Ciudad

Interdisciplinario

Gedankenexperiment: un recorrido científico por el arte

La exposición, curada por Leandro Comba y Carlos Stia, exhibe las obras de la colección Castagnino Macro, pero elegidos y dispuestos en relación con conceptos de la física cuántica.


En el cruce disciplinario entre la física y el arte se erige Gedankenexperiment [experimento mental], una muestra de obras que forman parte de la colección Castagnino Macro que se exhiben a partir de una renovada mirada que las vincula con principios teóricos de la física cuántica. Ideada y curada por Leandro Comba y Carlos Stia, la exposición se inauguró ayer en la sede del Macro (Oroño y el río) y se desarrolla a partir de un convenio de colaboración firmado por el Conicet, la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad y el propio Museo.

¿Cuál es la posible relación entre arte y ciencia? Es el primer interrogante que surge al acercarse a la propuesta. Sin embargo, estas dos disciplinas, en apariencia tan opuestas y diversas, mostraron tener más de un punto en común, y éstas similitudes y correlaciones son las que inspiraron a los autores a plasmar a lo largo de los siete pisos del museo esta visión más o menos unificada del mundo.

“La colección Castagnino Macro es el motor de este proyecto porque desde el museo uno piensa cómo presentar desde una nueva perspectiva la colección. Tenía la idea de trabajar con la ciencia como una cosa insólita en relación al arte para ver qué nueva mirada nos podía dar. Le propuse a Carlos empezar a charlar sobre encuentros y desencuentros de las dos disciplinas, vimos que había ciertas analogías y similitudes muy fértiles para poder trabajar la colección y ahí pensamos que podía quedar registrado en una muestra de obras de la colección”, señaló Leandro Comba, artista y autor del proyecto, en diálogo con El Ciudadano.

“Encontramos que el lugar de trabajo tanto del físico como del artista era un punto en común: el laboratorio/taller. Al hablar de física cuántica empezamos a ver cuestiones conceptuales de abstracción, de síntesis, casi filosóficas, en las que eran muy cercanas una disciplina de la otra. Sobre todo en lo conceptual, donde encontramos una analogía fuerte. Cada disciplina tiene el potencial de transformar la manera de ver y percibir el mundo, la física desde sus grandes postulados y el arte también, ya que los artistas tratan de que uno vea las cosas desde otro lugar”, explicó Comba.

En el mismo sentido, Carlos Stia, físico e investigador del Conicet expresó: “La física cuántica describe el comportamiento del mundo microscópico, a nivel del átomo y las partículas subatómicas. En ese mundo de lo pequeño las cosas no se comportan de la forma en la que estamos habituados, sino que lo hacen de una manera anti-intuitiva. Ahí es donde conceptos como «identidad» se tienen que redefinir y nos lleva a preguntarnos qué es la realidad y cuál es el rol del observador o el científico donde su acción modifica esa realidad. Tomado como recurso para la muestra eso construye la idea de un espectador que con su mirada experimenta con la obra, que a cada mirada devuelve un resultado diferente. Son recursos de la física que van a atravesar la obra”.

Bajo esa última premisa, Gedankenexperiment [experimento mental], nombre alemán que surge a partir de un principio de física cuántica, cuyo ejemplo más conocido es el gato de Schrödinger (ver aparte), se propone como un ensayo “en proceso” donde el espectador completa lo expuesto a través de su mirada que modifica esa realidad mientras la experimenta. “Trabajamos con algunas ideas de la física como recursos pero en la propuesta de generar la muestra entera como un experimento que continúen los espectadores, las charlas entre físicos y artistas previstas en el transcurso de la muestra. La muestra en sí no da respuestas, por más que en muchas cuestiones la física sí las tenga, sino que proponemos un lugar de reflexión y debate, incluso lúdico”, agregó Stia.

A lo largo de siete pisos que constituyen la exposición, los principios más relevantes de la ciencia y la física cuántica encuentran su correlato en la presentación y disposición de las obras, con una propuesta diferente en cada nivel del museo.

“El Macro ha tenido alguna experiencia en intercambio de disciplinas con el intento de ver la colección de otro lugar pero no con esta intensidad ni con esta relación entre museo y Conicet. Por más que parezca hermética la idea de ciencia y arte, se buscó acercar la brecha a quien venga y que pueda disfrutar todas las obras de la colección desde un lugar de experimentar”, sintetizó Comba.

El recorrido incluye obras de artistas como Román Vitali, Diego Bianchi, Norma Rojas, Fabio Kacero, Gyula Kosice, León Ferrari, Hugo Cava, Raquel Forner, Adrián Villar Rojas, Leopoldo Estol, Andrés Sobrino, Eduardo Navarro, entre otros pertenecientes a la Colección Castagnino Macro.

Superposición de estados

La paradoja del gato de Schrödinger es uno de los ejemplos más emblemáticos del principio de los estados posibles que fundamenta la mecánica cuántica, y es, precisamente, uno de los principios en los que está inspirada la muestra. A partir de un experimento mental, tal el nombre de la exposición, se propone imaginar un gato adentro de una caja con un dispositivo letal que en un determinado momento puede activarse, o no. Si alguien abre la caja podría ver un gato  o un gato muerto, dependiendo si se activó o no el dispositivo. Mientras que la mecánica cuántica dice que cuando la caja permanece cerrada el gato está vivo y muerto a la vez, en la superposición de los estados posibles. La teoría, desarrollada por el científico austríaco Erwin Schrödinger en 1935, explica que el hecho de abrir la caja actualiza una de esas dos realidades mediante la intervención del observador.

De arriba hacia abajo

Con un diagrama informativo y la proyección de un video documental con bocetos que reflejan el intercambio entre el artista y el físico, los autores presentan y resumen la obra que parte desde el último piso, el séptimo, para ir bajando al encuentro de conceptos en un recorrido estético y de conocimiento.

Ese diagrama se repite en cada nivel para explicar los conceptos científicos que, en cada caso, atraviesan a las obras que se muestran. Así, en el sexto piso el espectador se encuentra con tres obras que representan sistemas; mientras que en el quinto, dispuestas sobre una mesa con vitrinas, las obras pretenden emular un laboratorio físico. El cuarto piso es una especie de desafío a la mirada, con obras lumínicas y ópticas; al tiempo que el piso tres cuestiona el principio de la identidad y alude al concepto cuántico de la superposición a partir de la pintura “La Chola”, de Alfredo Guido, en paralelo con un “paper” del físico Luis Victor Broglie, ambos de 1924. Según explicaron los curadores, en “La Chola” conviven varias mujeres cuya identidad depende de la percepción del observador, por lo que Stia la consideró como una obra cuántica. Siguiendo con el recorrido, el segundo piso presenta la colección histórica y contemporánea en correspondencia con la física clásica y cuántica; en tanto el primer y último piso del recorrido se plantea como un resumen de la propuesta, donde se conjugan varios estados posibles en una misma obra. Un juego dual, en el que la superposición está ya directo en las obras, cuyos estados se actualizan a partir de la mirada sobre uno u otro estadio.

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