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Pueblo chico

Dictadura: investigan a un militar retirado de Santa Fe

Oscar Silvani figura en dos causas por secuestro y desaparición de tres personas en la localidad tucumana de Famaillá, según el fiscal. Es el cuñado del candidato Miguel Torres del Sel.


La Fiscalía federal de San Miguel de Tucumán investiga por crímenes de lesa humanidad a un militar retirado que desde hace años vive en la capital provincial.

Oscar Alfredo Silvani figura en dos investigaciones dentro de la denominada megacausa Zona de Operaciones que reúne más de 200 hechos en la provincia del norte argentino ocurridos después del 24 de marzo de 1976. Consultado por este diario, el fiscal federal Pablo Camuña explicó que está en preparación la instrucción para pedir la indagatoria del militar retirado en el marco de dos causas por los secuestros y desapariciones de los hermanos Rolando y Ricardo Pisculiche y de Ramón Araya en la ciudad de Famaillá. La investigación sobre Silvani, además, tiene una connotación extra: es el cuñado del candidato a gobernador de PRO, Miguel Torres del Sel.

Visitas no bienvenidas

Tres meses habían pasado del golpe del 24 de marzo 1976, según denunció Eusebio Pisculiche, padre de dos de los desaparecidos. Su casa en Los Laureles, un barrio humilde de Famaillá, recibió la visita de diez hombres encapuchados con armas. El vestuario no era militar. No rompieron cualquier puerta, sino que sabían dónde vivían los Pisculiche. El dato había llegado de un hombre de características físicas similares a Silvani, por entonces teniente del Ejército, que a su vez la había conseguido de un vecino, Ramón Araya, que había sido chupado días antes, según la denuncia de su hijo Juan Antonio ante la Comisión Bicameral Investigadora de los Derechos Humanos Ley 5599.

El grupo armado se llevó de la casa a dos de los nueve hijos de Eusebio, Rolando de Jesús y Ricardo Alberto. Las noches siguientes el grupo de tarea fue por unos vecinos de los Pisculiche, los hermanos Molina, a los que liberaron al poco tiempo. Gracias a ellos, Eusebio supo que sus hijos estaban en el Centro Clandestino de Detención Nueva Baviera, un ingenio azucarero que dio empleo a la región hasta encontrar su destino militar. Ubicado a metros de la ruta Nº38 fue la base de la zona de operaciones desde donde accionaban las tropas. No todo era trabajo. También encontraban espacio y tiempo para torturar, según consta en otras causas.

Eusebio recibió un mensaje de su hijo Rolando desde su lugar de detención en el que le pedía que devolviera unos muebles que había comprado porque no sabía qué podía pasar.

Recién un mes y medio después del secuestro, Eusebio se enteró de que sus hijos ya no estaban en el Nueva Baviera, sino que habían sido trasladados.

Tampoco se supo más nada de Ramón Araya. Aún cuando su hijo, Juan Antonio, también militar, fue a la base del pueblo y preguntó por su padre. De nuevo, nada. Ni le permitieron entrar al “Dispensario”, donde alojaban a los detenidos en estos procedimientos.

Días más tarde, Araya hijo fue recibido por Silvani y otro teniente y le aseguraron no saber de su padre. Pero Juan Antonio tenía el dato de que días antes del secuestro de los Pisculiche tres hombres, con vestuario militar y armas largas y cortas, entraron a su casa y se llevaron a su padre. Uno de los militares, siempre según la denuncia de los familiares, coincidía con la descripción de Silvani: bigote, rubio, ojos azules, entre otros aspectos. Los Pisculiche y Araya se suman a José Díaz y Serapio Medina en la lista de los desaparecidos del barrio Los Laureles. Fueron cinco de 500 habitantes que había por entonces.

Relación familiar

Silvani forma parte de la familia Del Sel desde 1972. Conoció a la hermana del humorista a principios de esa década a través de su primo, también militar. Hizo su carrera con foja ejemplar, siempre apto para servicio y comprometido con las distintas misiones, según la valoración oficial del Ejército, y cursó en la tristemente célebre Escuela de la Américas, ámbito estadounidense de entrenamiento en represión a nivel latinoamericano. Prestó servicio en Tucumán hasta fines de 1979 y fue reasignado a distintos puntos del país.

Tras 27 años dentro de la fuerza se retiró con el grado de teniente coronel y se radicó definitivamente en la capital santafesina.

Elsa y Daniel, hermanos de las víctimas

“Entraron diciendo que buscaban a Rolando y a Ricardo. Sabían los nombres completos. Dijeron que se los llevaban por averiguación de antecedentes y que mañana volvían. Nunca más volvieron. Los hicieron vestirse y agarrar los documentos”, recordó Elsa del Carmen, hermana de los desaparecidos.

Otro de los hermanos, Daniel, contó detalles de esos tiempos: “Los Pisculiche éramos una familia humilde. La vida de todos los hermanos se alternaba entre el fútbol y las cosechas: la zafra en Tucumán, las uvas en Mendoza, la construcción en Buenos Aires”.

“En el pueblo nos conocíamos todos. En esa época ni se hablaba de política, lo único que hacíamos era juntarnos en el almacén de El Gringo Díaz (también desaparecido) a hablar de fútbol y organizar los torneos. El almacén del Gringo quedaba casi enfrente de la cancha del Club y era el punto de encuentro de todos”, agregó.

“Cuando secuestraron a mis hermanos, con mi familia recorrimos todo el país. Dimos con el dato de que estaban detenidos en Sierra Chica, en Buenos Aires, pero fuimos y no nos dejaron ni arrimarnos a preguntar”, continuó. “No teníamos idea de la dimensión de lo que pasaba. Pensábamos que era algo que nos pasaba sólo a nosotros, pero después nos fuimos enterando de que eran miles los desaparecidos”, finalizó Daniel.

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