Ciudad

Política en colores

El debate feminista que evolucionó en las imágenes

En dos años el debate dentro del movimiento feminista repercutió en la iconografía


En marzo de 2015 un grupo de periodistas y escritoras armó un flyer con la foto de un descampado. En letras negras y grandes pusieron por primera vez la frase Ni Una Menos. En blancas, invitaban a una maratón de lectura y reflexión sobre la escalada de femicidios en la Argentina. Daiana García había sido asesinada días antes en un descampado de Lomas de Zamora. Tenía 19 años, había salido a buscar trabajo y la encontraron dentro de una bolsa arpillera. Para las periodistas y escritoras el descampado era la intemperie de las mujeres ante la violencia. Era la tristeza y el duelo. Con la misma sensación armaron a las corridas el logo para la convocatoria a la primera concentración de Ni Una Menos del 3 de junio de 2015. Fondo magenta, letras blancas y el ícono del baño de mujeres en lugar de la letra A.

Dos años y medio más tarde la iconografía de Ni Una Menos no muestra intemperie y en el logo ya no está la imagen del baño. Las fotos que se comparten en redes sociales muestran a mujeres en marchas, asambleas; amigas y compañeras de militancia. El cambio trasciende al grupo que dio el puntapié inicial. En Rosario, dos investigadoras de la UNR estudiaron cómo cambiaron las imágenes y los mensajes que usuarias y usuarios compartieron en Facebook para cada movilización contra la violencia y por los derechos de las mujeres. “En 2015 las veíamos solas, víctimas, con miradas tristes y fondos sin contexto. Hoy denuncian violencia, pero también muestran organización y dan otro debate: qué vida queremos y merecemos vivir las mujeres”, explica a El Ciudadano Florencia Rovetto, una de las investigadoras.

Mujer femenina

Rovetto y Mariángeles Camusso empezaron a preguntarse por las imágenes que circulaban en las redes sociales hace cuatro años. Las dos son docentes de la materia Introducción a la Perspectiva de Género y crearon el Centro de Investigaciones Feministas y Estudios de Género de la Facultad de Ciencia Política de la UNR. En las semanas previas al 8 de marzo de 2013 veían que el Día de la Mujer producía una iconografía con cosas en común. Las publicidades vendían promociones con fotos y dibujos de chicas jóvenes, de labios carnosos, ojos grandes y pintados. También predominaban las embarazadas, las caras aniñadas, las flores, las mariposas y los fondos blancos o sin textura. Lo que les llamó la atención fue que, cuando empezaron a compararlas con las que compartían las organizaciones vinculadas con los derechos de las mujeres o las entidades públicas, los estereotipos se repetían.

“Estamos en una facultad que enseña Comunicación Social y pensábamos en cómo salir de ese tipo de imágenes para hablar de los problemas de las mujeres. Y encontramos a las mexicanas”, cuenta Rovetto.

Las mexicanas eran Mujeres Grabando Resistencia, un colectivo que usa la técnica del grabado para visibilizar los femicidios en México. Las imágenes y los textos que producían fueron aire fresco para las investigadoras de Rosario. Había frases explícitas y mensajes hacia los varones, como: “¿Matar te hizo más macho?”. En los dibujos veían a mujeres distintas y en contextos como la ciudad o el campo, pero siempre con otras.

La primera concentración convocada por Ni Una Menos para el 3 de junio de 2015 fue el punto de partida del análisis que duró dos años. Las especialistas tomaron fotos y dibujos compartidos en Facebook antes y durante la movilización. Encontraron decenas de fotos, dibujos y collages con firma y anónimos que evidenciaban un deseo de producir mensajes. Ganaban las caras tristes y dolidas, las mujeres solas y las niñas.

Dos dibujos triunfaron en la batalla de compartidos y fotos de perfil. Enriqueta, la nena dibujada por Liniers con el puño en alto, los ojos cerrados y la cabeza baja. Y el diseño de la artista Romina Lerda de una mujer de ojos grandes, fondo rosa, un corazón en la mano y una lágrima.

Mujer feminista

Un año más tarde, en junio de 2016 notaron un cambio. Las fotografías de marchas anteriores, de asambleas, de mujeres con carteles o en grupo copaban los muros de Facebook. Ganaban protagonismo sobre los dibujos. Mostraban diversidad: mujeres, lesbianas, trans y travestis. Iban de la mano de la frase “Vivas nos queremos”, que el colectivo Ni Una Menos adoptó ese año de las mexicanas.

El 3 de junio de 2017 llegó con un plus. El Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo anterior terminó de instalar otras discusiones. “Las fotos y los textos hablan de que no sólo queremos que no nos maten, sino también poner sobre la mesa cómo queremos vivir. Y es libres, en condiciones de igualdad, con libertad sobre el cuerpo, con la decisión de con quién, cómo y cuándo tener sexo, con la posibilidad de elegir el trabajo que nos guste y ganar lo mismo que los hombres, con valorizar y repartir el trabajo doméstico”, explica Rovetto.

La contraseña

La foto de Micaela García con la remera de la Enriqueta de Liniers fue una de las más compartidas en la semana en que fue buscada, antes de que la encontraran asesinada en un descampado en abril pasado. La entrerriana tenía 19 años y militaba en el Movimiento Evita. Ni Una Menos y la defensa de los derechos de las mujeres había llegado hasta ella como a muchas otras chicas del país. Algo parecido les pasó hace tres semanas a los familiares de Ángela Paola Ríos, de 24 años, cuando se enteraron que había muerto porque un hombre la empujó desde un séptimo piso del Fonavi de Parque Mercado. Desde el corazón del barrio Las Flores armaron un cartel con la foto de ella y un texto que incluye las palabras justicia, ni una menos y femicidio.

Para Florencia Alcaraz, periodista del colectivo Ni una Menos, la frase que dio nombre al movimiento es una contraseña. Decirla, escribirla o estamparla en una remera es abrir la puerta de los debates que dan hoy las mujeres y es hablar de violencia machista. El origen también está en México. El grupo de periodistas y escritoras tomó la frase de un poema de 1995 de la activista mexicana Susana Chávez, asesinada en 2011. “Ni una mujer menos, ni una muerta más”, decía.

“Ni una menos es más que el colectivo que somos. Es un lema y es un movimiento social expansivo e incontrolable. Tiene esa potencia. Cualquiera se puede sumar y hacer algo con ese mensaje. Hay lecturas que pueden gustarnos más o menos. A mí la nenita con el corazón en la mano no me gusta, porque representa todos los estereotipos, pero entiendo que a muchas mujeres les funcione y está bien. Hasta mi mamá la tiene en Facebook”, cuenta Alcaraz.

Para ella la evolución del movimiento Ni Una Menos se vuelve gráfica al pensar en las convocatorias. “El primer Ni Una Menos fue una concentración. Estábamos quietas. El nivel de duelo que necesitábamos para procesar las muertes era estar estáticas. El segundo fue una marcha: una flecha directa desde el Congreso a Plaza de Mayo. Y el tercero llegó con todo el proceso del paro de mujeres, con esto de «hacemos temblar la tierra». Nos corrimos de la victimización y mostramos que somos fruto de un feminismo que Argentina construyó durante 32 años a través del Encuentro Nacional de Mujeres”.

La diseñadora del colectivo Ni Una Menos, Virginia Giannoli, dice que hubo una decisión de contar lo que pasaba con fotos. “Simplificamos el logo y tenemos una fuerte base fotográfica porque queríamos mostrar que estamos en la calle. Nos parece esencial vernos en las fotos y ver nuestros cambios”, opina.

Ya no somos nenas

A principios de año el colectivo Ni Una Menos sacó del logo el ícono del baño de mujeres. Para Alcaraz, como en los baños, representaba lo binario. “No hablamos de un único modelo de mujer. Somos mujeres, lesbianas, travestis y trans y la nena con pollera no representaba la diversidad”.

Giannoli opina que el cambio fue una forma de hacerse cargo de tres años de crecimiento como grupo. “Ya no somos nenitas. No significa que maduramos y sabemos todo porque estamos evolucionando todo el tiempo. Pero asumimos lo que Ni Una Menos generó en nosotras y en el movimiento feminista”.