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De cómo los niños se convierten en monstruos en una relectura de “La clase muerta” del siglo XXI

El emblemático grupo rosarino El Rayo Misterioso, que dirige Aldo El-Jatib y que el año que viene cumple tres décadas de docencia y experimentación teatral de proyección nacional e internacional, estrenó el valioso e imperdible  “BuenosDíasSeñoritaLelia”

FOTOS: Roman Virgili

La crisis de la Argentina no es económica, es cultural. Y quizás no sólo la de Argentina sino la del mundo entero. La afirmación sobrevuela por estos días el imaginario de un pueblo que, azorado (al menos en un cierto sector), ve como la ultraderecha avanza a pasos agigantados. En medio de un nuevo viaje con rumbo a las tinieblas, sin ninguna luz al final del túnel, el teatro, como siempre, suele tener las respuestas antes de que se formulen las preguntas y aparezca el espanto.

El emblemático grupo rosarino El Rayo Misterioso, que dirige Aldo El-Jatib y que el año que viene cumple tres décadas de docencia y experimentación teatral en Rosario, de proyección nacional e internacional, estrenó recientemente BuenosDíasSeñoritaLelia, sucesor de La orden del dragón (2019) y La corte de los milagros (2021), pero al mismo tiempo, de una larga lista de materiales que entre sí entablan en todos estos años una serie de diálogos tanto estéticos como ideológicos respecto de temáticas como el origen de la violencia, la domesticación familiar y religiosa, las guerras y la muerte; siempre desde una lógica que transita con conocimiento y comodidad, entre más, el surrealismo y el absurdo.

Algo del imaginario infantil y pueril de los 70, en medio de las sirenas de un toque de queda, dispara al corazón de una platea (sobre todo a la de mediana edad) que de inmediato encuentra un lugar, un aula, un banco, los portafolios, aquel lugar que es el mismo de siempre. Allí, un grupo de niños atraviesa una asfixiante metamorfosis y presta sus cuerpos y sus voces a otros y otras, algunos más o menos conocidos, en un espacio fantasmal detenido en el tiempo donde esos niños-espectros ritualizan sus rutinas en una lógica tan absurda como insoportable, y donde cobran sentido el sinsentido, la pérdida de la razón y del significado, e incluso toda posibilidad de goce o disfrute.

Nuevamente con la inmanencia del gran maestro polaco Tadeusz Kantor, aquí en un homenaje deliberado y directo a su histórico y más referencial espectáculo La clase muerta, no casualmente de mediados de los años 70, el maestro y director Aldo El-Jatib, como lo ha hecho a lo largo de su vasto y fructífero recorrido, materializa su imaginario (sus vivencias e incluso sus pesadillas que son las de toda una generación) en otro desafío poético-político-espectacular, donde la lógica totémica es ahora una construcción escenográfica de uso múltiple, siempre muy efectiva, que parte de los bancos de un aula de antaño pero que, sabiamente, se resignifica todo el tiempo como escenario y soporte.

Centrada en lo visual, en imágenes de una contundencia que siempre conmueve, con una idea de dramaturgia que encuentra por momentos su mejor aliado en el notable trabajo de luminotecnia, ese pasado que se activa a partir de 25 de junio de 1806 cuando se produjo la primera invasión inglesa en el por entonces Virreinato del Río dela Plata y que habita hasta el presente en la memoria de esos que alguna vez fueron niños, se construye y derriba a instancias de un recorrido en el que se hacen presentes un universo sonoro de tardes frente al televisor, con la ópera, las otras invasiones, las victorias y fracasos, los golpes militares, las dictaduras, los discursos atroces, Sarmiento y el negacionismo de la cultura de los pueblos originarios, el oscurantismo basal de todos los totalitarismos, la dilatada ausencia de justicia, la inmigración y una evocación al recordado proceso antropológico del grupo que hace veinte años dio lugar a la creación del recordado Macchina Napoli, los saludos como forma pero sin sentido, lo arbitrario como supuestamente necesario y hasta una inhumana ausencia de lo lúdico.

Es allí donde los siempre magníficos intérpretes de El Rayo Misterioso elaboraron un lenguaje que parte del cuerpo, de una búsqueda personal y de su infrecuente estado de disponibilidad, y de la puesta a punto del recurso de la repetición, pero también desde la afectación a partir de sus breves y atinados discursos; también de la música, el otro gran lenguaje constructor de una poética propia que no se agota, y que en gran medida se produce en escena con voces e instrumentos.

Una vez más, el creador no reniega de la idea de armado o de montaje, jugada en medio de apagones y es precisamente desde ese sentido vaciado desde el cual potencia el mensaje que siempre termina quedando por delante del recurso, una forma que El-Jatib logra en sus trabajos desde un extenso y profundo proceso de ensayos donde la precisión e incluso su siempre singular y paradojal presencia en escena (como lo hacía el referido maestro polaco) no dejan de ser signos que producen sentido.

Es ése mundo del revés donde Fernández Noemí, García Mabel, González Marta, Ortiz Sergio, Pérez Graciela y Torres Juan Carlos, niños víctimas y verdugos “bajo un sistema que moldeó sus conciencias a fuerza de abusos, opresión y cinismo” dirán presente una y mil veces mientras repiten fórmulas fallidas, números errados, próceres maltrechos y laureles convertidos en cenizas. Serán esos mismos cuerpos que evocarán desde la Noche de los Lápices a la de los Bastones Blancos, en un sinfín de imágenes que no pueden correrse de la tragedia más allá de que el absurdo por pasajes se sustente en un humor que es más una mueca de la propia tragedia que una risa franca.

A lo largo de ajustadísimos 60 minutos y nuevamente como Kantor en La clase muerta, aunque con un ingenioso cambio de sentido, El-Jatib pone en el lugar fatídico del retorno a la escuela a las y los espectadores, y los espera allí, con todos los argumentos del caso, con todo lo no resuelto, con la inevitable pregnancia de su poética conmocionante, para recordarles a todos y a todas, para decirles una y otra vez, que la educación ha fracasado y que es allí donde nacen esos monstruos dispuestos a destruir el mundo.

Para agendar

BuenosDíasSeñoritaLelia, con texto, dramaturgia y dirección de Aldo El-Jatib, y las actuaciones de Victoria Guercetti, Leticia Beux, María de los Ángeles Oliver, Exequiel Orteu, Ada Cottu y Sebastián Arriete, con producción de El Rayo Misterioso y operación técnica de Maywa Vargas, se presenta todos los viernes en el Teatro El Rayo (Salta 2991). Las anticipadas se venden con descuento en http://antesala.com.ar.

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