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El turismo campesino, una altenativa en los Valles Calchaquíes

La Red de Turismo Campesino de Salta propone una novedosa y atractiva modalidad turística.

La Red de Turismo Campesino de Salta, conformada por más de 50 familias de los Valles Calchaquíes, propone una atractiva modalidad de turismo, basada en la convivencia con las comunidades locales y el rescate de las culturas tradicionales.

Compartir una tranquila jornada de campo, realizando las tareas que tradicionalmente desarrollan los pequeños productores de los Valles Calchaquíes salteños, es ahora una alternativa para quienes viajan al norte argentino.

“Es un turismo tranquilo, paciente, vivencial, en un entorno familiar y campestre, dedicado a un visitante respetuoso y comprensivo, que nada tiene que ver con el turismo aventura”, explicó Javier Frías, que preside la red.  

Esta red es una cooperativa agropecuaria, artesanal y de turismo rural comunitario, gestada y administrada por 50 familias de pequeños productores de 12 comunidades distribuidas en las localidades de San Carlos, Angastaco, Animaná y Cafayate, de los Valles Calchaquíes.

La idea surgió hace cinco años y sus miembros se prepararon a través de la capacitación y la adecuación de la infraestructura necesaria para recibir al visitante, y ahora están en la etapa de comercialización de este producto de turismo “no convencional”.

Entre los servicios que ofrece esta red se destacan el alojamiento en viviendas familiares, baño compartido, gastronomía regional, jornadas de convivencia familiar, guías de habla hispana, circuitos de senderismo en ambientes naturales, paseos a caballo, cicloturismo rural y visitas arqueológicas.

Además, se pueden programar visitas a artesanos que trabajan la cerámica, tejidos en telas, tallado en madera, ropa, dulces y artículos regionales, junto a la recorrida de bodegas y degustación de vinos caseros, entre otras actividades.

La Red de Turismo Campesino de Salta forma parte de la Red Nacional de Turismo Comunitario y recibe apoyo estatal -provincial y nacional- pero, a la vez, se trata de un modelo nuevo, que hasta ahora no cuenta con regulación.

“Estamos dispuestos a aportar toda nuestra experiencia para avanzar en este sentido”, explicó Frías, quien detalló que el sistema de reservas se constituyó en el corazón de la red, debido a la rotación de las familias que ofrecen los servicios, para que todos se beneficien con la llegada de turistas.

Actualmente, cuentan con 24 plazas diarias y en estos cinco años recibieron unos 300 turistas, de los cuales el 60% fueron extranjeros y la mayoría de los argentinos de Buenos Aires, precisaron.

El titular de la red comentó que el promedio de pernoctación de sus turistas es de 3 noches y que los miembros de la red buscan ser partícipes de la actividad turística, sin dejar de lado las tareas cotidianas en el campo, y poder mejorar sus ingresos.

“Buscamos la sustentabilidad, recuperar nuestras comidas tradicionales, la actividad artesanal, conservar y proteger los sitios arqueológicos, culturales y paisajísticos, y garantizar así la sostenibilidad de la actividad turística”, concluyó Frías.

Soledad Cutipa, de la comunidad El Corralito, expresó que “el trabajo que venimos haciendo desde la red, como pequeños productores y comunidades rurales, ha logrado afianzar nuestra identidad”, y agregó que buscan “un turista que quiera conocer nuestras costumbres y que esté dispuesto a compartir nuestras vivencias”. 

La Red fomenta el turismo rural comunitario y ofrece compartir los oficios, lo cotidiano y las costumbres campesinas, por lo que la convivencia con el viajero es un intercambio mutuo de culturas vivas, por lo que apuntan a viajeros que practican el turismo responsable, fomentan el comercio justo y apoyan el verdadero desarrollo local.

En este sentido, la red elaboró su propio código ético de conducta, con un reglamento interno, a fin de garantizar la convivencia respetuosa entre visitantes y comuneros, y regular y administrar el desarrollo sustentable de esta actividad.

Benjamín Carpanchay, de la comunidad de San Luis, fue más claro al explicar que el visitante “puede participar de lo que estemos haciendo”, ya sea “elaborar el pan casero, cocinar locro, dar de comer a las ovejas o las llamas, o traer leña”, para que “se sienta como en su casa”.

Los paquetes turísticos que ofrecen incluyen la noche en una casa de familia, con baño compartido, desayuno, almuerzo, merienda y cena, además de paseos guiados, por 205 pesos por persona.

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