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FMI contra la “desigualdad” y por la “redistribución”

Christine Lagarde y los suyos al fin advierten la amenaza que supone la desigualdad para las perspectivas económicas.

Quien crea que ya lo ha visto todo, debería leer el trabajo de 67 páginas dado a conocer esta semana por el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI), en el que el organismo habla en contra de la “desigualdad” y a favor de ciertas políticas de “redistribución” del ingreso. 

Si bien la institución internacional hizo notar que “por un largo tiempo” el FMI se ha interesado por los impactos negativos de la desigualdad, el nuevo énfasis en esta temática sorprendió a más de uno.

De hecho, el diario ultra liberal The Wall Street Journal informó a sus lectores que el Fondo está inmerso ahora “en una campaña para revertir la creciente brecha entre los ricos y los pobres, advirtiendo que la creciente desigualdad de ingresos está lastrando el crecimiento económico mundial y atizando la inestabilidad política”.

“Se ha tomado esta decisión después de que la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, y algunos de los miembros más poderosos del Fondo hayan advertido sobre la amenaza que supone la desigualdad para las perspectivas económicas a largo plazo. El FMI aboga por subir los impuestos y redistribuir la riqueza, entre otras medidas, para reducir la brecha entre ricos y pobres”, señaló.

El diario resaltó que ahora “los empleados del Fondo han comenzado a poner en duda teorías económicas tradicionales sobre la desigualdad, como la asunción desde hace cuatro décadas de que la redistribución de la riqueza supone un lastre para el crecimiento”.

De hecho, al presentar el texto de 67 páginas Fiscal Policy and Income Inequality, el número 2 del FMI, el norteamericano David Lipton, admitió que “algunos deben estar sorprendidos de que el Fondo se involucre en este debate sobre el diseño de políticas redistributivas”.

El economista advirtió que “la desigualdad del ingreso ha estado creciendo en muchas partes del mundo en décadas recientes” y advirtió que eso genera impactos negativos en la economía global.

El estudio advirtió “la desigualdad ha estado creciendo en la mayoría de las economías”, lo que se verificó como una situación particularmente grave “en casi todas las economías avanzadas y las economías europeas emergentes” entre 1990 y 2010.

Al mismo tiempo, el Fondo admitió que una de las pocas regiones en las que de hecho la brecha entre ricos y pobres se redujo durante la última década fue América latina.

Lipton también resaltó que “las 85 personas más ricas del mundo tienen la misma cantidad de riqueza que la mitad de la población del mundo”.

A partir de reconocer que existe una “evidencia creciente de que una alta desigualdad en los ingresos puede ser perjudicial para lograr estabilidad macroeconómica y crecimiento”, el Fondo reconoció también que por lo tanto se necesitan políticas de “redistribución” de ingresos.

En este sentido, el organismo se inclinó por algunas medidas como más “eficientes” que otras.

E hizo notar, bastante en línea con los postulados históricos de la organización, que una gran cantidad del gasto en las economías en desarrollo “no está bien diseñado y focalizado y de hecho hace crecer la desigualdad”.

Puntualmente, el FMI consideró que los países deberían aplicar impuestos a la propiedad de una forma más agresiva e impuestos “progresivos” sobre la renta personal –más elevados cuanto mayor sea la renta–.

Los fondos extra obtenidos por ese tipo de impuestos a los ricos deberían ser asignados a Salud y Educación, lo que ampliaría las posibilidades de crecimiento a largo plazo.

Sean cuales sean las recomendaciones de política económica que surjan del trabajo, el hecho de que una organización como el FMI ponga en el centro del debate la cuestión de la desigualdad y la necesidad de que el Estado aplique políticas redistributivas no deja de ser llamativo y, de algún modo, auspicioso de cara a un debate económico y social más cercano a los problemas reales de millones de personas en todo el mundo.

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