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Reflexiones

Gremialistas: instantáneas de una estirpe en transición

“Pato, hasta acá llegué: medís un punto y medio”.


“Pato, hasta acá llegué: medís un punto y medio”.

El don de la cortesía no se posó sobre Omar Viviani, y Sergio Urribarri lo supo del modo más bestial: tras armarle un acto y pararse a su lado como pata gremial del sueño entrerriano, Viviani –taxista al fin– le avisó que el viaje había terminado y apagó el reloj. Antes, Viviani le facturó la estadía junto a Urribarri a Julio De Vido, mecenas del candidato K.

Viviani, como otros jerarcas sindicales, tendió puentes con Daniel Scioli en una efímera hermandad con Antonio Caló, el jefe de la CGT Balcarce, que lagrimeó al hombro de sus pares el viernes pasado: “Nadie me atiende el teléfono en el gobierno. Ni (el ministro de Trabajo, Carlos) Tomada, que fue tantos años abogado nuestro…”, se quejó y propuso, junto al taxista, que la central sindical oficialista declarara formalmente la libertad de acción ante el paro de ayer.

Caló en zig zag

Liviano porque en su gremio, la Uocra, el impacto de Ganancias es muy puntual y sectorizado, Gerardo Martínez se trajeó de filo K. “Compartimos el reclamo pero no la metodología”, avisó. Caló anotó otro tropiezo: padece, hace tiempo, el raspaje de los metalúrgicos que traducen su despiste en CGT como un costo a pagar por la UOM y le reprochan que se arrime –a dúo con Ricardo Pignanelli, de los mecánicos de Smata– a Scioli, cuando algunos metalúrgicos, como Francisco “Barba” Gutiérrez, coquetean con Randazzo.

Debutante en CGT, Guillermo Moser, de Luz y Fuerza, avaló a medias a Martínez. Por Ganancias y por tercerizados armó su propio paro para el 8 de abril. Moser está en la etapa de consolidación interna en un gremio que gobernó, por décadas, Oscar Lescano. Un clásico criollo: Moser tiene buena relación con Florencio Randazzo –por antiguas simpatías heredadas– y tensiona con De Vido mientras Omar Maturano, de los maquinistas de La Fraternidad y uno de los gestores del paro de ayer, atravesó una temporada feroz con el ministro de Transporte, y su enlace es Planificación. Sobre Maturano, y más que nada Roberto Fernández, de la UTA, el gobierno teje la hipótesis de un cambio en la correlación de fuerzas en el club del transporte cuando Fernández, tras una negociación sigilosa con la Casa Rosada, se desmarcó del último paro convocado por Moyano y demostró que el poder de una huelga exprés está en el transporte público.

Fernández y Maturano, de añeja malquerencia con Moyano, quieren tener la franquicia del transporte para las charlas de la futura CGT unificada.

Próximo interlocutor

Maturano, más que Fernández, se fantasea como jefe de una central transicional que negocie con el presidente que viene como Moyano negoció con Néstor Kirchner. Un lema sindical indica que la mejor destreza de un cacique gremial es la de saber negociar más que saber confrontar.

Moyano es, en la historia cercana, el emblema de las dos versiones: como aliado de Néstor Kirchner logró más beneficios a su gremio y a la CGT que como detractor de Cristina. El camionero, en modo Grondona, se entretiene con Independiente y en la CGT sonríe con las picardías de sus muchachos.

En mutación

“Che, danos una mano, Omar…”, mortifican los moyanistas a Plaini, sciolista explícito que se ligó una mención del gobernador en su mensaje al parlamento. El canillita ríe y vuelve a reír cuando los que lo rigoreaban le piden que los siente con Scioli. Hacen lo mismo con Facundo Moyano respecto del tigrense Sergio Massa pero dejan, más allá de conexiones con Diego Santilli, en manos de Moyano padre el gerenciamiento de la relación con Macri. “Al final, Mauricio fue el que más cosas me dio”, dice el camionero, pero sus laderos entienden que no hay margen para sellar, al menos antes de la elección, un acuerdo con el PRO. Más simple: Macri no quiere ese pacto, no ahora. La estirpe sindical está, como el PJ, en mutación y busca retener protagonismo en lo que viene. Conservadores y ortodoxos prefieren, como los intendentes y los gobernadores del PJ, a Scioli porque lo ven más accesible e influenciable que los demás. Todo en la escenografía siglo veinte del peronismo unido, con la voz de Hugo del Carril.

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