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Reflexiones

Cuando se pierde ante la ceguera obtusa del poder

Pareciera que tanto esfuerzo científico para dar vida sana y productiva, pierde la partida ante la ceguera obtusa del poder.


Alguna vez Albert Camus dijo: “Indudablemente cada generación se cree destinada a rehacer el mundo; la mía sabe que no podrá hacerlo, pero su tarea es quizás mayor: consiste en impedir que el mundo se deshaga”. Si miramos la convulsión por la que atraviesa el mundo en estos días, nunca más oportuna tal aseveración. Pareciera que tanto esfuerzo científico para dar vida sana y productiva, pierde la partida ante la ceguera obtusa del poder.

También la impericia política destruye y “deshace”. Esta semana distintas voces se alzaron sobre si era malo o bueno el camino del default. Entre ellas me sorprendió la del titular de la CTA, Pablo Micheli, diciéndome: “Ojalá Argentina declare el default porque cada vez que pasó, le fue mejor a los trabajadores”. Es el mismo dirigente que impulsa un paro de 36 horas con movilizaciones en todo el país y acto en Plaza de Mayo para agosto por la destrucción y el deterioro que se produce en los trabajadores por la política económica aplicada. “Debemos evitar más precarización, impedir que las suspensiones de hoy sean despidos mañana, por el mínimo no imponible”, sostuvo. Imposible dudar de la buena fe de Micheli, pero las miradas sesgadas afloran con fuerza y piden conducción, certezas, planificación, futuro. No es responsabilidad de Micheli marcar el rumbo superador de esta doliente Argentina. Lo que resulta imperdonable es que las voces de la oposición que pretenden ser gobierno a partir del 2015 sean hoy largos silencios inexpertos.

Como tantos argentinos, recuerdo perfectamente el cuerpo social de nuestra Argentina post default. Eran épocas de un presidente, otro, y otro más. Épocas de desempleo, recesión, crisis política, saqueos, corralitos, cacerolazos… Incertidumbre. Inseguridad. Por entonces medio país bajo la línea de pobreza… hoy 13 millones, y 6 millones de indigentes. Hoy el narcotráfico agregando más violencia, dolor, muerte, corrupción.

Recuerdo que en 2005 entrevisté al doctor Tartaglione, quien en un congreso de cardiología cerró su exposición preguntando: “¿Quién se hará cargo en la Argentina de las víctimas del legado de la crisis de 2001?”. Unas 21.000 muertes fueron producto directo de la crisis citada. La Fundación Favaloro referenció que en el segundo semestre de 2001 el 36 por ciento de sus internados sufría síndrome coronario agudo; en los primeros seis meses de 2002 ese porcentaje subió al 56 por ciento y no volvió a bajar. Infartos, cardiopatías graves, accidentes cerebro-vasculares, fobias, se inscriben en una larga lista de patologías y un mismo gatillo: estrés crónico. En ese momento me decía el doctor Tartaglione, autor del trabajo: “Los argentinos están pagando con el cuerpo el costo de la crisis. Para una persona no es gratis perder ahorros o trabajo. Pasar de alquilar a buscar un lugar en una villa. De una prepaga a un hospital. De una heladera llena a una vacía”. ¡Y yo me atrevería a asegurar que la falta de esperanzas es lo peor!

La sociedad argentina toda viene perdiendo otra vez. Ya sabemos qué nos pasa cuando la política yerra. Guardo para mí la definición de periodismo que fui construyendo con el ejercicio de esta profesión: periodista es quien pone el dedo en la llaga del cuerpo social presionando sobre sus pústulas, no por morbo, sí para que afloren sus dolores, se vuelvan visibles, y la política no tenga más remedio que enfrentarse a ellas para resolver.

En horas convulsionadas para nuestra querida Argentina el recuerdo de este ayer cercano producto del más ineficiente e incompetente accionar político, debe servirnos para evitar reiteraciones. Si lo irremediable de la muerte no sirve para valorar la vida, seguiremos descendiendo en una decadencia evitable. Todos los sectores políticos deben recordar que sus acciones producen bienestar o matan.

Política en Santa Fe

Despaciosamente los actores políticos se desperezan. El socialismo marcó largada con la dupla Lifschitz-Fein (ver El Ciudadano del 12 de julio, “Hace 15 años que me vengo preparando…”). El senador Giustiniani alzó el guante e intenta correrlos en las Paso asociándose al radical Barletta. El kirchnerismo aún no se encuentra, se resigna a María Eugenia Bielsa (si juega); el rosismo evalúa al joven diputado Leandro Busatto para cubrir la casilla a gobernador. En Rosario Jorge Boasso pretende “un recontra frente con Massa y el PRO”. El Pipi Andrada se muestra desde lo gremial. Y Riccillo baja a Rosario intentando ordenar el Frente Renovador sin Cachi Martínez. En agosto vendrá Massa del brazo de Carlos Reutemann.

Miguel del Sel me dijo: “Voy a ser gobernador, no me muevo de ahí, renuncio a mi banca un mes antes de la campaña. Estoy analizando si participo en las Paso del justicialismo”.

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