Ciudad

Luz de freno

El problema es: una mano en el volante y la otra en el celular

Funcionarios y especialistas de tránsito analizan cómo ocurren la mayor parte de los choques en la ciudad: “Distracción”.


Días atrás El Ciudadano publicó las estadísticas elaboradas por el Sistema Integrado de Denuncias de Accidentes de Tránsito (Sideat) que recibe las denuncias por colisiones sin lesionados en la ciudad. En los últimos cinco años, cuando hubo al menos 80 denuncias diarias, se mantuvo una tendencia: la mayor parte colisiones se producen de atrás. Sobre esto, el director de Tránsito, Gustavo Adda, y la coordinadora de la Comisión Nacional de Psicología de Tránsito, Sandra Crescente, aportaron claves para entender el fenómeno.

La más importante: la distracción que viene de manipular un teléfono celular o un GPS.

Sin embargo, durante este semestre sólo el 0,4 por ciento de todas las actas labradas por personal de Tránsito fueron por conducir y usar el celular al mismo tiempo: de un total de 530.000, sólo 2.250 actas quedaron registradas por esa infracción. “Entre el aumento de vehículos y de controles hubo un aumento de actas por usar el celular, pero son las menos. Siguen siendo más las de estacionamiento medido (unas 50 mil por mes) y luego por cruzar semáforos en rojo”, explicó La directora del Tribunal de Faltas, Stella Splendiani.

En diálogo con este medio, el titular de la Dirección de Tránsito se refirió al fenómeno de los choques de atrás en el marco de un descenso de la siniestralidad en las calles rosarinas.

—¿Por qué cree que la mayor parte de los choques se dan de esta manera?

—Hay mucha ansiedad en los conductores, y no se respeta la distancia de seguridad entre autos. Lo que más ocurre es que vamos distraídos y excedemos los límites de velocidad. La gente frena pero lo hace tarde. El uso del teléfono celular va de la mano con estos choques. También la velocidad alta. En Rosario se maneja muy rápido, y si bien la máxima en promedio ha disminuido (por aumento de controles y multas más el crecimiento del parque automotriz) sigue siendo peligroso.

—¿Qué hace o puede hacer Estado para bajar la siniestralidad?

—Los siniestros han bajado respecto al 2013 aún durante este semestre. Siguen siendo altos los números pero es bueno tener un internado menos por día en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. En 2014 hubo 10 mil siniestros menos y este año se mantiene esa tendencia. Debemos ver qué pasa a fin de año. Para disminuir los siniestros debemos desaprender parte de la cultura del conductor: por ejemplo, el carril izquierdo no es el rápido, sino el de adelantamiento. Tenemos problemas con las intersecciones de avenidas o calles con giros desde la izquierda. Sumado a esto hay ciclovías de ese lado. No hay carriles rápidos. La mínima es de 20 kilómetros por hora y la máxima de 40, ó 60 en determinados sectores señalizados.

Por su parte, Sandra Crescente, responsable del área de Tránsito del Colegio de Psicólogos de Rosario y coordinadora de la Comisión Nacional de Psicología del Tránsito, también opinó sobre las estadísticas.

—El choque más habitual en Rosario es de atrás, entre autos particulares, durante el día en calles en buen estado y protagonizado por personas entre 31 y 40 años. ¿Qué análisis puede hacer?

—En un siniestro hay que diferenciar el ambiente, el vehículo y el factor humano. El lugar le cabe analizarlo a los ingenieros de vialidad. La mayoría ocurre de día porque es cuando hay más movimiento del parque automotor. El vehículo que más se repite es el particular y no los profesionales (taxis, remises, colectivos o vehículos de emergencia y seguridad). La franja etaria que más participa (de 31 a 40 años) indica que están en la plenitud de la vida y no suponen dificultades motrices. Que los choques sean de atrás no tiene que ver con los frenos sino en la distracción. Especialistas en derecho e ingeniería coinciden en que el factor principal de los siniestros es la falla humana. Lo conductual no se evalúa. Se debe aumentar la educación vial, el control, y la sanción. En particular, el uso del teléfono celular y el uso de cinturón de seguridad. Ambas constituyen elementos de una conducta segura al manejar.

—¿A una conducción segura se llega a través del control y las sanciones?

—La sanción no tiene fines recaudatorios, es materia de salud y concierne a la prevención. La educación es un paso que sin el control no funciona. Cuando educo y controlo se reafirma el aprendizaje y se modifican las conductas. El control no tiene que ver con el autoritarismo sino con la validación de lo enseñado. Hablar, mandar mensajes por teléfono celular o manipular un GPS son las principales distracciones en los conductores. También el hablar con una persona, buscar y manipular objetos mientras se maneja (el encendedor, el equipo de música, entre otros). Está prohibido manipular el teléfono celular, aún con la función de manos libres, por normativa (a nivel provincial el artículo 116 de la ley 13.169 impone una multa a quienes conducen usando “teléfonos celulares, auriculares o sistema de comunicación manual continua o de pantalla, o monitores de video VHF; DVD u otros elementos similares”).

La conducción no es totalmente automática. El manejo (saber poner las marchas, entre otras operaciones) sí lo es porque incorporamos las técnicas. Pero el modo de conducir es distinto y tiene que ver con las situaciones: no es lo mismo manejar de noche que de día o con lluvia que sin lluvia. No se puede comparar usar un celular con masticar chicle, que es automático.

¿Qué hacer en las calles con más siniestros?

El director municipal de Tránsito, Gustavo Adda, se refirió al camino que más se repite en las estadísticas de choques en la ciudad: bulevar Oroño. “Avenida Pellegrini y Oroño es la esquina clásica de los choques sin lesionados. Pero hay que entender que cuando hay mucho tránsito por una arteria va a haber alta siniestralidad. Son menos letales que las que ocurren en intersecciones más alejadas”, marcó con el ejemplo de Avellaneda y Carballo.

“Se tiene que manejar con más cuidado. Desde lo que se puede hacer en ingeniería de tránsito se avanza. En bulevar Seguí y Oroño, por ejemplo, se eliminó la rotonda y disminuyó más de un 70 por ciento la siniestralidad. En Cochabamba y Oroño también”, explicó el funcionario.

De acuerdo con Adda, cuando una esquina o cuadra es conflictiva respecto a siniestros viales el municipio aplica distintas medidas progresivas. “Primero, mejoras en la iluminación, luego podas de árboles o quitar elementos que compliquen la visibilidad.

Le siguen la instalación de semáforos y rotondas. Todos estos elementos están en Oroño y Pellegrini, inclusive las cámaras de videovigilancia. Y la siniestralidad se mantiene.

Tiene que ver con nuestra conducta. Se pueden tomar medidas preventivas como repartir folletería en el lugar”, finalizó el titular de Tránsito.

Al corralón

Entre 182 test se registraron 26 casos de alcoholemia positiva entre el jueves y la madrugada del ayer, lapso en el que fueron remitidos al corralón 71 vehículos en total.

El jueves, entre la tarde y la noche se realizaron un total de 62 controles de alcohol, con un saldo de 3 positivos y un conductor que se negó al examen. A su vez, se remitieron por falta de documentación otros 8 autos y 11 motos, de las cuales una de ellas junto a su conductor fueron derivados a la comisaría 14, ya que el rodado tenía pedido de captura.

En tanto, entre el viernes y la madrugada de ayer fueron 22 los casos positivos, una moto y todos los demás autos. La graduación más alta llegó a los 2,31 miligramos de alcohol en sangre, casi cuatro veces el máximo permitido: “Una persona en estas condiciones puede provocar una tragedia”, machacó el secretario de Control y Convivencia Ciudadana, Pablo Seghezzo.

Comentarios