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Después de tres décadas la Vigil volvió a abrir las puertas a todos

A menos de una semana de la restitución, comenzó una nueva etapa del histórico proyecto educativo y social de Tablada.


vigil

Sábado a la mañana. Barrio Tablada –al sur de la ciudad– comienza a despertarse. El sol calienta, las calles, los patios. Los perros duermen en la vereda calentitos, y se ve a un chico que sale de su casa en pantuflas, con termo y mate en la mano, y se sienta afuera a desayunar. A pocas cuadras de ahí, el enorme edificio de Gaboto 450 abre sus puertas. Para muchos, no es un día común. Esas puertas se abrieron, al fin y de nuevo, en nombre de “la Vigil”. Vuelven los socios y los vecinos, los amigos, los nuevos, los hijos. Todos sabiendo que a partir de ahora los días serán distintos. El desafío será saber cuán distintos o con cuánta fuerza arrasará la vuelta física de la institución. “Vamos a trabajar para romper con la idea de que Tablada es el far west, o un barrio peligroso. Vamos a crear identidad y mostrar y decir que de allí salió la Vigil”, declaró Marcelo Abaca, presidente de la actual comisión directiva de la biblioteca.

Sin faltar el respeto a la memoria de Constancio Cecilio Vigil (creador de la Editorial Atlántida y, con ella, de la famosa revista Billiken), cabe señalar que en Rosario su nombre se asocia más a “la Vigil” que a su obra como escritor y editor. “La Vigil” es la biblioteca, aquel proyecto cultural gestado en la zona sur de Rosario y destruido por la última dictadura militar. Vigil es sinónimo de  20 mil socios, tres mil alumnos, 550 empleados, 23 socios desaparecidos, 8 miembros de comisión directiva detenidos y torturados. Vigil es la rifa, la editorial, los cien mil libros, el observatorio, el museo propio de Ciencias Naturales. Y más, tantísimo más que mejor debiera caber en un libro.

Tras la intervención del gobierno militar en el año 1977 ala Comisión Directiva y el desmantelamiento total de la institución; y tras más de 30 años de lucha, el lunes pasado el poder legislativo de la provincia devolvió los bienes expropiados por parte de la dictadura a la Comisión Directiva de la Vigil. Ayer, las puertas de Gaboto 450, la antigua unidad administrativa de la biblioteca, se abrieron a sus socios, vecinos y amigos, para que esta historia comience una nueva etapa. Hoy la Vigil se reconstruye y comienza un juicio federal denunciando “genocidio cultural”. El viernes 28 de junio se hizo la presentación en el Tribunal Federal 4 planteando esta figura, con la institución Biblioteca Vigil como querellante. “Acá se arrasó con todo el movimiento cultural que generó Biblioteca Vigil. Un movimiento que tiene que entenderse en su conjunto: fue una biblioteca, una editorial, un museo, un observatorio, mutual, empresa constructora, escuela primaria, secundaria y jardín de infantes”, señaló Abaca.

Encuentro y reconstrucción

“¿Sabés si va a haber reunión hoy?”, preguntó una señora de seguro más de 70 años a una joven que se estaba asociando. “Me parece que no, pero pregúntele a alguien más por las dudas”. En ningún momento de la mañana la señora se había levantado de la silla. Sin embargo, en ese momento, fue en busca de otra señora. “¿Sabés si hay reunión hoy?”, insiste nuevamente. Le dicen que no, que la próxima será el sábado para juntarse a limpiar. “Pero usted no va a venir”, agregan, en tono de “está grande, puede colaborar con otras cosas”. Pero la señora contraataca: “Si no me voy a Córdoba sí vengo”.

Ese es uno de los panoramas –el más importante– que se ve en la Vigil. Hay jóvenes y niños, hay adultos, adultos mayores, adultos muy mayores. El mate y la pava van pasando entre los que llenan la planilla para asociarse, que se saludan y reconocen: “Te veo paseando todos los días a tu perro”, “no te preocupes, total vivo acá a la vuelta”, “¿Sabés si nos van a llamar para las reuniones?”. Muchos se acercan a pagar cuotas atrasadas. De los 20 mil socios que fueron alguna vez, ahora hay 350. “Hay que trabajar”, agrega, ante los números, el presidente de la Comisión, Marcelo Abaca.

El otro panorama es desolador. Es el de un edificio gigante lleno de tierra, hojas secas, vasos de plásticos sucios desparramados por el piso, muebles rotos, maderas, cajas, papeles. El aire huele a saña. Probablemente no contra la Vigil, pero hule a saña. El escenario se vuelve más desolador aún cuando se sabe que, hasta el año 2011, el edificio estuvo en manos del Ministerio de Educación de la provincia, no que estuvo abandonado hace años. “No  aportaron nada. Todo lo que se ve es basura que quedó del Ministerio. Dijeron que van a limpiar el lugar, pero nosotros vamos a trabajar de arranque con la limpieza. Su velocidad es distinta a la nuestra”, manifestó Abaca.

La primera actividad, entonces, fue abrir las puertas y encontrarse con la gente y el barrio. E informar que a partir de ahora se podrá ir a la Vigil de lunes a viernes de 14 a 20. Lo que sigue es la limpieza y el trabajo cultural: retomar actividades, articular con las escuelas y dotar de identidad a los chicos de las primarias y secundarias, hacer el inventario de los 50 mil libros que quedaron. Reconstruir, socio por socio, propuesta por propuesta, uno de los proyectos culturales más importantes que alguna vez tuvo Latinoamérica y que sobrevivió gracias a la militancia y la llama de la memoria que nunca apagaron.

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