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El viejo Sunderland, listo para reabrir sus puertas

Por Santiago Baraldi. Después de 11 años, el tradicional bar de avenida Belgrano volverá a funcionar en julio próximo.


“El Paraná baja sucio al atardecer, arrastrando maleza y fango, y los barcos fondeados proa a la corriente, en mitad del río, encienden sus primeras luces ante Rosario. Desde mi mesa, junto a la fachada del viejo bar Sunderland, miro cómo desde la orilla y los muelles abandonados suben la cuesta, lentamente, los fantasmas cansados de marineros muertos que nunca abandonaron este lugar”, describe el escritor español Arturo Pérez Reverte, en su artículo “El Fantasma del Sunderland” publicado en el libro Patente de corso. Hoy aquellos fantasmas están de fiesta porque el próximo mes de julio el viejo Sunderland reabrirá sus puertas al público, con la cocina renovada a cargo de Damián Delorenzi. Así lo confirmó a El Ciudadano su propietario, Claudio Tedeschi.

El inmueble de avenida Belgrano 2010 tiene su interior intacto: sus pequeños cuadros con la firma de cada uno de los visitantes ilustres que pasaron por allí, el piano, la barra, la distribución de las mesas con manteles a cuadros para 140 comensales están ahí. Sentado junto a las ventanas que dan al río se puede escuchar el murmullo de voces flotando en el ambiente, el choque de cubiertos y platos, como cuando se apoya un caracol en el oído. La magia del lugar está indemne. El secreto de Tedeschi fue mantener viva esa llama: “En abril de 2001 vi venir la crisis y cerré. La gastronomía es un termómetro de la economía de un país. En Europa cualquier restaurante tiene más de 70 años o más, aquí es muy difícil. El Rich supo tener cien personas trabajando y cerró; hoy el restaurante más viejo debe ser La Marina, que comenzó en el 63… acá cuando llegan las crisis arrasan”, explica.

“Lo mantuve haciendo algunos eventos puntuales, como fiestas de 50 años, por ejemplo; también haciendo un convenio con Antonio Latucca, a cargo del Programa de Huertas, que llenó de energía el lugar. Una vez al mes los huerteros vienen, cocinan, venden la tarjeta, yo ponía el vino y así recaudaban plata para ellos. Aquí han venido muchos muchachos del Chaco o zonas del norte y con lo que recaudaban conocieron Mar del Plata, por ejemplo”, agregó Tedeschi, que también se encargó de que en la memoria de los rosarinos el Sunderland estuviera presente en el envío que Canal 5 emite sobre Patrimonio de Todos; o en el programa de Gustavo Lorenzatti, Gira Mágica, que se graba ahí. También lo visitó Mario Markic, para un especial del programa En el camino.

“El Sunderland era una marca que estaba en el freezer; ahora estamos en Facebook, que lo armó Pablo Franza, a cargo de la imagen y comunicación del lugar”, apuntó Tedeschi.

Volver a empezar

El año pasado el chef Martiniano Molina llegó invitado por los huerteros y en esa ocasión Tedeschi conoció al cocinero Delorenzi, responsable de la cocina del hotel Ros Tower y del programa Pasión por las brasas. “Es un chico con muchas ideas y pilas. Me dijo: «¿Cómo este lugar está cerrado?», y terminamos asociándonos para el relanzamiento”, señaló el propietario, quien en 1988 compró el inmueble a García Camaratta y al mes sufrió un incendio que lo destruyó prácticamente en su totalidad y obligó a Tedeschi a refaccionarlo conservando fielmente al original el estilo del viejo bar, inaugurado a comienzos de los años 30 y en cuyas mesas departió hasta el mismísimo Carlos Gardel.

Actores y cantantes que venían a Rosario tenían como parada obligada, luego de la función, comer en el Sunderlad. Así, Ana Belén, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Les Luthiers y decenas de personalidades de la comunidad artística dejaron allí sus firmas y fotos. “Ahora con el tema de Twitter, Diego Torres se enteró de que abrimos, él ama este lugar; y también se enteró Alfredo Casero y ya me llamó porque quiere venir”, señaló.

Los platos que se servirán en el Sunderland ya están elegidos. “Tendremos carnes a las brasas; vamos a tratar de ofrecer una propuesta en relación calidad-precio que esté piola; seguirá siendo bar, el piano infaltable. Queremos seguir con el vínculo con los huerteros para comprar la producción a ellos y en la carta vamos a colocar una ensalada orgánica, vinos orgánicos –sin sulfitos–, aceite… No va a ser un restaurante orgánico solamente, habrá de todo, pero queremos difundir el programa de los huerteros. También habrá seguridad privada y vamos a mejorar la luminaria en la zona. Queremos que sea un lugar descontracturado, donde prevalezca lo casero y la gente se quede en largas sobremesas”, detalló, con pasión, el comerciante.

Una nueva cultura

Finalmente, Tedeschi subraya el tema de la atención y los cambios culturales: “La atención es fundamental; podés tener mística, pero si está mal atendido o comés mal, no volvés. Hubo en la gastronomía, en los últimos 20 años, un cambio notorio: antes uno enseñaba en la cocina cuáles eran los parámetros de las costumbres culturales de la clase media, ahora los empleados te enseñan, porque todos se han formado en escuelas de cocineros, tienen cursos de enología, de barman… Todo eso lo trajo el uno a uno, con la apertura económica; se incorporó el salmón rosado que no se comía, o el aceto, y comenzaron los programas de cocina en los canales de cable”, apunta Tedeschi, quien remata con una declaración de principios como bandera del Sunderland: “Hoy la gente es más exigente y hay que estar a la altura de la circunstancias, y ése será nuestro desafío, nuestra marca”.

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