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Esto que nos ocurrió

Demiddi, el coloso del remo

Mañana se cumplen 45 años de la máxima hazaña de uno de los grandes íconos de la historia del deporte argentino.


“Yo no soy humilde, es difícil serlo cuando lo que uno se propone es ser el mejor del mundo”. La frase es de Alberto Demiddi, el mejor remero argentino de la historia, de cuya máxima hazaña, la obtención del campeonato mundial de single scull en Canadá, se cumplirán mañana 45 años.

Es que aquella silueta solitaria refugiada en el silencio del río Paraná, con la única compañía del canto de los pájaros y los tenues chasquidos del agua, sudando sacrificio y perseverancia, no tenía otra meta que no fuera el escalón más alto de los podios internacionales. Más tarde, lejos del país, solo con su bote, sus dos remos y una voluntad indomable, Demiddi hizo ondear muchas veces la bandera celeste y blanca hasta el tope de un mástil victorioso. Quiso ser el mejor. Y lo logró.

Apodado la Máquina por sus rivales, Demiddi fue el más grande remero argentino de la historia, pero siempre lamentó haber perdido su mejor carrera. Fue campeón argentino, sudamericano, panamericano, europeo y mundial, pero llegó segundo en la carrera que no podía perder, la del oro olímpico en Munich 1972. Y se lo reprochó siempre.

Hombre talentoso, decente, obstinado y solitario, no era sencillo tratarlo: él mismo admitía tener “un carácter de mierda”.

Y esa frontalidad le bastaba para cruzar a la vereda de enfrente del poder dirigencial, para no prestarle atención a los periodistas o para pelearse cuando hubiera una causa que lo justificara.

Demiddi había nacido el martes 11 de abril de 1944 en Capital Federal, pero llegó de muy pequeño con su familia a Rosario y su destino parecía ser la natación.

Su padre, un romano que había aprendido a nadar en el río Tíber, era profesor de natación en el Club Atlético Newell’s Old Boys y comenzó a entrenarlo mientras Alberto estudiaba en el colegio Dante Alighieri. Representando a Newell’s, club del que se hizo hincha, Demiddi fue campeón de natación dos veces en los 400 metros, y cuando Luis Alberto Nicolao era el primero en el ranking, el nombre de Alberto Demiddi aparecía en el quinto lugar. “Aspiraba ser nadador, es verdad. Es más, uno de los mejores recuerdos que tengo del deporte fue cuando gané a los 13 años en el campeonato de natación de Rosario. Pero un año más tarde mi papá me vio fumando a la salida del cine, me corrió desde el cine hasta el Monumento a la Bandera y ahí se terminó mi etapa de nadador”, contó una vez Demiddi sobre aquella disputa con su padre que lo alejó de la pileta y lo acercó al bote.

“Por entonces, todo lo que era deporte me llamaba la atención: hice básquet, atletismo, frontón, tenis criollo, pero sin asentarme en uno en particular. Estaba en quinto año de la Dante cuando Napoleón Sivieri, presidente del Club de Regatas Rosario, le pidió a mi padre que me probara en remo. Y así empecé, a los 16 años”, rememoró. A partir de entonces, en las aguas del río Paraná, comenzaron a forjarse sus sueños.

“Al mes de estar practicando remo faltó un integrante de ocho juniors, me pusieron y tuvimos la suerte de ganar dos o tres regatas. Comprendí enseguida que se trataba de un deporte duro, duro como pocos, pero quizás esos primeros triunfos de entrada me animaron”, recordó una vez Demiddi en una nota de El Gráfico.

Por esos años, una tarde en el Tigre vio remar a Mario Nadelcu, campeón single, y advirtió su estilo muy particular de mover el bote. “Era como si viniera en una nube, me gustó y prometí hacerme singlista”, graficó Demiddi. Pero, además, su temperamento no podía permitirle más que correr en solitario. “Era muy jodido”, reconoció siempre.

Su empuje, tenacidad y resistencia con un par de remos cortos le reportaron sus primeros éxitos.

Forjó su carrera como atleta en las aguas del Paraná y luego llegaron los títulos nacionales, y la proyección sudamericana. En 1962 se consagró campeón argentino single scull, título que revalidó ganándolo 12 veces seguidas, hasta 1973. En 1964 fue su despegue internacional. Obtuvo el campeonato Sudamericano en Laguna do Freitas, cerca de Río de Janeiro, y con el estímulo y el dinero del propio Napoleón Sivieri viajaron a Inglaterra para la exigente Real Regata de Henley –la más antigua y distinguida de Europa–, donde entró segundo. También en 1964 tuvo su bautismo olímpico con el cuarto puesto logrado en Tokio.

Las conquistas siguieron: fue nuevamente campeón sudamericano 1965 y 1968, campeón panamericano 1967 en Winnipeg, Canadá, nuevamente segundo en Henley 1966, y en los Juegos Olímpicos de México 1968 escaló el peldaño más bajo del podio: su bronce fue una de las dos medallas que la Argentina logró en esa cita`. Al año siguiente, las canchas europeas supieron de su calidad, cuando se consagró campeón continental. El lago Wörther, en Klagenfort, Austria, fue testigo de su primera conquista en el viejo continente. Todo el país habló de la hazaña de este empleado bancario, de 81 kilos y 1,83 metro de altura, que manejaba un Fiat 600.

Campeón del mundo

Consagrado campeón de Europa, la próxima meta de Demiddi fue el campeonato del mundo de single scull, a disputarse en Saint Catherine, Canadá, en septiembre de 1970. Pero a su regreso de Austria el bote con el que había ganado el campeonato europeo se rompió en Hamburgo, Alemania.

El seguro encargado de la reposición encomendó la construcción de un nuevo bote a la prestigiosa carpintería suiza Stämpfli. El nuevo bote medía 8,10 metros de largo, en su parte más ancha 52 centímetros y pesaba 18 kilos: era un poco más largo de lo común.

“Debe ser la primera vez que Stämpfli construye una nave con la orza torcida. Al tener mayor base de sustentación el bote no cabecea. Este detalle inesperado complicó todo lo previsto”, explicó Demiddi. Pero ese no fue el único escollo que tuvo que superar para consagrarse como el mejor remero del mundo. El barco que transportaba su nuevo bote hacia Canadá –también llevaba las embarcaciones de los de los alemanes orientales, sus más firmes competidores– tuvo un desperfecto y se detuvo en Londres a repararlo. Llegó dos días antes de la competencia, prevista para el domingo 6 de septiembre de 1970.

“Era mi gran objetivo. Corrí las eliminatorias sin saber cómo era la embarcación. En las series anduve bien, pero (el soviético Yuri) Malishev hizo un tiempo más veloz. En la final tenía cinco rivales en la cancha y uno adicional: el calor. Hacía como 40 grados. Salí en punta y me asediaron hasta los 1.200 metros. Vi como Malishev me pasó. Yo fui una computadora IBM: recordé otras carreras donde el ruso aceleró de entrada y después tuvo que agachar la cabeza. Fue así, y en los 1.500 metros ya se estaba quedando. Fue la mejor y más brava carrera de mi vida. Salí a 40 remadas por minuto; luego andaba en 36, disminuí a 32 y rematé en 34”, recordó. “Después gané con cierta holgura. Agobiado por el calor, Malishev entró quinto”, agregó.

Los años trajeron más y más títulos: el Sudamericano 1970, el Panamericano 1971 en Cali, Colombia, y ese año retuvo en el lago Bagsvaerd, en Copenhague, Dinamarca, el campeonato Europeo que había conquistado en 1969 en Austria. En 1971 también se dio el gusto de ganar la Real Regata Henley, en la que había sido segundo en 1964 y 1966, venciendo en la final al norteamericano Jim Dietz.

Su último gran desafío era lograr la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Munich 1972, en una regata que fue televisada para la Argentina y que el relator José María Muñoz narró en vivo y en directo por Radio Rivadavia.

Demiddi sabía que era el gran favorito, y por eso su rostro no disimuló la amargura cuando el soviético Malishev saludó con el oro en lo alto. Él salió segundo.

Y ya no hubo revancha. Malishev no corrió más contra él, y Demiddi sintió que lo apuraba el retiro. Dejó de ser remero en 1974, el mismo año en el que su querido Newell’s Old Boys ganó su primer campeonato de primera división de la AFA en la cancha de Central.

Alberto Demiddi murió el miércoles 25 de octubre de 2000, en San Fernando, Buenos Aires, a los 56 años, víctima de cáncer.

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