Automovilismo

500 Millas de Indianápolis

El que fiaba salió a cobrar

Cansado de las tempestades de McLaren-Honda, Fernando Alonso confirmó que estará en las 500 Millas de Indianápolis.


Su talento está fuera del arrebato de palabras que cualquiera de nosotros, o incluso de alguno de sus colegas pudiera tener sobre él. A esta altura la cuestión pasa por otro lado. Tácitamente, y desde hace ya un puñado de años, cada vez en la Fórmula 1 sobreviene el nombre de Fernando Alonso y las conversaciones terminan yendo para el lado de McLaren. Irremediablemente. Se posan sobre ese auto que desde que el asturiano volvió a subirse en 2015, tras su divorcio con Ferrari, ha entregado más colores en su carrocería que alegrías. Sí, es un cálculo fácil de hacer y hasta huele a una chicaneada, a una tomada de pelo. Casi la misma que la escudería de Woking, y ahora Honda, con mayores responsabilidades, le vienen espetando a Alonso.

“No he corrido con tan poca potencia en mi vida”, les comunicó a su equipo vía radio en la pasada carrera de Barhein, mientras veía como Kvyat y Palmer, dos novatos aún no asentados, lo pasaban como poste caído al final de la recta. Al margen de esto, y de perder lógicamente una vuelta frente a Vettel y Hamilton, dos de sus antiguos archirrivales, acabaría abandonando por tercera vez consecutiva en el año a raíz de un problema en su motor. El mismo que había sido reemplazado para esta competencia. Mencionar que su compañero Stoffel Vandoorne ni siquiera pudo largar debido a inconvenientes en el producto de Honda ya suena a lo que es: a una ineptitud espantosa. Sobre esto, Alonso, como de costumbre, no se calló no pudiendo creer lo que estaba pasando antes de la largada. “Puedes ser rápido o lento a veces, en carreras diferentes y en circunstancias diferentes. Pero cuando ni siquiera puedes empezar la carrera, es increíble”, sentenció.

Su participación en la próxima edición de las 500 Millas de Indianápolis huele a un hartazgo sin igual. Es lógico que, entre promesas incumplidas durante todos estos años, un piloto de su talla busque nuevos surtidores donde le permitan llenar a ese tanque de combustible que los campeones necesitan para continuar batallando. Esa adrenalina que, para alguien como él, no se consigue mientras se lucha por el décimo segundo lugar en las carreras. En McLaren lo saben, por eso le abrieron la puerta para que pueda salir a jugar. También entienden que este año es crucial para renovar su contrato, pero en las próximas cuatro o cinco carreras no parece que habrá demasiadas novedades que le permitan a los autos anaranjados dejar su estado de mediocridad.

¿Mejor ajeno contento que metido indignado? ¿Será éste el razonamiento de Zak Brown y compañía para no subir más los niveles de indignación del español y que, en su posible alejamiento, el proyecto quede íntegramente a la deriva?

Mientras esto se teje, en el celular del asturiano deben aparecer súbitos llamados de mucha gente influyente del mundo del automovilismo que está esperando un desenlace más o menos previsible, naturalmente, para llevarlo como agua para su molino. El propio Toto Wolff jamás negó que era su primera opción ante el retiro de Rosberg. Todo lo contrario. Sólo que era inviable contractualmente. Y a la vista del próximo año, no hay que ser demasiado brujo para comprender que su posible convite para manejar un Mercedes suena más que tentador.

Cristian Horner, director del equipo Red Bull, salió al cruce cuando le preguntaron qué opinaba de la decisión de saltearse la cita en Montecarlo. Sin titubeos declaró: “No lo entiendo. Mónaco es la carrera más grande del año, en la que el motor importa menos y a veces puede llover. Es la mayor oportunidad de obtener un buen resultado y un piloto se marcha a un campeonato en el que nunca ha competido. Es extraño, pero hay que respetarlo”, concluyó el británico.

Sin embargo, en uno de sus dichos se animó a deslizar algo que hasta ahora nadie lo había conseguido con tanta sutileza. Si bien se solidarizó con el piloto, no quiso despegarlo de la situación por la que atraviesa: “Está así porque le han aconsejado mal o porque tomó decisiones incorrectas”. Una bomba cargada también de cierta realidad. Aunque duela, y moleste. Y si en algún momento de la historia, a Juan Manuel Fangio se lo midió conjuntamente por su talento al volante como también por su olfato para saltar al equipo con el mejor auto; en este caso, no debería haber lugar a hipocresías. Reconocer que Fernando Alonso también tiene un porcentaje de responsabilidad de su actualidad, a través de su elección, no lo convierte en cómplice. Ni deja a McLaren y Honda exentos de culpas.

En análisis de esta incómoda verdad parece acertado el refresco mental que Alonso tendrá al irse a correr a Estados Unidos, aunque suene más a un último llamado de atención. A un posible no va más, o tal vez a un prólogo rebelde de alguien que dejado de creer en causas perdidas. Hoy en McLaren la mirada se traslada a Honda; en Honda bajan la vista, se ahorran explicaciones, mientras un incómodo silencio no deja saber si esa actitud es la más conveniente. Y Alonso, después de firmar tantos cheques en blanco, parece por primera vez comprometido únicamente con sí mismo. Si hasta se animó a descolgar ese cartel que en los boxes de McLaren rezaba: “Hoy no se fía, mañana sí”. Dejando en claro, posiblemente, que los tiempos de promesas vanas han llegado a su fin.

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