Edición Impresa

Sociedad

Erich Maria Remarque, escritor consecuente del antibelicismo

En Alemania sus libros fueron arrojados al fuego junto a los textos de Karl Marx, Sigmund Freud y Bertolt Brecht, que los sanguinarios esbirros exterminadores que llevaron adelante el Holocausto calificaban como “decadentes”.


Al cumplirse este año el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), consideramos pertinente la evocación de quien en sus novelas relató y cuestionó el derrotero del nacionalismo belicista.

Además, agosto es el mes en el que fueron lanzadas por parte de Estados Unidos las letales bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, siniestro colofón para la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), lo que puso en marcha “la era nuclear” con su secuelas de muerte, terror y espanto para toda la especie humana.

Esbozo biográfico

Erich María Remarque fue un escritor alemán de claras posiciones antibélicas y antifascistas.

Nació el 22 de junio de 1898 en Osnabruck bajo el nombre de Erich Paul Remark, aunque se lo conoce por su seudónimo de Erich María Remarque.

Fue partícipe involuntario como soldado en la Primera Guerra Mundial y sus miserables vivencias durante esta contienda inspiraron algunas de sus obras, en las que el mensaje antimilitarista y el humanismo se destacan, además de la magnífica prosa en que está compuesto.

En el año 1932, con el ascenso del nazismo en Alemania, siendo un acérrimo enemigo de esta ideología y sus prácticas exterminadoras, emigró a Suiza, instalándose en el cantón ítaloparlante de Ticino.

En 1939 partió hacia Estados Unidos de Norteamérica, donde vivió hasta el año 1947.

En 1958 formó pareja con la famosa actriz de Hollywood Paulette Godard, con que se mantuvo unido hasta el final de sus días.

Erich María Remarque está considerado como uno de los más conocidos intelectuales que combatieron al nazismo desde la literatura.

De hecho, en el año 1933, durante la incineración pública de libros efectuada por el régimen hitleriano, hecho acontecido entre el 10 de mayo y el 21 de junio, sus libros fueron arrojados al fuego junto a los textos de Karl Marx, Sigmund Freud, Bertolt Brecht y una multiplicidad de obras de arte como las pinturas expresionistas de Georg Grosz, que los sanguinarios esbirros exterminadores que llevaron adelante el Holocausto calificaban como “decadentes”.

Sin novedad en el frente

Sin novedad en el frente es una novela de E. M. Remarque publicada en 1929.

En la misma, se describe con crudeza la experiencia desde la perspectiva de un joven soldado.

El autor narra la secuencia del cruel entrenamiento de los futuros combatientes alemanes de la Gran Guerra, la devastadora realidad de la guerra de trincheras y el combate cuerpo a cuerpo y el abandono de los sobrevivientes, que retornaban mutilados luego de la contienda.

El personaje principal de la novela dice: “Soy joven, tengo veinte años, pero no conozco de la vida más que la desesperación y la muerte… Veo que los pueblos son lanzados los unos contra los otros y se matan sin chistar, sin saber nada, locamente, dócilmente, inocentemente. Veo cómo los más ilustres  cerebros inventan armas y frases para hacer posible todo esto durante más tiempo y con mayor refinamiento. Y como yo, lo ven todos los hombres de mi edad, en todo el mundo; conmigo lo está viviendo toda mi generación. ¿Qué harán nuestros padres si un día nos levantamos y exigimos cuentas? ¿Qué esperan de nosotros cuando la guerra haya terminado? Durante años enteros, nuestra ocupación ha sido matar; ha sido el primer oficio de nuestra vida. Nuestro conocimiento de la vida se reduce a la muerte. ¿Qué puede, pues suceder después de esto? ¿Qué podrán hacer de nosotros?”.

Este testimonio es una acusación contra el fanatismo nacionalista y el espíritu filicida de todo nacionalismo.

Apunta a convertirse en un alegato contra todas las guerras y así debe ser considerado, pues mantiene una absoluta vigencia.

La novela de Remarque fue adaptada a versiones fílmicas y hay dos películas a las que sirvió como base argumental.

En 1930, el director Lewis Milestone la llevó a la pantalla, siendo galardonada con dos premios Oscar: el de mejor película y el de mejor director.

En 1979, Delbert Mann dirigió su versión en colores.

Su producción

Entre las obras de Erich María Remarque pueden mencionarse De regreso (1931), Tres camaradas (1937), Náufragos (1941) y Arco de triunfo (1946).

La chispa de la vida (1953), tiene como eje central los campos de concentración y exterminio nazis.

Otras obras suyas son Tiempo de vivir, tiempo de morir (1954), El obelisco negro (1956), La noche de Lisboa (1963), El cielo no tiene favoritos y Sombras del paraíso (1971), publicada de manera póstuma. Erich María Remarque, murió en Locarno (Suiza) el 25 de septiembre de 1970.

Crímenes de guerra

Por decisión del entonces presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Harry Truman, para exigir la rendición incondicional del Imperio de Japón, parte del eje Roma-Berlín-Tokio, se efectuaron los lanzamientos de dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Los ataques se efectuaron en agosto de 1945 y pusieron el punto final a la Segunda Guerra Mundial.

Luego de seis meses de intenso bombardeo de otras 67 ciudades, el arma nuclear Little Boy fue soltada sobre Hiroshima el lunes 6 de agosto de 1945, seguida por la detonación de la bomba Fat Man el jueves 9 de agosto sobre Nagasaki.

Se considera que hacia fines del año 1945 las bombas nucleares habían aniquilado a 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, aunque sólo la mitad había fallecido los días de los bombardeos.  Entre las víctimas, del 15 al 20 por ciento de los afectados murieron por lesiones o enfermedades atribuidas a la radiación.

Desde entonces, algunas otras personas han fallecido de leucemia y distintos tipos de cánceres, atribuidos a la exposición a la radiación liberada por las bombas atómicas.

En ambas ciudades, la mayor parte de los afectados por los bombardeos atómicos era población civil. Las secuelas de estos ataques persistieron en la población japonesa por décadas. Desde entonces, diversos Estados desarrollaron este tipo de armamentos considerando al “poder nuclear” un elemento de su “soberanía”.

Con ello, como afirma el filósofo Herbert Marcuse, instalaron en la población el armamentismo con dispositivo de control social y dominación y “la amenaza de la guerra como garantía de la paz”.

Los poderosos que manipulan a su antojo el mundo demostraron en agosto de 1945 la posibilidad cierta de autodestrucción de la especie humana, un verdadero oprobio que debería hacernos tomar conciencia plena de la necesidad de resistir el militarismo y su funcionalidad a los perversos sistemas imperantes en diversas latitudes.

Comentarios