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El copiloto ocultó su situación

Andreas Lubitz, investigado por estrellar el avión de Germanwings en los Alpes franceses, no mostró un certificado médico de baja por enfermedad psiquiátrica que tenía vigencia para el día de la tragedia, según la policía alemana que allanó su casa.


La fiscalía de Düsseldorf (oeste de Alemania) informó ayer que el copiloto investigado por estrellar en forma voluntaria el avión de Germanwings en los Alpes franceses tenía un certificado médico de baja por enfermedad psiquiátrica que había roto y ocultado a la empresa, vigente para el día del siniestro.

Al precisar los resultados del allanamiento al domicilio de Andreas Lubitz, alemán y de 27 años, la fiscalía explicó que entre los documentos secuestrados hay “bajas médicas rotas, actuales e incluso vigentes para el día de los hechos”.

Añadieron que los certificados demuestran que el copiloto “ocultó a su empleador y a su entorno profesional” su enfermedad.

Los medios alemanes profundizaron la información y precisaron que la baja médica fue emitida por un neurólogo y psiquiatra, según el diario Süddeutsche Zeitung.

En tanto, el diario Der Tagesspiegel agregó que Lubitz había seguido un tratamiento en la Clínica Universitaria de Düsseldorf, lo que fue confirmado por ese centro médico que aclaró que la última visita se produjo el 10 de marzo pasado.

No obstante la institución negó que el hombre señalado por la catástrofe haya estado allí por un tratamiento por depresión y sin dar más detalles solamente se limitó a comentar que transmitió toda la información médica a la fiscalía de Düsseldorf.

Por otro lado los investigadores negaron que en los allanamientos realizados anteayer en la casa de los padres de Lubitz, en la localidad de Montabaur, o en su departamento de Düsseldorf, se hubiera encontrado una carta de despedida.

Tampoco encontraron pistas que avalen la hipótesis de un atentado por razones religiosas o políticas.

La información oficial avala lo publicado por el diario alemán Bild que señala que el copiloto que habría provocado el pasado martes la muerte otras 149 personas, entre ellos tres argentinos, estuvo seis meses bajo tratamiento psiquiátrico antes de completar su formación.

De acuerdo con ese medio, que cita “círculos de Lufthansa”, Lubitz interrumpió su formación en 2009 debido a una grave depresión.

La interrupción prolongada de la formación del copiloto fue reconocida anteayer por el presidente de la línea aérea, Carsten Spohr, aunque no ahondó en la información, recordó la agencia EFE.

Esto desató rápidamente las especulaciones en distintos medios, apuntando a una depresión o “burnout”, el síndrome del “quemado” por estrés laboral.

Los investigadores franceses de la caída del Airbus A230 de la empresa Germanwings creen que el copiloto rechazó abrir la puerta de la cabina al comandante y accionó el descenso del avión “con voluntad de destruirlo” por razones que se desconocen.

Así lo informó anteayer el fiscal de Marsella encargado del caso, Brice Robin, que basado en el audio de caja negra que se recuperó comentó que el copiloto aprovechó que el comandante dejó la cabina –presumiblemente para ir al baño– para encerrarse allí y tomar el mando.

Pese a esto aseguró que “en este momento, nada permite decir que se trata de un atentado terrorista”.

“Hay que esperar al final de la investigación, aunque ayer (por anteayer) el fiscal dio elementos suficientes para que podamos pensar que ese gesto loco, incomprensible, horrible, esté en el origen del choque”, indicó ayer el primer ministro francés, Manuel Valls en una entrevista concedida a la cadena i-télé.

El avión de Germanwings, que se dirigía de Barcelona (España) a Düsseldorf (Alemania) se estrelló el martes pasado provocando la muerte de 150 personas, entre ellos tres argentinos: Juan Armando Pomo, Gabriela Maumus y Sebastián Grecco.

Los trabajos para recuperar elementos del fuselaje que puedan ayudar a la investigación se retomaron ayer en cercanías de la localidad francesa de Seyne-les-Alpes, entre ellos la segunda caja negra que todavía no fue hallada.

La caída del avión tiene ya sus primeras consecuencias normativas: las grandes aerolíneas alemanas plantean establecer la regulación de que siempre haya dos personas en la cabina del avión, tal como ocurre en Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

La medida de seguridad indica que, en caso de que el capitán o su copiloto abandonen la cabina de mando, debería entrar en su lugar uno de los auxiliares de vuelo.

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