Edición Impresa

Reflexiones

Julio, el inesperado socio K contra Clarín

Mientras las etapas políticas se sucedían, Julio Grondona se reacomodaba para sostener su reinado de 35 años en la AFA.


“Francisco recibe a todos, pero nunca se va a olvidar de los que lo visitaban cuando era negrito”.

Julio Humberto Grondona pronunció la frase, ronca y morosa, mientras se pasaba el dedo índice por la solapa. La escuchó, sonriente e intrigado, un dirigente político del peronismo K que, justamente, formaba parte de los que hablaban con Jorge Bergoglio cuando era arzobispo, y en la metáfora de Grondona, usaba la sotana negra.

La anécdota sobre Grondona que compartió con Bergoglio sus días de estudiante, sintetiza el protagonismo, la mayoría de las veces invisible, que tuvo en la política argentina el dirigente que falleció el martes a los 82 años luego de comandar durante 35 años la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y sobrevivir a gobiernos de todo color y pelaje: la dictadura militar, el alfonsinismo, el menemismo, la Alianza, la crisis de 2001 y el kirchnerismo en sus dos etapas, la nestorista y la cristinista.

Fue en esta última etapa que Don Julio, modismo con que lo veneraba el mundo del fútbol y de la política, hizo su última y más impactante jugada: se convirtió en un inesperado socio de los Kirchner en la disputa que estos entablaron desde 2008 con el grupo Clarín.

A pesar de que, durante la presidencia del patagónico, en Casa Rosada se especuló con una jugada para destronar a Grondona, en 2008 el jefe de la AFA fue un operador eficaz y sigiloso para que los K le asestaran un golpe durísimo al negocio de Clarín al sacarle el control de la transmisión televisiva de los partidos de fútbol.

Grondona se puso al frente de los clubes para no renovar el contrato con Clarín y sus socios para, luego, avanzar en la firma de un nuevo acuerdo con el gobierno que dio origen a lo que se conoce como Fútbol Para Todos (FPT), plan que la Casa Rosada revistió casi de carácter épico y que se convirtió, con los años, en una de las piezas centrales de la campaña publicitaria del oficialismo.

La jugada de Grondona tuvo un rasgo particular: el dirigente aceptó avanzar en un acuerdo en momentos en que el kirchnerismo venía de padecer la peor derrota política, luego de que Néstor Kirchner como candidato perdiera la elección en la provincia de Buenos Aires con Francisco de Narváez: el llamado 28 J.

Fútbol Para Todos fue una de las movidas que Kirchner planeó para ensayar una resurrección política luego de aquel resultado negativo, junto con la ley de Medios.

Grondona se convirtió en socio imprescindible y queda, de aquellos días, el comentario atribuido al dirigente fallecido respecto de que Fútbol Para Todos fue porque se animó Cristina.

En paralelo, a lo largo de los años, Grondona tuvo vínculo con la mayoría de los dirigentes políticos. Más con el peronismo, de Daniel Scioli a Sergio Massa, de Mauricio Macri por Boca a Sergio Urribarri, el gestor del acercamiento que terminó en el FPT.

Comentarios