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Fórmulas bizarras, alquimias para 2011

Por: Pablo Ibáñez

Kirchner busca compañero de fórmula.
Kirchner busca compañero de fórmula.

A un año de las primarias, en un escenario tan incierto que cualquier hipótesis –aun la más descabellada– parece posible y, al mismo tiempo, absurda, el imaginario electoral para la presidencial de 2011 aparece cruzado por supuestos, versiones y ensayos múltiples.

Tanto el peronismo, inagotable usina de artificios, como la UCR despliegan en estas semanas –cuando la distancia hasta la elección sugiere que no queda tiempo para “inventar” candidatos– sus más fervientes fantasías electorales, muchas de ellas cercanas al ridículo.

El catálogo de construcciones poco convencionales, más allá de la anécdota, aparece como un factor de intriga porque las proyecciones de los candidatos (y de los partidos) varían, en algunos casos dramáticamente, según cómo se ordenan sus competidores.

Un ejemplo: para Francisco de Narváez, no es lo mismo ser candidato a gobernador del Peronismo Federal, en el que sería el único peronista anti-K, a serlo por Unión-PRO cuando, es muy probable, habría otro dirigente del PJ disidente en la grilla por la gobernación.

A continuación, los formatos más inquietantes: algunos no del todo descabellados; otros quizá delirantes. Pero en los cajones de arena, a la hora de teorizar, se dibujan alternativas para todos los gustos, incluso bizarras.

Cobos-De Narváez. El ensamble entre Julio Cobos como presidente y Francisco de Narváez como candidato a gobernador fue uno de los factores que invocó Elisa Carrió para despegar del Acuerdo Cívico. Se nutrió de un nada casual encuentro entre el vice y el diputado en Tres Arroyos, en el sur bonaerense. Pero se sostiene, más allá de que ambos lo niegan, sobre dos elementos que lo vuelven «probable»: Cobos parece condenado a perder la interna radical con Ricardo Alfonsín – la interna bonaerense fue un anticipo–, y De Narváez carece de candidato presidencial. Para eso, Cobos debería abandonar la UCR –no sería la primera vez: lo hizo para secundar a Cristina– ante lo cual el radicalismo enfrentaría, como en 2003, una elección con más de un “correligionario” en la grilla de presidenciales.

Kirchner-Kirchner. El oficialismo, que se autocelebra la capacidad para deslizar especies, se entretiene con la suposición de que los dos Kirchner, ella y él, podrían compartir boleta en 2011: uno como presidente; otro como gobernador bonaerense. No falta quien sugiere el K-K para la fórmula presidencial, pero en términos prácticos, si de exponer al matrimonio en pleno se trata (opción que en gobierno la mayoría considera inviable), resulta más atractivo aspirar a los dos máximos cargos políticos del país: la presidencia y la gobernación. El orden de los factores –cuál presidente, cuál gobernador– es una discusión que entra en el terreno conyugal. Llegado el caso, los dos son “bonaerenses”. Se alimenta, en el imaginario K, sobre dos criterios: nunca los Kirchner se postularon para un cargo de peso a alguien que no sea un Kirchner (de 2003 a 2009, siempre hubo un Kirchner como cabeza de lista) y, en paralelo, a partir del supuesto de que Néstor podría bajar a la provincia.

Scioli-Massa. Para los que desoyen el dato citado líneas arriba respecto de que los Kirchner jamás ceden el tope de la marquesina electoral, hay quienes especulan con que –en un inusual rapto de solidaridad partidaria– los Kirchner, en caso de asumir que no pueden ganar la elección, impulsarían a alguien que pueda conseguir una victoria y se abrazan a la teoría de que Daniel Scioli ascienda a candidato presidencial y, ante la vacante bonaerense, aparezca Sergio Massa para el sillón de Dardo Rocha. Acá reaparece, como corrección, la idea de Néstor a la provincia.

De Narváez-Solá. En el peronismo disidente, o las múltiples versiones de éste, se pergeñan recetas estrambóticas. Una de ellas ubica a De Narváez como presidente –más allá de la objeción legal– y somete a Felipe Solá a volver a Buenos Aires como candidato a gobernador. Es, a todas luces, una mojada de oreja para Solá que jura y perjura que no figura en ninguno de sus planes regresar a La Plata menos, además, como derivación de De Narváez. Sugiere, además, que tampoco aceptaría ser el candidato a gobernador de un potencial Eduardo Duhalde candidato presidencial.

Kirchner-De Narváez. La variante que une, en la misma boleta, a un Kirchner y a De Narváez (por su condición de líbero y su atractivo electoral es el comodín en muchas construcciones) no es producto de un laboratorio electoral, sino de una posibilidad fáctica en caso de que el Colorado decida competir en la primaria del peronismo en la provincia de Buenos Aires. En caso de que gane, De Narváez sería el candidato oficial del PJ K y, si ocurre lo mismo en la presidencial con Kirchner, ella o él, se daría la contradicción de que terminen compartiendo la lista.

Sanz-Alfonsín. El radicalismo se embreta, también, en esquemas no convencionales. Uno de ellos (quizá como derivación de la variante Cobos-De Narváez) sugiere que Ricardo Alfonsín accedería, finalmente, a pelear por la gobernación bonaerense y que quede para Sanz la butaca de candidato presidencial. Dicen, en la cercanía de Alfonsín Jr., que ése es el formato con el que sueña el establishment que, a través de sus emisarios, le insinuó a Ricardito que desista de pelear por la presidencia y se limite a la provincia.

Macri-Macri. El PRO contribuye con su construcción bizarra al sugerir que en 2011 podría repetirse el apellido en el tramo presidencial y en el de gobernador bonaerense, en caso de que Mauricio decida, primero, y llegue después, a ser candidato presidencial y, al fracasar el ensamble con De Narváez, deba recurrir a una figura del PRO en la provincia ante lo que se sugiere, sin mucho convencimiento, al primo Jorge.

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