Edición Impresa

Teatro y música

Ensayo sobre la estirpe y el alma de los hombres del Carnaval

El murguero uruguayo Pablo Pinocho Routin habla del elogiado espectáculo “Murga Madre”, donde comparte el escenario con su compatriota y colega Edu Pitufo Lombardo, en el marco de una propuesta que busca mostrar la trastienda de la murga. Esta noche, a partir de las 21.30, en la Plataforma Lavardén, de Sarmiento y Mendoza.


“En silencio te quisiera conjurar y jurarte por las cosas que más quiero, es tan grande lo que pasa en Carnaval, que la tierra se confunde con el cielo”, dice una parte del tema central de  Murga Madre, un espectáculo teatral-musical regido por una serie de singularidades en torno a la estética murguera, que esta noche regresa a Rosario para ofrecer, a partir de las 21.30, una única función en la Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).

Se trata de un espectáculo que va camino a convertirse en mito porque ya lleva más de una década en cartel y porque cuenta en escena con una dupla consagrada de murgueros uruguayos integrada por Pablo Pinocho Routin y Edu Pitufo Lombardo, quienes, en medio de los ecos latentes de llamadas y retiradas de todos los tiempos, desentrañan esa especie de “trama secreta” que pareciera encerrar la murga, estética que tiene la virtud de saltar de la euforia a la tristeza y de allí, a la nostalgia y la denuncia, siempre apelando a la verdad y la contundencia, con un lenguaje real y llano pero no por eso menos poético.

“Murga Madre versa un poco sobre la estirpe y sobre el alma de los carnavaleros; y sobre todo, en relación con todo aquello que no se ve cuando uno ve un espectáculo de murga en estado puro: todos los entretelones de este fenómeno social que es muy fuerte, que sucede en los barrios, y que nos junta a los murguistas durante cuatro o cinco meses, prácticamente todos los días, para preparar la presentación en el Carnaval. Ahí, el acontecer humano, en alguna oportunidad, es más importante que el hecho artístico en sí mismo”, adelantó el talentoso Pinocho Routin en diálogo con El Ciudadano.

En el espectáculo, y a modo de contraste con lo que sucede en Uruguay cada febrero, no hay coros en escena ni un despliegue importante de vestuario, que son marcas de las galas murgueras. Sin embargo, y quizás allí radique la gran paradoja de esta propuesta que cuenta con dirección de Fernando Toja, están indemnes el humor, la ironía y la efervescencia que inunda los tablados uruguayos año tras año.

Respecto de los contrastes que la propuesta ofrece en relación con la tradición murguera, Routin analizó: “Sólo somos dos en escena, y el nivel expresivo no tiene nada que ver con lo que es una murga porque es un espectáculo básicamente teatral. Sí en su vestuario la propuesta añora un poco los carnavales de antes y con el maquillaje que tienen estos dos murguistas que se han perdido en el tiempo; son personajes atemporales que entre ambos suman pedazos de recuerdos del Carnaval que van juntando poco a poco para ir relatando la historia que tienen en común. De todos modos, difiere mucho de lo que tiene que ver con una murga en acción, que por lo general suma a una veintena de personas entre cantantes y músicos. Nosotros cantamos en vivo sobre una pista grabada de la que han participado músicos uruguayos muy queridos como Jaime Roos, Fernando Cabrera, Osvaldo y Hugo Fattoruso, Nicolás Ibarburu o Popo Romano, un poco los integrantes de esa barra que siempre acompaña y anda alrededor, que son el gran soporte musical de la obra”.

Inesperado recorrido

En doce años de permanencia, Murga Madre se convirtió en un clásico del teatro popular uruguayo. En 2012, la propuesta festejó una década con una función en la sala Campodónico de Teatro El Galpón, ante 800 personas, a lo que sumó un pequeño ciclo en el emblemático Café Vinilo de Buenos Aires. Además, fue una de las novedades mejores vistas del primer Mercado de las Artes del Uruguay, al tiempo que, en 2013, hizo giras por Mendoza y San Juan y visitó con gran suceso los festivales Cena Contemporánea de Brasilia (Brasil) y Cervantino de México.

“Fue todo muy de a poco –analizó Routin–, porque este espectáculo arrancó en 2002 como una producción independiente, con el Uruguay hundido a nivel económico, algo muy distinto a lo que pasa ahora. Era el peor momento y estuvimos casi tres años haciendo funciones sin poder ganar dinero y sólo pagando deudas, incluso por lo que costó grabar el disco que acompaña al espectáculo. Y del lado del público, el de teatro no se acercaba a vernos porque sentía que era un espectáculo teatral pero con «olor a Carnaval», y el del Carnaval también tenía sus reparos porque se trataba de «una obra teatral», y en definitiva no es ni una cosa ni la otra, o bien es una mezcla de todo eso. Afortunadamente, ganamos un premio Florencio al mejor espectáculo musical, que es un reconocimiento muy importante al teatro uruguayo, y ese fue el puntapié para que el espectáculo se conozca más, hasta llegar a hoy donde en el Uruguay la gente quiere mucho a Murga Madre”.

El artista se refirió finalmente  al momento socio-político y cultural que vive su país hoy: “Claramente, estamos todos mucho mejor. A nivel cultural, en estos años, todo ha cambiado mucho. De todas maneras, y más allá de que hay programas culturales que se están poniendo en marcha, creo que sigue faltando una lectura más profunda de ciertos fenómenos. Los artistas percibimos un cambio con el gobierno de Pepe Mujica porque tenemos más herramientas, más posibilidades de mostrar nuestro trabajo, hoy podemos hablar de que la cultura uruguaya está apadrinando a la murga y el candombe, que son nuestros géneros más autóctonos que también son los géneros que nos permiten salir del país y mostrar lo nuestro, eso que la gente siempre quiere ver”.

Comentarios