como plástica, música y teatro.

Este último, coordinado por el actor Miguel Franchi, funcionaba los sábados a la mañana, los alumnos se anotaban por decisión propia y fue semilla de muchas vocaciones. Por ejemplo, del reconocido actor rosarino Luis Machín, quien cursó toda su educación secundaria en la escuela Belgrano y que participando en esos talleres, descubrió su vocación y su elección de carrera. Ya actor con título, él mismo fue coordinador del taller.

Lamentablemente, en la siguiente década, otras leyes terminaron con este despliegue de creatividad. No más psicólogos, no más talleres. El teatro continuó en la escuela, ya no como taller pero por suerte, se contó con una excelente profesora, la actriz Gachi Roldán.

Sin embargo, la creatividad de aquella época tan vital quedó latente en cada rincón de la escuela y como el ave Fénix renace cada año y hace surgir proyectos y personas que dejan su impronta y escriben su historia.

Así lo hicieron las profesoras de Lengua con su revista y su apoyo a los medios de comunicación; incluso un preceptor montó un taller de radio; desde la materia Francés se desarrolló y llevó a cabo un titánico proyecto que culminó con un viaje a Tucumán (donde estudiantes fueron recibidos por familias y, luego acogieron a tucumanos en Rosario). Se debe subrayar la tarea del equipo de profesores de Economía quienes lograron gestionar con sus alumnos proyectos de microemprendimientos y participaron en innumerables eventos y cursos relacionados con el mundo empresarial. Ese grupo de docentes pudo, incluso llevar a un alumno, Martín Guzmán, en el año 2008, a convertirse en el ganador de la reconocida competencia Prodibur realizada por la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y de Rosario. El mérito es aún mayor porque fue el primer alumno rosarino en conseguir este logro. En la comunidad, cada pérdida es lamentada, como la de nuestro inolvidable profesor de Economía, Hugo Rosalen, entre otros. En ese sentido, los nuevos desafíos que propone la sociedad son tomados por todos los profesores que en sus clases y por su esfuerzo, buscan formar a los alumnos felices y exitosos que el futuro verá mañana.

Actualmente, la historia del establecimiento sigue escribiéndose, por ejemplo, a través del inédito proyecto de “La Chupina Solidaria”, ideado en el año 2010 por el director de ese momento, profesor Marcelo Lai. Gracias a esta actividad, los alumnos descubrieron que llevar abrazos tibios de frazadas, ropa, alimentos, golosinas y palabras cariñosas al Hospital de Niños, al Asilo de Ancianos o al Refugio Sol de Noche, vale más que la agresión entre pares, la violencia o “el no hacer nada” del último viernes de abril.

Por eso, en el acto académico, los alumnos, profesores y directivos, aplaudieron las palabras alusivas que una profesora de Lengua dedicó a su querida escuela: “Tus alumnos se aceptan tan bien entre sí, ya sea que vengan de Perú, de China, de República Dominicana, de Salta, de Puerto Madryn, de escuelas públicas o de escuelas privadas.

Porque en la escuela secundaria N°433 General Manuel Belgrano, todos somos iguales”, expresó la docente expresando la identidad y el origen de muchos de sus actuales estudiantes, además del buen clima de convivencia que caracteriza a la institución.

Las palabras de la docente, más que una declaración, reflejan una realidad que se vive en lo cotidiano, un deseo que nunca se apagará. Tanta historia acunada en estos 80 años puede asegurarlo.

Dos actores en su trama

“En el año 1983 llegué al Comercial con la propuesta de abrir un taller de teatro para los alumnos. Hacía algunos años había comenzado mi trabajo como actor y deseaba hacer una experiencia como docente. Por aquel entonces, fundamentalmente sentíamos la imperiosa necesidad de recuperar el tiempo perdido durante los años de la dictadura. De romper el silencio que nos habían impuesto con cárcel, exilio y censura”, relató el actor Miguel Franchi en el texto “Mireya Bottone: una docente rosarina pionera”.

En dicha edición, el artista rosarino agradece y subraya la colaboración de la directiva de la escuela en facilitar la realización de un taller para los estudiantes. Justamente en ese espacio que tenía lugar los sábados por la mañana, un estudiante pudo dar sus primeros pasos en la actuación. “Muchas veces tendemos a olvidar, a los argentinos nos pasa muy seguido, quizás deba corregirme y decir que muchos suele pasarnos”, afirma en el mismo libro Luis Machín, precisamente “el estudiante” de la, por entonces “Comercial”, que allí mismo inició la carrera que lo llevaría a convertirse en uno de los actores más reconocidos del país.

“En los años donde decir lo que se pensaba era comprarse un boleto al silencio, en los años en que para algunos silenciar hechos era asegurarse un espacio en la continuidad del horror, Mireya hizo todo para que el Comercial Belgrano Nº 1 tuviera su grupo de teatro, grupo al que pertenecí y fue el comienzo, la gestación de lo que en el correr de los años sería mi profesión, mi actividad como más me gusta llamarla”.

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