Política

Presa política

Hace seis años metían presa a Milagro Sala: “Ella es un emblema del lawfare”

Milagro se encuentra cumpliendo prisión domiciliaria, tras diversas reubicaciones del lugar de cumplimiento de la pena, pasando por una de las casas aún sin terminar de la Tupac Amaru, hasta llegar al que hoy es su lugar de residencia


 

La dirigente social y titular de la organización popular Tupac Amaru, Milagro Sala, cumplió 6 años privada de su libertad este domingo, en una situación atravesada por la controversia, las irregularidades y la falta de pronunciación tanto por las autoridades ejecutivas del gobierno nacional como por la Corte Suprema de Justicia, la cual tiene la causa de la referente a la espera de una resolución. Su compañero de militancia, Fernando “Nando” Acosta señala que el origen del conflicto entre el gobernador Morales y la referente se ubica en el trabajo realizado por la organización en los barrios de la provincia, disputando lugares de poder político y proponiendo otras lógicas de organización del Estado, con salidas más económicas para la construcción de viviendas desde la organización popular, y no desde la contratación de empresas privadas.

El histórico referente de la Asociación de Trabajadores Estatales de Jujuy, Fernando Acosta, rememora los inicios de Milagro en la política y recuerda que “a principios de los 90, comenzó con nosotros en ATE. Llegó a ser secretaria gremial” en aquellos años, y a finales de la década “se dio el cambio de la actividad sindical a la actividad barrial. Nosotros, tanto en ATE como en la CTA, habíamos avanzado con todo un trabajo sobre los trabajadores en los barrios”, changarines y personas desocupadas o en la informalidad, “y comenzamos a realizar un trabajo social, barrial, fundamentalmente llevado adelante por compañeras de la CTA, que eran capacitadoras laborales o que trabajan en los puestos de salud, o los porteras de las escuelas que ya estaban ahí, que vivían en los barrios”.

Durante el año 2000 y 2001, Acosta narra que el conflicto con las patronales estaba en alza, aunque debido a la profundidad de la actividad sindical: “donde se habían concentrado los conflictos más grandes, nosotros ya teníamos un trabajo barrial importante con CTA. Ahí es donde decidimos que (Milagro Sala) se ocupara más del tema, porque se manejaba como pez en el agua en los barrios y yo me ocupaba más del tema de ATE. Fue un trabajo que se fue haciendo con un crecimiento permanente”.

Acosta remarca una “característica fundamental” que destacaba el trabajo de Sala en los barrios de la provincia norteña: “no era una organización de desocupados, sino que eran trabajadores, mujeres y jóvenes, que sobrevivían como podían y, también junto con los trabajadores de ATE, con los que estábamos a la par”, lo cual le dio un crecimiento importante a la organización y a su vez le dio un carácter sindical a lo que más tarde tomaría el nombre y la forma de  la organización Tupac Amaru: “el trabajo era de la CTA, que resuelve incorporar a estas organizaciones territoriales”. Acosta relata que, por aquellos años, se conformaron diferentes organizaciones sociales producto de la organización social: “Se armó, por un lado, la Federación de Tierra y Vivienda, en la que estaba (Luis) D’Elia en Buenos Aires, y en Jujuy nosotros teníamos nuestra organización. Y para darle una identidad como organización social” se le puso el nombre del cacique inca, “más allá de que en la práctica seguía funcionando como CTA, con mucha gente en los barrios trabajando, y con mucha gente de ATE militando en ese espacio”, con una incorporación de jóvenes y de mujeres que nutrió a la incipiente Tupac Amaru. “Eso nos dio una fuerza muy importante”.

El exsecretario general de ATE cuenta que, “después del 2001, con la llegada del kirchnerismo, la Tupac Amaru ya tenía una fuerza importante, y puede ingresar a resolver otros temas, como por ejemplo el trabajo, que era lo que más le faltaba a la gente” en la provincia de Jujuy. “Funcionaba, sobre todo, a través de la solidaridad: las copas de leche, los merenderos, roperos comunitarios”. Acosta afirma que había muy poca recepción de planes sociales por parte de los vecinos y militantes, ya que “todo era más desde la solidaridad”.

Entre cooperativas y piletas: el problema de la vivienda en Jujuy

La “explosión de crecimiento” de la Tupac Amaru en el territorio jujeño se da a principios de la década de los 2000, cuando la organización comienza a inmiscuirse en la discusión por la vivienda pública y la construcción de unidades vivenciales para los vecinos: “le dio una fuerza muy importante (a la organización) y poco a poco se iba discutiendo el tema de la obra pública” en la provincia norteña, porque “se construían las viviendas mucho más rápido, mucho mejores y mucho más barato. Daba mucho trabajo, empezaba a haber fábricas de bloques, se intubaban los arroyos y empezó a haber fábrica de caños. Después hubo carpinterías metálicas. Todo esto empezó a dar ganancias” y con ello se resolvía elaborar iniciativas “cómo ser el tema de la educación, generar programas de terminalidad educativa” para aquellas personas con escolaridad inconclusa o sin alfabetizar. El sindicalista cuenta a El Ciudadano que “muchos chicos no los dejaban entrar (a las escuelas) porque no tenían documento, o porque repetían un año, y en lugar de incluirlos los echaban y tenían que esperar a los 18 años para ir a una nocturna. Después siguió toda la parte de capacitación laboral y se hicieron colegios secundarios”.

Entre el 2003 y el 2015, la organización Tupac Amaru construyó dos escuelas secundarias bajo los nombres “Germán Abdala” (de estudios acelerados para niños y adultos) y  Olga Márquez de Arédez (de enseñanza secundaria común), la escuela primaria con nivel inicial Bartolina Sisa y el Instituto Superior Tupac Amaru para que quienes terminaban el secundario tuvieran acceso a estudios terciarios. Cada una de esas instituciones nació a pedido de la gente reunida en asambleas desde la organización. En esos años, la matrícula de las escuelas de la Tupac pasó de 123 alumnos a más de cinco mil.

Acosta agrega que “en los distintos lugares donde se desarrollaba la Tupac, había establecimientos educativos y de salud”, llegando a estar equipadas para distintas especialidades, entre ellas odontología, contando con ambulancias “totalmente equipadas, hasta tomógrafos, y también tenían un laboratorio gigante, muy importante”. Pero, para Fernando lo que caracterizaba el paso de la organización liderada por Milagro Sala fue la construcción de centros polideportivos con piletas, para los vecinos de la zona: “el símbolo, lo emblemático de la Tupac, era que en cada barrio tenía que haber una pileta”, y enfatiza al decir de “fue como una revolución, porque en Jujuy no había piletas en los barrios o parques acuáticos. Fue muy grande el desarrollo”. El referente jujeño advierte que ese tipo de instalaciones recreativas sólo se encontraban en el centro de las ciudades, donde se les dificultaba a las poblaciones de bajos recursos o de los barrios más periféricos poder acceder.

El origen de la incomodidad

“La Tupac crecía porque se generaba trabajo” y generaba “centros de contención para los jóvenes, sacándolos de las calles o apartándolos de los vicios y de la delincuencia”. Por aquellos tiempos, la Tupac “llegó a tener entre 70 u 80 mil afiliados”. “Sacando al Estado, era la segunda prestadora de trabajo: disputaba con la empresa Ledesma”, teniendo en cuenta las cooperativas destinadas a la construcción de viviendas, las empresas derivadas del sector de la construcción y los puestos de trabajo destinados a los centros educativos y de salud generados por la Tupac Amaru. “Y el resultado, las ganancias, se volcaban en nuevas cosas que involucraban mayores beneficios para la gente. Por eso terminó con un poder territorial importantísimo: se le resolvían los problemas a las personas” e inclusive “era mucho más económico para el propio Estado para poder realizar obra pública”.

Acosta destaca los llamados “Programas Plurianuales” provinciales, implementados para la elaboración de obras públicas y viviendas formales: “todos los años (las licitaciones) las agarraban las mismas empresas. Los llamaban plurianuales, entonces hacían (las construcciones durante) un año, las obras se demoraban y en ese tramo reescribían los precios” inflando así sus ganancias con los contratos públicos. “La diferencia” entre las cooperativas de la Tupac y los contratos privados “es que las utilidades no eran ganancias para empresarios, sino que eran para el colectivo. Después había asambleas con aproximadamente 800 personas, con delegados, que resolvían qué se hacía con eso: una iglesia, una escuela, un centro de salud, lo que fuera pero se decidía ahí, en asamblea”. “Ahí es donde se rompió el status quo”.

La Tupac Amaru tuvo diversos frentes de lucha: la visibilización de las desigualdades de género y de clase, la diversidad sexual, la lucha contra la violencia de género, por la inclusión de las mujeres y los pueblos originarios, “todo eso estaba incluido dentro de la Tupac”. Hasta el 2013, la organización barrial no tenía representación institucional. “Lo que más ha generado problemas en los sectores históricamente privilegiados fue que ya no se resolvían los problemas por el clientelismo político, sino organizándose y peleando por los trabajadores” y “se hizo visible en Jujuy un porcentaje enorme del pueblo que estaba totalmente sumergido, que antes no tenía acceso a nada y que no se los contabilizaba para ciertas cosas. Muchos hasta estaban indocumentados, eran totalmente invisibles. Toda esa gente empezó a tener resoluciones a sus problemas”. Para Acosta, esto fue lo que generó “la conspiración imprescindible para poder voltear y destruir el movimiento” de la Tupac Amaru.

Seis años de Lawfare

El gobernador Gerardo Morales ha sido señalado como “carcelero de Milagro Sala” por múltiples referentes políticos y organizaciones de defensa de los derechos humanos, alegando que la dirigente es una presa política, ya que “sigue privada de su libertad por una causa sin condena firme”. Actualmente, Milagro se encuentra cumpliendo prisión domiciliaria, tras diversas reubicaciones del lugar de cumplimiento de la pena, pasando por una de las casas aún sin terminar de la Tupac Amaru, hasta llegar al que hoy es su lugar de residencia.

 

En febrero del 2020, el exsenador Guillermos Snopek presentó un proyecto para la intervención del Poder Judicial de Jujuy, el cual ignoraba por completo el caso de Milagro Sala.  El senador fundamentó dicho proyecto a partir de diferentes irregularidades ocurridas en justicia norteña, entre ellas, los audios filtrados del, en ese entonces, presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Jujuy Pablo Baca, publicados por Alejandra Dandan en el portal “El Cohete A La Luna” en su edición semanal del domingo 26 de enero del 2020. En éstos, Baca le dice en comunicación telefónica a Ana Juárez Orieta, exdirectora de la Dirección Provincial de Estadísticas y Censos, que la detención y permanencia de la restricción de la libertad de Milagro Sala es producto de la voluntad y conveniencia del gobernador de la provincia, Gerardo Morales. En otro de los audios, el magistrado admite que la firma de Milagro Sala no se encuentra en los papeles de los fondos que llegaban a Jujuy, pero sí las de sus cooperativistas miembros de la organización Túpac Amaru, fondos que llegaban desde Nación para la construcción de viviendas, piletas públicas y otras instalaciones.

En el proyecto, el exsenador relataba la historia de la construcción del nuevo Tribunal Supremo de Justicia, que pasó de tener 5 integrantes a nueve, de los cuales dos eran integrantes del bloque oficialista radical de la misma legislatura que votó positivamente el proyecto de ampliación del Tribunal. Por otro lado, otra de las irregularidades señaladas fue la creación de un Ministerio Público de la Acusación dependiente de ése mismo Poder Judicial, lo cual dejó desprovisto al Fiscal General de su función y colocó a otra persona, con el mismo cargo, en la tarea de investigar. El proyecto se encontró de frente con la pandemia un mes después, en marzo del año 2020, y no volvió a tener tratamiento legislativo, perdiendo así estado parlamentario.

La defensa de Milagro Sala presentó un recurso de queja ante la Corte Suprema de Justicia, tras las irregularidades por las cuales ha pasado la causa y los propios canales legales por donde circuló su expediente, que además ya habían sido convalidadas por la Cámara de Casación Penal: numerosos alegatos en contra de la dirigente sin que estuviera presente en la sala de audiencias, expresiones de la presidenta del Tribunal Supremo jujeño adelantando su fallo alegando el clamor social, las declaraciones de Pablo Baca, también integrante del cuerpo, entre otros sucesos sin visos de imparcialidad o atados a derecho.Si bien el pliego fue entregado en marzo del 2020, los supremos no se han expedido respecto a la situación que se vive con la dirigente social.

Al cierre de su comunicación con El Ciudadano, Acosta define a Milagro Sala como un símbolo por partida doble: “Milagro hoy es un emblema de lo que es el lawfare, es una presa política víctima del lawfare, hecho para restituir el poder a los sectores económicos tradicionales en la provincia: empresas, partidos políticos que habían manejado a la provincia durante décadas”. Según Acosa, “la forma de reconstruir todo eso fue destruyéndola a Milagro Sala y hacer toda una campaña de que es la culpable de todo, no sólo inventando causas, sino también instituciones, para poder devolverle el poder a los sectores dominantes y concentrados de Jujuy”. Por otro lado, “ella demostró que se puede construir el bienestar de la población de forma autónoma a través del trabajo y que la distribución de lo que se generó sobre la gente”. “Mostró, con una entrega enorme, una forma distinta de organizarse frente al Estado”

 

 

 

 

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