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En perspectiva

El Flaco, figura incandescente

En los últimos tiempos, se multiplicaron manifestaciones relacionadas con el arte de Luis Alberto Spinetta: se reeditó su libro de poemas “Guitarra Negra” a través del Ministerio de Educación y existen proyectos de CDs que lo ligan al jazz y al folclore.


En los últimos tiempos se multiplicaron las manifestaciones relacionadas con el arte de Luis Alberto Spinetta (1950-2012): se reeditó su libro de poemas Guitarra Negra (edición de 12 mil ejemplares en la colección “Juan Gelman” del Ministerio de Educación), y existen proyectos de CDs que lo ligan al jazz y al folclore.

Esta semana, además, y por primera vez, se celebró, por ley, el Día Nacional del Músico en conmemoración del natalicio de El Flaco, que si no le veía el aura a las personas, les encontraba acordes y armonías, ya que, como lo dijo en una de sus canciones, “toda las cosas tienen música”.

Un lugar especial tienen las reediciones en los últimos meses de los libros Spinetta: Crónica e iluminaciones, de Eduardo Berti, y Martropía: conversaciones con Spinetta, de Juan Carlos Diez, y el último de los números especiales de la revista Sudestada, dedicado al autor de “Muchacha ojos de papel”.

Uno de los directores de Sudestada, el periodista Ignacio Portela, dialogó con la agencia de noticias Télam sobre distintos aspectos de la obra de Spinetta, empezando por cómo hubiera reaccionado el artista –que esquivaba “monumentos”– ante el hecho de que declararan su natalicio como Día Nacional del Músico.

“Era muy reservado. Pocas veces trascendió su vida privada a los medios. Cuidaba su imagen, su carrera; no mezclaba la banalidad con su obra. Es difícil responder. Pienso que hubiese aceptado por una cuestión de agradecimiento; intentaría pasar desapercibido o lo hubiese utilizado para difundir, como hizo durante los últimos años de su vida, proyectos relacionados a la conciencia vial o algún otro reclamo”, sostiene Portela.

Consultado por un Spinetta inagotable en sus búsquedas estéticas, al mismo tiempo que extremadamente riguroso con su trabajo, Portela opinó:  “Nuestra generación, la que está llegando a los 40, desde que tenemos conciencia suena en nuestras casas la música de Luis. Con el tiempo, vimos las variaciones musicales en sus distintas etapas estéticas y exploramos sus comienzos. Hay algo muy frecuente en la obra de Spinetta: la idea de buscar la pureza en sus poesías y en su música, como quien busca la esencia de un color, de un abrazo, del viento”.

En la revista Sudestada, Portela afirma que, desde fines de los 90, Spinetta quedó limitado a un público menor, y su hermano Gustavo fue popular pero no tenía masividad. “Algo ocurrió con el rock de los 90 en el que él (Spinetta) no aceptó participar: la cultura del aguante ligada por un lado al rechazo a la política menemista o grupos haciendo apología del reviente. Entendía la música como algo supremo y hacer canciones era su fuego sagrado. Eso conspira con la popularidad de cualquiera; la masividad va acompañada de la repetición”, destacó.

El Flaco esquivaba el bulto, salía con nuevas canciones y formaciones, distintos sonidos. Pese a lo dicho anteriormente, en su auge de popularidad llegó a tocar unos temas en Ritmo de la noche, en 1991, y para no ser menos, eligió arrancar con  el tema “Los libros de la buena memoria”, logrando que Tinelli cerrara su boca por unos minutos. Y llevó a más de cien mil personas en espectáculos que hizo al aire libre.

Hay un Spinetta “tanguero”, se ve en el fraseo de “La bengala perdida”. “Su viejo era tanguero y Luis lo admiraba mucho. Por ese lado, el pulso tanguero siempre estuvo, hasta grabó una versión de «Gricel»”, recordó Portela, para quien “muchos coinciden en que el rock nacional urbano cantó en los 60 y 70 lo que el tango había dejado de cantar. Temas como «Resumen Porteño» hablan del lunfardo de los 80, pintaban el barrio con una nueva forma de decir”.

También hubo un toque de folclore, como se ve en uno de sus temas más populares compuesto durante su adolescencia, “Barro tal vez”.

“Esa canción es una zamba, pero como gran parte de la obra de Spinetta, tiene algo distintivo e inclasificable. Luego, el registro folclórico se pierde en su obra, al menos en el sonido. Los temas que hablan de la tierra, la luz, el sol, tan presentes en el repertorio folclórico argentino, recorren su obra, pero el sonido de Spinetta fue hacia otro lugar”.

Una de las notas de Sudestada da los pormenores del disco triple Raíz Spinetta, de fines de 2014, con dibujos del Flaco, en el que numeroso artistas, como La Bruja Salguero, León Gieco, Liliana Vitale, Ángela Irene, Rubén Goldín, Silvia Iriondo, Juan Quintero y Liliana Herrero, versionan con ritmo de zamba, de baguala, de huayno y otros ritmos del folclore, unas 50 canciones del autor de “Tema de Pototo”.

Una de las notas de Sudestada, escrita por Juan Duizeide,  está dedicada a Spinetta y el jazz. Consultado Portela por si su música tiene toques jazzeros, el periodista respondió afirmativamente y dijo que las melodías de gran parte de su obra están atravesadas por un sonido jazzero, sobre todo la etapa de Invisible y Spinetta Jade. “Los arreglos, los teclados, sus solos de guitarra. A pesar de reconocer la gran influencia Beatle es imposible no pensar en un Spinetta jazzero. En los repertorios actuales de músicos de jazz, su obra siempre está”, concluyó.

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