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Ciencia y Tecnología

“El desafío de toda la sociedad”

Doctor en Farmacia y Bioquímica e investigador del Conicet, Martín Isturiz pasó por Rosario en las IX Jornadas de Divulgación Científica y entre otras cosas, afirmó que “lo importante en la divulgación científica es no deslumbrarse”.


El día 10 de abril se celebró el Día del Investigador, por ese motivo el Consejo de Investigaciones de la UNR, presidido por la doctora María Alejandra Lapalma, organizó la IX Jornada de Divulgación sobre la Investigación Científica en la UNR, en el Espacio Cultural Universitario (ECU). Un puñado de personas integrado por investigadores, docentes, divulgadores y periodistas le dieron marco al tema puesto en debate: la “Definición de Temas Estratégicos para la Investigación en Universidades Públicas”, sobre el cual disertó, invitado por el Consejo de Investigaciones de la UNR, Martín A. Isturiz, doctor en Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, investigador superior del Conicet, presidente de la Sociedad Argentina de Investigación Clínica y miembro de la Academia Nacional de Medicina.

Dentro de un intenso intercambio, fueron pasando los temas de interés para el auditorio que deberían serlo para la comunidad en su conjunto, como la definición de los temas estratégicos para la investigación científica, presupuestos, el rol de los proyectos de investigaciones tecnológicas, políticas de Estado en materia de investigación y las universidades nacionales como centros de desarrollo en el proceso de investigación y su aplicación regional; cuál es, en definitiva, el modelo de investigación que rige los procesos de investigación científica y los que al país le conviene llevar adelante.

No estuvo ausente la divulgación de la ciencia. Quiénes son los responsables de ella. Cuál es el rol del periodismo y del divulgador.

“Las políticas de ciencia deben ser desmitificadas y deben ser delineadas, defendidas y llevadas adelante por la sociedad a través de sus representantes entre los que los científicos deben participar”, señaló el disertante, y enfatiza: “No existe espacio público que no deba participar en la formulación de políticas de ciencia y técnica” Isturiz animó el auditorio al plantearle que “desde la necesidad, por ejemplo, se puede plantear una política que priorice temas que desde el marco teórico de la ciencia se desconocen”.

—Desde la aparición, en 1959, del libro de C. P. Snow, “Las dos culturas”, en el que el autor daba a conocer la tajante división que separaba a los investigadores de las ciencias duras, de los que investigaban las ciencias sociales, la sociedad en su conjunto tomó conocimiento de tal división, la que lejos de suturarse se ha fragmentado más todavía. ¿Cómo hace la sociedad para apropiarse de lo que debe volcarse hacia ella en definitiva?

—Hay que democratizar el conocimiento. A la vez debemos voltear algunas barreras que tal vez nosotros mismos hemos levantado, cuando sectorizamos y parcializamos (nosotros acá y ustedes allá). Debe haber una apertura; no sólo un movimiento social sino, también, los gremios deben intervenir en estas discusiones. Es, creo, importante conseguir “mayorías”, consensos políticos para políticas consensuadas, para evitar ir de un lado al otro de acuerdo a quienes nos toque de turno para oponer cierta resistencia política a quienes quieran irrumpir con cuestiones circunstanciales presentadas como verdaderas catástrofes. Allí la importancia del periodismo, para que, con la divulgación, nadie se sienta ajeno.

—¿Quién, a su juicio, debería hacer la divulgación?

—Esto depende sobre todo de la línea de pensamiento del científico. Hay divulgadores que muestran la excelencia de los grupos de sus sectores y concluyen con ‘qué importantes son nuestros científicos’. Creo que lo importante en la divulgación científica es no deslumbrarse. Se muestran cosas fantásticas que parecen estimulantes. Son de divulgación ya que son muy bien aceptadas por la gente; ¿pero son de divulgación, realmente? Lo que nunca se dice y a mí me llama la atención, es si¿eso que fue un gran anuncio, se puede utilizar? ¿se utilizará? ¿se utilizó? Y allí entramos en baches tremendos. Entonces tenemos, por un lado, la ciencia como abstracción; y, por otro lado, las aplicaciones de la ciencia, que son las que, en la mayoría de los casos, han fracasado.

—¿Qué queda para la universidad?

—La universidad debe tener proyectos concretos con desarrollos autónomos en la medida de sus posibilidades. Las condiciones políticas deben fijar prioridades y las universidades deben formar parte de consorcios en proyectos de gran envergadura, como si fuera el Invap*, por ejemplo. Las condiciones políticas deben fijar prioridades y deben ser taxativamente definidas. La autonomía a la universidad le exige generar proyectos. Los proyectos macro que generan los ministerios son todos interdisciplinarios y allí, en la universidad, deben encontrarse las respuestas. Teniendo en cuenta que las planificaciones serán exitosas en la medida que se tenga un presupuesto como para llevarlas a cabo. Somos un país diverso y esa gran diversidad tendría que ser manejada a nivel regional.

—¿La investigación básica encuentra más rápida respuesta porque Conicet se encarga de llevarlas adelante, mientras que los proyectos de aplicación tecnológica están más desprotegidos en el país?

—Conicet es un consejo de investigaciones científicas, más que tecnológicas; éstas quedan en el camino con excepción del Inta* que tiene una muy buena financiación. El modelo de investigación que adoptó el país es el modelo uno de políticas de ciencia, hay que hacer buena ciencia así tendremos buena tecnología; es el modelo Houssay que siempre priorizó la investigación en ciencias médicas, por eso el centro del Conicet fueron las ciencias biomédicas y las investigaciones tecnológicas han quedado relegadas. Hay pobre financiación en los institutos tecnológicos que deberían ser prioritarios dado la necesidad de desarrollo de ciertas áreas vitales del país. Si no hay proyectos tecnológicos no se podrán formar científicos en el área. Los grandes proyectos en este país se canalizan hacia las ciencias básicas. Las universidades deberían ejercer una presión política para acceder a fuentes de financiamiento para sus proyectos tecnológicos.

—¿Pero estos proyectos tecnológicos no deberían ser financiados por el ministerio a través de una política de Estado que los contemple y respalde?

—No me cabe ninguna duda. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación invierte en proyectos focalizados y regionales, los que, más allá de ser prioritarios, al ser destinados a pymes y por ello al ser de pequeños alcances, carecen de impacto”.

Democratizar el pensamiento

“Uno de los ejes de la política para la ciencia (…) debe girar alrededor de su difusión y su valor educativo”, sostiene Sara Rietti, quien fuera Jefa de gabinete del doctor Manuel Sadovsky en la Secretaría de Ciencia y Tecnología creada por el gobierno de Raúl Alfonsín, en la reinstalación de la democracia en el país. Para Rietti, “hacer ciencia, que es una forma de aprender y enseñar, significa el modo más valioso de pensar; se trata de salir del oscurantismo para entender y desarrollar qué es lo que necesitamos como sociedad, eligiendo qué es lo que nos conviene en un mundo “signado por la impronta científico-técnica”. La democratización del conocimiento fue uno de los núcleos del pensamiento latinoamericano sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad, que encuentra su origen superada la mitad del siglo XIX para expandirse en los 60-70 del siglo XX. Se trató de una visión autóctona al rescate de “un modo de pensarse” antes de “ser pensados”.

En nuestro país, intelectuales de la talla de (Oscar) Varsavsky, (Amílcar) Herrera y (Jorge) Sábato, fueron, entre otros, quienes apuntalaron este patrimonio cultural para el manejo autónomo de la sociedad, en temas vinculados a la ciencia, la tecnología y la sociedad.

Glosario

Invap: Sociedad del Estado es una empresa argentina de alta tecnología dedicada al diseño, integración y construcción de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas de alta complejidad como energía nuclear, tecnología espacial, tecnología industrial y equipamiento médico y científico. Fue creada en 1976 mediante un convenio entre el gobierno de la provincia de Río Negro y la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina, naciendo como un proyecto de egresados del Instituto Balseiro, en el predio del Centro Atómico Bariloche (CAB), este Instituto depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea) y cuenta con el respaldo académico de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo). Allí se pueden cursar carreras de grado (licenciaturas en Física, Ingeniería Nuclear, Ingeniería Mecánica e Ingeniería en Telecomunicaciones) y de posgrado (maestrías en Ciencias Físicas, en Física Médica, en Ingeniería, y doctorados en Física, Ingeniería Nuclear y Ciencias de la Ingeniería).

Inta: El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria es un organismo estatal descentralizado con autarquía operativa y financiera, dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Creado en 1956, desarrolla acciones de investigación e innovación tecnológica en las cadenas de valor, regiones y territorios para mejorar la competitividad y el desarrollo rural sustentable del país.