Ciudad

Entrevista

“Curarse depende de cada uno”

De visita en la ciudad, el psicólogo Enric Corbera habló de la BioNeuroEmoción y sus aplicaciones para resolver dolencias. “La salud no es ausencia de enfermedad sino bienestar social, educación, salud propiamente entendida”, planteó.


En el marco de la inauguración de la Asociación Argentino-Española de BioNeuroEmoción (Asares BNE), la ciudad recibió esta semana la visita del reconocido psicólogo Enric Corbera, especialista en esta rama cuyo objetivo radica en la identificación de determinadas conductas o emociones ocultas dentro del ser que derivan en trastornos. Así, el objetivo de los especialistas en esta corriente implica la búsqueda de generar un cambio de conciencia en el paciente en su camino hacia la curación, haciéndolo entrar en razón que a partir de ello logrará un cambio en el universo particular, que vibrará alentando a otras personas a intentar cambiar su vida.

Según el magíster en Programación Neurolingüística (PNL) y en Hipnosis Ericksoniana, resulta imposible alcanzar una salud plena cuando se piensa que los males son fruto de la casualidad. Es que, de acuerdo a su parecer, “la medicina puede salvar vidas, pero curarse depende de cada uno”. De este modo y a modo de ejemplo, explicó que son múltiples los casos de personas “que toman un calmante todos los días para los dolores de cabeza y que no se pregunta el verdadero porqué de ese síntoma”.

En una entrevista con El Ciudadano, Corbera habló acerca de sus inicios dentro de esta corriente, su postura frente a la medicina tradicional y el tratamiento de de diversos trastornos.

—¿Cómo llega a esta rama de la psicología?

—En un comienzo me empecé a interesar por la naturopatía hasta que conocí lo que realmente cambió mi vida, que es el libro Un curso de milagros. Estuve enfermo de cáncer y todo eso fue entrelazándose en un corpus que me llevó a seguir investigando y a conocer otras escuelas. A partir de entonces, me fui dando cuenta que la enfermedad no está en el cuerpo, sino en la mente. A los 44 años sentí que tenía que estudiar psicología y me recibí a los 49 años con el título “alumno emeritus”. No sabía muy bien por qué había estudiado eso pero ahí es donde todo se junta. Luego comencé a hacer seminarios en los que se trataba la curación emocional-curación biológica: para sanar nuestros problemas físicos primero tenemos que sanar nuestra mente. En definitiva, tenemos una oportunidad de saber cómo somos si tenemos la capacidad de reconocernos en el espejo de nuestros hermanos.

—¿Cómo define la BioNeuroCiencia?

—Es una cuestión más bien social, entendiendo que la salud no es ausencia de enfermedad sino bienestar social, educación, salud propiamente entendida. Constantemente proyectamos el mundo que vemos y si todos vivimos en un mismo mundo es porque vibramos en una misma frecuencia. A partir de ese punto, el método da una inyección más profunda: partimos desde una información que se proyecta biológicamente. Nuestro trabajo es entrar en un laberinto, que yo lo llamo “el Laberinto del Minotauro”, con una mente pura e ingresar en el inconsciente pasando sobre el guardián del umbral, quien no nos dejará entrar a menos que lo hagamos sin prejuicios. Parecerá que uno adivina pero eso no es verdad.

—¿Qué opinión posee de la medicina tradicional?

—Soy un sanador herido y creo que la gente no tiene que sufrir tanto para sanarse. Con eso no estoy diciendo que no haya que utilizar ningún medio externo. Obviamente que si tienes un problema de corazón vas a visitar a un buen médico y si sientes dolor de cabeza te tomas un calmante. Pero si eso se repite no es por casualidad. No hay casualidades. Hay una conciencia que es la materia del Universo, que es infinita información que se manifiesta a través de cada uno de nosotros. Hay infinidad de situaciones y cada persona tiene experiencias diferentes ante una misma situación. Si cambiamos nuestra observación de lo que hemos heredado cambiaremos el Universo, primero desde lo particular, eso vibrará y hará que otras personas intenten cambiar su vida.

—En líneas generales, ¿cómo es el tratamiento?

—El paciente entra en un reposo neurológico en cuarentena, tiempo en el que ingresa en su ser interior. Olvidémonos de la meditación y ese tipo de cosas: si quiere estar sola en su casa o pescando en el río es lo mismo, tiene que estar consigo mismo. Entonces, el inconsciente se proyecta a través de la neurología y hace una reconexión que la lleva a una nueva proyección. Hay un cambio a nivel hormonal, la persona se ilumina en el sentido biológico de la palabra e inmediatamente sabe lo que debe hacer. Luego tiene una cincuentena para poner eso en práctica y al cabo de una noventena estará curado. A la gente le cuesta entenderlo porque el intelecto gobernado por el ego siempre está en el hacer y esto no es verdad.

—¿Cómo es el camino hacia la curación?

—Para llegar a un lugar previamente se debe pasar por otro para adquirir cierta información hasta que llega el momento de la encrucijada, en donde hay que elegir si girar hacia la izquierda o la derecha. Dependiendo el camino elegido empezará una nueva historia. Ese aparente libre albedrío no es tal. El libre albedrío es tomar conciencia de que cuando tú no llevas tu vida sabes que no tienes que hacer nada. Pero sabes también que todos formamos parte de un programa superior en el que cada uno posee una función especial que implica no preocuparse por realizarla porque sí o sí va a ocurrir; y si hay dolor o sufrimiento es porque hay resistencia a ello.

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