Ciudad

Entrevista

“Hay que marcar agenda”

La ex ministra de Educación Carola Nin asumió en el Concejo tras la salida de Héctor Cavallero, ahora diputado provincial. Sostiene que el gran problema de la ciudad es la “narcocriminalidad”.


La semana pasada la ex ministra de Educación de Jorge Obeid en su último período como gobernador, Carola Nin, asumió como concejala de Rosario para completar el mandato de Héctor Cavallero, quien renunció para, a su vez, asumir como diputado provincial. Ella seguía en la nómina del Frente para la Victoria en las elecciones de 2013 a la actual concejala del Partido del Progreso Social Lorena Giménez, pero después de esa elección el massismo rompió lanzas con el kirchnerismo. Ahora, sin estar enrolada en la corriente de Sergio Massa, la flamante concejala compartirá bloque con el edil reelecto por el Frente Renovador Osvaldo Miatello, en oposición al Frente Progresista, y a distancia del FPV. En diálogo con El Ciudadano adelantó que serán “opositores constructivos” a la nueva gestión de Mónica Fein y que al socialismo le reconocen “aciertos políticos” pero más “un desgaste en su modo de gestionar”. Nin ya participó en el debate en la última sesión del Palacio Vasallo, que pasó a cuarto intermedio y continuará hoy con la discusión de la ordenanza de las ordenanzas: el Presupuesto 2016. Y hacia allí dirige su primera objeción por que, dice, propone destinar muy pocos recursos para combatir y prevenir las adicciones a drogas ilegales.

—¿Cómo se reemplaza a un político con tanta trayectoria en la vida de la ciudad como Héctor Cavallero?

—Es una responsabilidad muy grande. No sólo de reemplazar a un ex intendente sino hacerlo en un momento difícil para Rosario.

—¿Cuál será el rol del bloque que integran con Osvaldo Miatello respecto a la nueva composición del Concejo Municipal, donde el socialismo nuevamente no cuenta con la mayoría?

—Vamos a ser claramente opositores pero entendiendo la necesidad de gobernabilidad que tiene la ciudad. Entendemos que el socialismo es un proceso agotado. Así quedó reflejado en las últimas elecciones. Los votantes dijeron mucho: primero, que el socialismo no está dando respuestas a sus problemas. Segundo, fue un mensaje para la oposición de que no iban a saltar al vacío. Y más, que no estaban dispuestos a hacer experimentos políticos como algunas alternativas que se presentaron. Nosotros pretendemos ser una alternativa de construcción democrática. No coincidimos con la forma que lleva adelante el Ejecutivo local el gobierno. Por eso, vamos a buscar alternativas y ser una oposición constructiva y propositiva. Conocemos el funcionamiento del Estado.

—¿Cómo analiza la actualidad de la ciudad?

—Rosario está en una situación difícil. No la estoy estigmatizando; a la intendenta Fein le gusta decir que la estigmatizamos. El problema de la ciudad no es discursivo. Si vemos los índices de homicidios y violencia que tenemos por la narcocriminalidad, no se trata más que de asumir la realidad. Nuestro primer paso como oposición va a ser marcar las falencias serias que tiene el Ejecutivo. Nadie puede decir que Rosario no está complicada. El principal problema sigue siendo la narcocriminalidad. En ese contexto, el Ejecutivo manda un presupuesto que sólo destina 1,8 millón de pesos a políticas de prevención de adicciones. En un presupuesto de 10 mil millones es irrisorio. Por eso señalamos que la gestión está agotada y sin capacidad. Hay que marcar la agenda y esto es un tema importante.

—¿Qué relación van a mantener con los representantes y políticas propuestas por el ex candidato presidencial Sergio Massa?

—Cuando Osvaldo (Miatello) se presentó como candidato a concejal, acompañamos la postulación de Alejandro Grandinetti para la intendencia porque nos parecía un buen candidato. No significa que nos hemos incorporado al massismo. Nunca fuimos del massimo. La última estructura a la que pertenecimos con convicción fue el “obeidismo”. Siempre fuimos Compromiso con Rosario. De hecho, hasta apoyamos la candidatura de (Daniel) Scioli.

—¿Cómo ve el futuro del peronismo en Rosario?

—Es un futuro complicado. Creo que en este momento lo mejor que nos puede pasar es que hablen los que tienen mayor responsabilidad institucional. No está en mi lugar meter más leña al fuego. Voy a mantener un silencio respetuoso pero está a las claras la crisis local.

—¿Qué puntos en común poseen como bloque con el Ejecutivo y sus políticas?

—La política de salud fue acertada. Pero pasa algo habitual cuando un signo político está mucho tiempo en el mismo gobierno: no se aggiorna. La política pública de salud, el haber avanzado en la red de atención primaria que tiene la ciudad, es para rescatar. Se armó un entramado que cubre todo el tejido social. Otro logro fue la Isla de los Inventos. Estamos trabajando en un proyecto para replicar este tipo de espacios de juego en cada distrito. Pero en las iniciativas, aún las buenas, hay un desgaste propio del modelo de gestión del socialismo. Otro ejemplo es lo que hicieron con el Presupuesto Participativo: empezó teniendo una gran aceptación como herramienta y se le daba el 8 por ciento del presupuesto. Hoy a duras penas llega al 1,5 por ciento. Es extraño que cuando la ciudadanía reconoce buenas políticas, no se las trabaja más.

—¿Cuáles serán los debates más agitados sobre lo que se necesita en la ciudad?

—La composición del Concejo Municipal en 2016 será heterogénea. Da la sensación de que el oficialismo no puede articular a su interior una estrategia política única. Creo que el primer paso va a ser discutir el Presupuesto. Será una oportunidad para discutir las visiones de la ciudad que tienen los partidos.

—¿Y cómo es la suya?

—Queremos una ciudad de buena gente. Los buenos son los que le importa qué le pasa al otro. Se trata de respetar y ser respetado. Eso sólo se consigue si la sociedad es acompañada por un Estado cercano y con capacidad de intervenir. Estamos en una nueva era. La realidad nacional e internacional ha cambiado. Es evidente que estamos en un nuevo escenario. No podemos dejar que nos pase por encima.

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