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Es posible cursar una carrera universitaria sin ir a clases

En Estados Unidos hablan de una revolución por los “Moocs”, que consiste en completar una carrera de manera on line.


Los Cursos en Línea Masivos y Abiertos, o “Moocs” por sus siglas en inglés (Massive Open Online Course) son para muchos el futuro de la formación académica. En Estados Unidos se habla ya de una revolución en el mundo de la enseñanza, y ya hay expertos que consideran posible cursar una carrera universitaria completamente a través de cursos on line. Muchas empresas se han especializado en producir y ofrecer cursos académicos en línea para universidades, como las plataformas “udacity” o “iversity”.

Sus ventajas son claras: son gratuitos, no requieren presencia física del estudiante en las clases, no tienen un límite de alumnos matriculados, los materiales no cuestan dinero ni suponen un peso en las espaldas de los estudiantes, y facilitan plataformas de comunicación (foros) para los participantes, donde pueden ampliar sus lecciones y compartir conocimientos.

No es oro todo lo que brilla

Pero no todo son virtudes. En Alemania, por ejemplo, el modelo de los Moocs no termina de cuajar entre las universidades estatales. Los expertos esperan que las cosas cambien en los próximos años, pero lo cierto es que hay ciertas características de estos cursos que hacen surgir dudas sobre su efectividad real.

Tobias Kretschmer es profesor de la Universidad Ludwig-Maximilians en Múnich, y tiene experiencia con Moocs. Su curso on line “Competitive Strategy” se imparte desde 2013 a través de la plataforma estadounidense “coursera”, de la Universidad de Standford. Según sus propias declaraciones, al curso se anotaron nada menos que 90.000 estudiantes interesados. Pero, de ese total, sólo el 17 por ciento escribió la tesis final. En plataformas como iversity, la cifra de estudiantes que termina el curso es todavía menor. Los porcentajes que se registran en Estados Unidos, donde el sistema on line se utiliza desde 2008, tampoco dan lugar a grandes expectativas.

La alta tasa de abandono de estos cursos es una de las principales críticas achacadas a este nuevo sistema. Asimismo, los investigadores temen que los estudiantes, a falta de una interacción directa con profesores y expertos en clases y seminarios presenciales, acaben en un estado de aislamiento. Y otro tema de controversia es el hecho de que los altos costos de la formación universitaria llevan a mucha gente a decantarse por estos cursos en lugar de una carrera universitaria tradicional. Un argumento que ha llevado a muchos a defender que este nuevo sistema beneficiará a muchos países del Tercer Mundo. Otros, no obstante, han sugerido que podría llevar a una especie de “categorización por clases”: la gente con dinero podría permitirse una formación universitaria tradicional, con clases presenciales, interacción y más asesoramiento personal, mientras que el resto se tendría que “conformar” con los Moocs.

No se pierde nada

Kretschmer no ve motivo para alarmarse ante estas críticas. “Los cursos son gratuitos igualmente, por lo que las inhibiciones a la hora de apuntarse son menores”, explica el profesor bávaro. De esta forma, todo el que sienta curiosidad por la materia puede probar a tomar parte en el curso y, si ve que no es lo que esperaba, siempre puede dejarlo sin terminar. “Un lujo que no es posible con cursos universitarios normales”, agrega Kretschmer.

La capacidad de organización de los alumnos, en cualquier caso, ha sorprendido agradablemente: su escepticismo inicial sobre la funcionalidad los Moocs se disipó al ver que los alumnos no sólo participaban activamente en sus videoconferencias, sino que también se reunían por su cuenta en pequeños grupos de estudio.

El consenso general en Alemania es que la digitalización se debe fomentar en las universidades, aunque de una manera distinta al modelo estadounidense.

Expertos, como el doctor Jörg Dräger, creen que la vía correcta es una formación personalizada a través de “Poocs” (Personalized Open Online Courses, o Cursos en Línea Personalizados y Abiertos). Es decir, una formación con contenidos adaptados a cada persona individual, con recomendaciones de materiales de estudio por parte de los profesores hacia los alumnos.

“El verdadero potencial de este sistema no se explotará mientras siga estando dirigido a las masas”, opina Dräger. El portavoz de la Fundación Bertelsmann ve la clara oportunidad que presentan los Poocs con una mezcla entre lecciones on line y clases presenciales, como ya se lleva a cabo en muchas universidades alemanas.

Un manual de comportamiento para estudiar en Alemania

El comportamiento de los alemanes les puede parecer extraño a los estudiantes extranjeros que llegan a ese país. Por eso en muchas universidades se ofrecen cursos de comportamiento, donde se puede aprender más acerca de las costumbres teutonas. Para los extranjeros que comienzan una carrera en la universidad de Ilmenau es incluso obligatorio asistir al curso de “Comunicación intercultural”. La encargada de impartirlo es la docente Sabine Vana-Stöhla, quien admite que hay jóvenes que sufren un “schock” por el impacto cultural. “No ocurre en todos los casos, pero existen. Las causas pueden variar mucho. Un estudiante mexicano, por ejemplo, se sorprendió de que en el metro los alemanes no charlaran el uno con el otro, sino que iban todos callados. Para él fue un shock cultural. Otro estudiante de China me relató que le parecía muy extraño ver las calles vacías ya que no estaba acostumbrado a esto, agregando que para él es importante estar rodeado de gente. Por eso viaja ahora con más frecuencia a ciudades grandes”, expresó.

Vana-Stöhla aseguró que en líneas generales los estudiantes extranjeros llegan “muy bien preparados” a Alemania, lo cual atribuyó a la enseñanza del Instituto Goethe, “que existe en muchos países del mundo y hace un gran aporte”.

“Además siempre se encuentran muchas características en común –continuó–. Sin embargo, están las otras, que siempre pueden causar un tropezón. La comunicación directa es una de las cualidades de los alemanes que más toma por sorpresa a los estudiantes extranjeros. En clases no cuentan con que el profesor se dirija a ellos directamente. Los profesores con frecuencia preguntan a los estudiantes lo que ellos opinan acerca del tema y esto, muchas veces, les causa dificultades. Muchos extranjeros no saben que en las universidades de Alemania se permite opinar”.

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