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quejas de todos lados

Fuertes críticas a la idea de importar carne vacuna brasileña

La resolución, que se conoció esta semana, fue cuestionada por Lifschitz, Federación Agraria y los carniceros locales. Advierten que detrás de la apertura podría haber un negocio de frigoríficos extranjeros radicados en el país.


Esta semana se conoció que Argentina autorizó la importación de carne vacuna procedente de Brasil. La noticia se supo este jueves, a través de una resolución del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), y generó sorpresa. La medida fue cuestionada por Federación Agraria y el gobernador Miguel Lifschitz, quien dijo que afectará a la producción nacional. En tanto, desde la Sociedad de Carniceros de Rosario sospechan que detrás de la apertura hay un “negocio” de grandes cadenas internacionales de supermercados y frigoríficos brasileños radicados en el país.

A través de una resolución del Senasa, el gobierno argentino facilitó los trámites para la importación de cortes vacunos desde Brasil. El texto aprobado por el organismo responsable por la seguridad alimentaria consigna que “se encuentra operativo el mercado para la importación de carne bovina fresca deshuesada a la República Argentina”.

La decisión oficial de simplificarle los trámites a los frigoríficos brasileños que pretendan realizar un despacho hacia la Argentina se da en un contexto en el que el sector registra un alto nivel de capacidad ociosa. Según datos del sector publicados por el portal iprofesional.com, en la actualidad las empresas pueden procesar 18 millones de cabezas, mientras que se están faenando no más de 13 millones.

Cabe destacar que Brasil ya viene exportando carne hacia la Argentina. Pero se trata de volúmenes marginales, que no superan las 3.000 toneladas al año. Además, son operaciones que están encapsuladas en ciudades fronterizas.

Brasil, en la actualidad, es el principal jugador a nivel mundial, con envíos por un total de u$s5.500 millones anuales. Por su escala, el precio de carne de novillo en gancho cotiza a u$s2,90 el kilo, frente a los u$s3,50 que cuesta en la Argentina. Los expertos señalan que la diferencia no es menor.

Críticas

En ese escenario, los productores de porcinos locales nucleados en Federación Agraria fueron los primeros en salir con los tapones de punta contra la decisión de la administración de Mauricio Macri, y pidieron realizar una revisión. Advirtieron en un comunicado –publicado por la agencia de noticias NA– que la apertura “no sólo golpeará a la cadena porcina por competencia, sino que también podría afectar los estándares de producción nacional”.

Por su parte, Lifschitz señaló el mismo jueves en Rosario ante la consulta de El Ciudadano que “la importación de carne siempre afecta a la producción nacional, sobre todo en sectores donde se viene creciendo”.

El gobernador aclaró que no se opone a la apertura de la economía, pero dijo que eso debe hacerse de forma “inteligente y protegiendo los rubros competitivos”.

En línea con el mandatario provincial, el titular de la Sociedad de Carniceros de Rosario, José García, manifestó que “no es nada bueno que el país importe carne”.

“Si se busca ampliar la producción y que se invierta más no se puede abrir el mercado, es una contradicción, sobre todo en un territorio ganadero como el nuestro, donde no falta carne. Evidentemente lo que está sobrando en Brasil es lo que quieren traer para acá”, agregó.

Mar de fondo

Apenas se conoció la información esta semana algunos medios porteños apuntaron que la resolución podría afectar la faena y ventas de frigoríficos nacionales o radicados en el país. Sin embargo, surgen otras lecturas

García señaló que la apertura podría estar vinculada a “negocios” de grandes cadenas internacionales de supermercados radicadas en Argentina y, también, de frigoríficos de capitales brasileños que (entre otras cosas) producen salchichas y hamburguesas en el país. Es que la carne de cebú brasileña, magra y baja en grasas, se adapta bien a esos productos.

“Las empresas brasileras han avanzado mucho en el país comprando frigoríficos y hoy exportan bastante desde acá”, agregó el presidente de la Sociedad de Carniceros.

Relaciones carnales

En los últimos meses la industria frigorífica brasileña estuvo sacudida por varios escándalos, como el recordado caso de la “carne fraca”, que involucró a encumbrados empresarios del sector. Las autoridades sanitarias brasileñas expusieron a la luz pública una serie de irregularidades en las normas administrativas y sanitarias de varios frigoríficos, con la cual la nueva apertura también podría traer polémica por este asunto.

La Argentina viene de autorizar la importación de carne de cerdo de los Estados Unidos, como contrapartida de la esperada apertura para los limones y, próximamente, de la carne vacuna. Según publicó el matutino porteño Clarín, se espera que la semana próxima haya noticias al respecto, lo que implicaría la reanudación de las exportaciones después de 17 años, cuando se cancelaron por la reaparición de fiebre aftosa en la Argentina.

Crónica del desembarco

La industria frigorífica de Brasil está concentrada en cuatro grandes grupos, que a su vez tuvieron una vertiginosa expansión internacional en la última década: JBS, BRF, Marfrig y Minerva. Esta internacionalización fue financiada por el Banco Nacional de Desarrollo (BNDS) de Brasil e integra la producción bovina, porcina y aviar.

JBS desembarcó en el país en 2005 con la compra de Swift Argentina. En 2007, un raíd de adquisiciones mundiales lo convirtió en líder global del sector. En Argentina comenzó a desprenderse de activos en 2013 y hasta el mes de junio de este año solo mantuvo la planta de Villa Gobernador Gálvez, que por entonces fue vendida a Minerva en 300 millones de dólares.

Minerva es el más joven de los cuatro. Con sede en San Pablo, inició sus operaciones en 1992 y cuenta con 11 plantas de faena en Brasil, 3 en Paraguay, 2 en Uruguay y una en Colombia. La planta del ex Swift fue su debut en Argentina.

Otro conglomerado que llegó de compras al país hace diez años fue Marfrig. En 2006 adquirió AB&P, de Hughes, y luego Quickfood, Estancias del Sur y Vivoratá. Años después, vendió Quickfood a BRF y, en 2016, la planta de Hughes a los chinos de Foresum. Sólo se quedó con un frigorífico en San Luis.

BRF, resultado de la fusión de los gigantes Sadia y Perdigao, controla Avex, y las plantas y marcas de Quickfood, como Paty. Entre 2015 y 2016 desembarcó fuerte en los chacinados, con la compra de Campo Austral y Calchaquí.