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Reflexiones

Ecologista muda discurso rumbo a comicios de Brasil

Marina Silva ocupó el lugar del fallecido Campos. De radical, pasó a moderada.


El misterio suele llamarse incertidumbre allí donde se entrecruzan la política y la economía, y se convierte rápidamente en ruido en los mercados financieros. Eso es lo que ocurrió en las 48 horas posteriores a la muerte de Eduardo Campos en Brasil, en un accidente aéreo que vino a trastocar todo el juego de la campaña electoral.

Tras la tragedia, se encontraron un partido sin candidato con una candidata sin partido. Marina Silva, estrella ascendente en los comicios de 2010 (cuando sacó 20 millones de votos, un 20 por ciento del total), no había llegado a tiempo para habilitar su nueva experiencia partidaria, la ecologista Red Sustentabilidad, y había debido aceptar un lugar secundario detrás de Campos para no quedar totalmente fuera del juego en esta ocasión.

Tras la muerte de éste, y a falta de una figura de peso equivalente en el Partido Socialista Brasileño (PSB), era natural su salto al primer lugar de la fórmula.

Uno de sus problemas era que su discurso intransigentemente ambientalista planteaba una enorme incógnita a los factores económicos brasileños, que recordaban sus enfrentamientos con el sector de los agronegocios, clave por las exportaciones que le genera al país en el contexto de una economía que, como el resto de la región, se ha primarizado en los últimos años. “Marina es imprevisible, no hay duda de eso”, resumía el jueves pasado el analista Ricardo Ismael, de la Universidad Católica de Río de Janeiro.

Ante esa incertidumbre, no sorprendió que la Bolsa de San Pablo pasara el miércoles, al conocerse de la muerte de Campos, de terreno positivo a una aguda baja del 1,53 por ciento. El jueves, el rebote del 0,36 por ciento estuvo signado por la cautela. Pero el viernes, una serie de noticias cuidadosamente producidas por el PSB y por la virtual candidata sorpresa provocaron euforia en la Bolsa, que cerró con una suba del 2 por ciento.

Petrobras, la acción insignia del Bovespa, trepó el 8 por ciento. Se sabe que ese papel refleja al alza cualquier noticia que indique que la era de doce años del Partido de los Trabajadores puede llegar a su fin. Al PT, y más precisamente a Dilma Rousseff, le achacan que la economía se dirija al estancamiento, la falta de inversiones y una inflación que no se empina más sólo sobre la base de una contención artificial de los precios de los combustibles y otras tarifas socialmente sensibles.

Si la candidatura de Campos era considerada un remozamiento de la hasta hoy algo marchita “tercera vía”, lo que había que asegurar era una continuidad con Marina Silva. Y así se hizo.

El viernes del vértigo bursátil se refrescaron declaraciones de dos economistas muy cercanos a la ecologista, André Lara Resende y Eduardo Gianetti da Fonseca.

El sitio Brasil247 lo definió bien: “El primero es «tucano» (socialdemócrata, del PSDB) por los cuatro costados, uno de los padres del Plan Real y ex presidente del BNDES en la gestión de Fernando Henrique Cardoso. Es amigo y allegado a Armínio Fraga, ex presidente del Banco Central de Cardoso y portavoz informal del presidenciable Aécio Neves”, es decir del actual postulante del PSDB, favorito excluyente de los mercados y del empresariado.

“Gianetti –continuó Brasil247–ya da entrevistas como el economista más cercano a Marina. Él admite que el programa de sus sueños «tiene fuerte convergencia» con el ideario defendido por el PSDB. Es de oposición frontal a la actual política económica. «Vamos a corregir los equívocos que viene cometiendo por el Gobierno», dice”.

A la exhibición de esos economistas, Marina filtraba, mientras trascendía que sería confirmada como candidata, que su compromiso era retomar las mismas banderas que Campos, esto es las de un programa económico proempresa. Además, el PSB aseguraba que los tiempos de los cortocircuitos con ella habían pasado, y que la ecologista dejaría de resistir los acuerdos partidarios con el PSDB de Neves en diferentes estados, como San Pablo –el mayor colegio electoral de Brasil– y Paraná.

Así las cosas, segunda vuelta asegurada, más posibilidades de derrota de Dilma y programa opositor alineado con los planteos empresariales. Bingo para los mercados.

¿Todo despejado? O Estado de Sao Paulo decía el domingo que Campos y Marina “hablaban de cosas diferentes en cuanto a la independencia del Banco Central, cambios en el sistema previsional, Código Forestal, agronegocios, impuesto a las grandes fortunas y política de alianzas partidarias, entre otros asuntos”. ¿Volverá ella a las andadas? Por ahora reina una confianza tan precaria como los recelos previos.

Si los “traders” están en lo cierto, Brasil anticipa panoramas similares para otros países clave de la región.

Salvando a Bolivia, cuya clase política tradicional sigue sin reponerse del terremoto que le provocaron su propio descrédito y la irrupción del factor indigenista de la mano de Evo Morales, los candidatos de los oficialismos de Brasil –en primer lugar– y luego Uruguay y la Argentina enfrentan similares dificultades frente a rivales que, invariablemente, se ubican entre ellos y la derecha.

Dilma sacaba una estrecha ventaja sobre Neves para el balotaje brasileño en la segunda vuelta del 2 de noviembre, pero no se sabe si los protagonistas serán ellos o las dos mujeres y, por ahora, mucho menos el resultado. Recordemos que Marina Silva medía inicialmente mejor que Campos y que Neves, y que si no fue candidata en primera instancia era porque aquel no estaba dispuesto a entregarle su partido ni una construcción que, para él, tenía como punto de llegada 2018.

Es más, los partidos pueden modificar a sus candidatos hasta veinte días antes de la primera vuelta del 5 de octubre, lo que lleva a los impulsores del movimiento “Volvé, Lula” a presionar una vez más por un cambio tan deseable según la aritmética política como impensable según las reglas de convivencia pactadas entre los dos líderes del PT.

En Uruguay, Luis Lacalle Pou le está planteando una campaña de igual a igual a Tabaré Vázquez, sin que pueda hoy, algo impensable hasta hace poco, descartarse la posibilidad de una derrota del Frente Amplio en el balotaje del 30 de noviembre.

Y en la Argentina, las especulaciones sobre un candidato “kirchnerista puro” el año que viene parten de la existencia de un piso propio del 30 por ciento, pero por ahora chocan con un techo que no parece muy lejos de ese guarismo, lo que convertiría una segunda vuelta en una quimera. Con Daniel Scioli, claro, las cuentas podrían ser diferentes, pero también él milita en un espacio más centrista.

Pero empezamos en Brasil, y con Brasil terminamos. Los candidatos y otras figuras acudieron el domingo al entierro de Campos, en medio de una mixtura mal disimulada de dolores personales y cálculos políticos. Hoy mismo, los pudores quedan totalmente de lado, mientras todos contienen el aliento a la espera de la nueva encuesta de Datafolha.

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