El llamado sentido común tiene su historia y sus defensores y detractores. Trataremos de ir definiéndolo o delimitándolo. Uno de sus problemas es que porta en su nombre la palabra “común”, que para muchas personas tiene connotaciones diversas: comunitario, mediocridad, intelectualmente corto, poco refinado, por ejemplo. Pero el sentido común parece ir más allá de los prejuicios y buscar un lugar en el mundo.
¿Qué es y qué no es?
En principio, sentido común no es necesariamente mediocridad ni capacidad crítica aplastada. Sí es, como una definición provisoria, tomar como guía lo experiencial acumulado. Se suele hablar de la “sabiduría que dan los años”: esta es una aproximación. Obviamente cada uno acumula interpretaciones a lo largo de los años, pero es cierto que hay interpretaciones que parecen universalizarse.
“Cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía”, es hoy casi universal y forma parte del sentido común. Es que generalmente, estadísticamente digamos, la gran limosna llama la atención porque nadie es espontáneamente muy generoso. Y otras tantas frases que nos acompañaron desde siempre.
¿En qué sentido?
Cuando alguien tiene una teoría con la que explica las cosas de la vida, esa teoría funciona como una visión del mundo (la llamada “cosmovisión”). Esta teoría/visión pone orden (cosmos significa sistema ordenado). Y aquello que es discordante con su explicación y orden, es minimizado como elemento a analizar. Por esta razón, las teorías con las que cada uno cuenta, pueden obstruir el sentido común. Si alguien cree en los fantasmas y cree que en su casa hay fantasmas; posiblemente explicará los ruidos en su casa por la existencia de estos fantasmas. Y el sentido común que le dice que la madera cruje durante la noche por la diferencia de temperatura o porque está reseca, no será una explicación válida. La teoría de los fantasmas funciona como un sentido metafísico porque la explicación de lo que aquí sucede no se explica por lo que aquí sucede, sino porque hay fuerzas o seres que así lo deciden, y que no son de aquí. Lo que demuestra que el sentido común, se opone abiertamente a la magia y la superstición.
Lo que sucede es que hay temas, creencias, suposiciones, que son comunes y generalizadas, que funcionan como la teoría de los fantasmas. No dejan ver más que lo que dejan ver. Cuando se dice que cuando hay algún conflicto hay que averiguar si hubo problemas de dinero, de poder o con el sexo. Esto es sentido común. Los fantasmas no generan conflictos entre bandas armadas ni asesinatos por venganza. Es que las creencias generalizadas crean sentidos comunes. Crean tendencias a interpretar de determinada manera las cosas del mundo. Tomemos un ejemplo fantástico: si usted cree que alguien vendrá a salvar a la humanidad, el sentido, la dirección de su interpretación, comenzará a girar alrededor de determinados ejes. Girará alrededor de la espera de esa llegada, qué hacer y qué no hacer mientras tanto, cuáles son los signos de la cercanía o lejanía del momento, cuáles son los signos de que se está en el camino correcto, quiénes son los aliados y los enemigos, etcétera.
El punto débil es el punto en el que se apoyan los críticos del sentido común; punto al que se aferran para criticarlo y denostarlo. Cualquier idea, sea estúpida o lúcida, puede convertirse en creencia común y se convierte así en la dirección que se tomará para interpretar al mundo. Cuando se lo llama al sentido común, “el menos común de todos los sentidos”, se refiere a este poder generalizador de las creencias. Se refiere a que, literalmente y también prácticamente, se puede hacer creer cualquier cosa. Es común verlo. Otros llaman a esta condición “estupidez humana”.
Es ciencia básica
La defensa del sentido común no supone la necedad de creer que el sentido común lo explica todo. Para esas lides, está la ciencia. El sentido común funciona como una ciencia de entrecasa. Básica, ligada a lo diario y cotidiano, tratando de no enredarse y volando bajito. Una ciencia común. Es más, hay autores que plantean que cuando cualquier persona se encuentra ante dificultades y situaciones que no puede entender y/o resolver, funciona como un científico casero. Genera hipótesis que va descartando, busca pruebas para confirmarlas o desconfirmarlas y finalmente saca sus conclusiones.
La ciencia no común, la ciencia con mayúsculas, por su parte, se encargará de lo cotidiano pero abordado desde mayores niveles de complejidad que el científico casero. Para ello utiliza todas las herramientas tecnológicas y conceptuales de que dispone. Herramientas que muchísimas veces resultan insuficientes.
Reivindicado y bastardeado con la misma intensidad, según los autores y las épocas, al llamado sentido Común hoy se lo puede pensar menos prejuiciosamente. El pre-juicio (lo anterior al juicio) está en estos sentidos y orientaciones que intentan tapar el sol con algunos conceptos.
(*) Psicólogo raulkoffman@gmail.com
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